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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Habrá un festival de stand up gratuito en el anfiteatro de la Usina Cultural

Cumple tres años Salta Stand Up, la academia de formación de Graciela Quipildor, pionera en el género. Actúan Santiago Gubernatti, Rosi Orellana, Alfonsina Barraza, Ivana Figueroa, Almendra Copa y Mariano Pous. 
Jueves, 09 de mayo de 2024 20:43

Salta Stand Up cumple tres años y lo festejará el viernes 10 de mayo con un show gratuito esta noche, a partir de las 19, en el anfiteatro de la Usina Cultural (España y Juramento). Actuarán la directora de academia de formación de comediantes, Graciela Quipildor, y Santiago Gubernatti, Rosi Orellana, Alfonsina Barraza, Ivana Figueroa, Almendra Copa y Mariano Pous.

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Salta Stand Up cumple tres años y lo festejará el viernes 10 de mayo con un show gratuito esta noche, a partir de las 19, en el anfiteatro de la Usina Cultural (España y Juramento). Actuarán la directora de academia de formación de comediantes, Graciela Quipildor, y Santiago Gubernatti, Rosi Orellana, Alfonsina Barraza, Ivana Figueroa, Almendra Copa y Mariano Pous.

Mirando en retrospectiva La Quipi señaló que vivir del stand up era su sueño, pero que cuando empezó en este género, hace casi quince años, no se había imaginado su realidad actual. Añadió que cuando fue profesionalizando su trabajo cayó en la cuenta de que es posible vivir del humor. Pronto le llegó el momento, cuando se sintió madura como humorista, de acompañar procesos de búsqueda de comicidad. En este tránsito tuvo que ver la pandemia. "Entonces necesité resignificar mi carrera y entré en una crisis pensando en si eso era lo que quería seguir haciendo. Entendí que sí, pero que ya era momento de formar a más comediantes. Sentí la necesidad de trabajar acompañada, y me di cuenta de que mi trayectoria me había dado muchísima experiencia sobre escribir comedia, sobre pararse en un escenario, sobre el público salteño y que ya estaba en condiciones de compartirlo", expresó.

Hay un mito, de que en Salta se complica el quehacer cultural cuando más se aparte uno del folclore. Pero Graciela, además de pionera, es resiliente. "Yo siempre creo en Salta. Por eso hago comedia desde la época en que nadie más quería apostar a hacerlo acá. Me hice un público y un circuito donde no había nada. Porque creo en lo que hago y siempre espero lo mejor. Creo que cuando fallás es cuando intentás hacer comedia como funciona en otros lados. Si tenés algo único, lo hacés bien, lo perfeccionás, escuchás al público y aprendés qué es lo que hace reír no hay forma de fallar. Yo tengo hoy ese saber y me lo dio el haber creído que eso era posible en Salta y para mí", detalló.

Sobre el haber hecho camino al andar en el NOA analizó que aunque este es uno de los grandes orgullos y alegría de su carrera, a la par concede que el mérito no es del todo suyo. "Cuando les enseño comedia y van haciendo el caminito conmigo, salen muchas cosas que estaban escondidas en ellos y que no habían tenido la oportunidad de mostrar antes. Creo que Salta Stand Up es un espacio para aprender, fallar, intentar de nuevo, probar, desafiarse, exigirse y lucirse. Me da orgullo que juntos sostengamos un producto que lleva tres años presentándose en bares cada semana y en teatros varias veces al año. Me da gusto vernos planeando giras, ganando premios, sumando nuevos comediantes, generando oportunidades, haciendo amigos, divirtiéndonos", dijo.

Uno de los integrantes de Salta Stand Up, actuando en el anfiteatro de la Usina Cultural, repleto, el último verano.

¿Quiénes son?

¿Qué te hace y no te hace reír? ¿Qué aprendiste de vos en el aprendizaje y práctica del stand up? Les preguntamos a los babies comediantes, como La Quipi les llama cariñosamente. Mariano Pous (45) dijo que los chistes tontos de los jueves, las palabras y las caídas le sacan carcajadas, mientras que el efecto contrario le produce cuando ve juzgar alguien que está en desventaja.

"Con el stand up aprendí que todo se puede y cómo nos hacemos un mundo de cosas que no son tan grossas ni tan importantes. La comedia me bajó mucho la ansiedad y me ayudó mucho a controlar mi mundo interior", manifestó.

Rosi Orellana (35 años) define que el humor es clave para embellecer la vida y descartar los pensamientos en bucle. "Me río mucho de mí, de cómo me hago la cabeza con cosas que después no suceden", precisó. Sobre las ocurrencias, tal vez igual de agudas, pero no por eso graciosas, señaló: "No me gusta el chiste que esconde un insulto que arruina el momento y hasta puede ser ofensivo. Y casi siempre estos son los culpables de que se termine la fiesta, cosa que no me simpatiza, porque ¡aguante la fiesta!". Luego compartió que gracias al stand up y específicamente a La Quipi, "que me pone en el escenario con todo lo que soy, mi historia, mis defectos e inseguridades, aprendí a aceptarme como soy y a reírme de eso". A Rosi su faceta de comediante la empujó a Tucumán, donde se presentó en el Torneo de Stand Up, en la categoría profesional, y obtuvo el primer puesto. "Ganar para mí fue muy gratificante, sobre todo vi que cuando mis contrincantes tenían más experiencia que yo. Estoy superfeliz y agradecida de todo lo que recibo y de las oportunidades que me llegan gracias a la comedia", afirmó.

Reír del drama

Por su parte, Ivana Figueroa (45) declaró que se ríe de sus dramas diarios. También que le da mucha risa -y ternura- ver el proceso en su historia la "ella" de antes y ahora, los cambios y las permanencias. Para ella tienen propiedades contrarias a los chistes "los dolores de las personas más vulnerables que sufren violencia y abusos", por lo que sobre esto no se puede bromear. Además, compartió que en el aprendizaje y práctica del stand up se encontró con una mujer valiente: ella misma. "La comedia me ayuda a honrar con amorosidad mi propia historia y a compartirla. Aprendí que el stand up tiene la magia de transformar el dolor en risa y descubrí a bellas personas en mi tribu de Salta Stand Up... Con ellos la vida es más linda", completó.

No a la broma pesada

Alfonsina Barraza (53) dijo reír de "lo inesperado, lo absurdo, la ironía cuando no es maliciosa, la ocurrencia, las cosas cotidianas". El antichiste, sin embargo, es "lo desconsiderado, la burla hacia el otro, las llamadas bromas pesadas". "Durante el aprendizaje y la práctica del stand up: ufff, aprendí una banda. Por un lado, a finales de mi etapa laboral, animarme a salir del rol de la docente acartonada, que nunca se equivoca, que es la única portadora de 'la' verdad, y a mostrar el lado B de quienes estamos en las escuelas todos días, con aciertos y errores... y cansancio y pocas ganas también", especificó. Sin dudas, lo de ella es desmitificar aquellas opiniones previas y tenaces, por lo general desfavorables, acerca de algo y de alguien que se conoce mal. "También busco desacralizar el rol de madre abnegada, sensible y todopoderosa. La comedia puede mostrar el lado…", concluyó.

Tarjeta roja al machismo

Santiago Gubernatti (39) contó que ríe de los chistes opas y los apodos, pero no de los chistes machistas. También que a través del stan up pudo exorcizar malos momentos. "Aprendí a transformar experiencias negativas o traumáticas en humor y que esa transformación me sirva a mí y a veces a otros también", señaló.

Hacer el ridículo

Almendra Copa (32) recomendó protagonizar esos momentos que por su rareza o extravagancia provocan la risa ajena. "Hacer el ridículo nos despoja de todas las etiquetas y nos vuelve a un estado de ser aquel niño que no tiene miedo al qué dirán", definió. Agregó que no poder expresar lo que siente le quita hasta la última gota de buen humor. "Con el stand up aprendí a superar miedos e inseguridades. Cuando subís al escenario estás vos y tus fantasmas; pero tenés que enfrentarlos, ya que es una gran responsabilidad hacer reír, es cosa sería, y así mismo la vida también requiere mucho de lo que sentimos al subir al escenario. Y en la práctica ¡el stand up me enseñó que no tengo un pelo de tonta!", cerró.

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