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La escultura como una pasión atemporal

Domingo, 17 de agosto de 2014 00:00

Su nombre es Nazario Véliz y trabaja la madera. Su materia y pensamiento forman una sola obra muy vinculada con la cosmología, con una visión muy particular. La del artista hacia todo lo que es la vida del hombre.

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Su nombre es Nazario Véliz y trabaja la madera. Su materia y pensamiento forman una sola obra muy vinculada con la cosmología, con una visión muy particular. La del artista hacia todo lo que es la vida del hombre.

Así que cada una de sus obras forma un mundo que mantiene vivo el sentir de lo propio, es un reto para el artista que su mensaje esté implícito en cada una de sus esculturas. Y eso mismo es lo que le sucede a Nazario, un maestro especial de dibujo que egresado de la Escuela Provincial de Arte "Medardo Pantoja" en 1973 y que desde hace más de treinta años, decidió sorprender al mundo cuando por primera vez talló un madero.

"Es una alegría para mí ser parte y hacer este arte en escultura", dijo Nazario acerca de sus creaciones. Cada una de ellas, realizadas con el más exquisito detalle que puede ser visto en quebracho colorado, palosanto, cedro o algarrobo.

El artista que prosiguió sus estudios en Buenos Aires, cursando la carrera de Profesor Nacional de Bellas Artes, especializado en escultura, egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón" en 1976, se identifica por completo con su trabajo. Se siente contenido y agradecido de que en este instante su obra transmita un mensaje. Con cada forma y tallado, quiere producir un fenómeno de atracción en el otro.

Estas ganas de hacer escultura lo acompañaron siempre. Ya desde que era un niño fue atrapado por la idea de modelar cosas. Y con el tiempo, se dio cuenta de que la tarea es mucha, ardua, pero que vale el sacrificio para ver terminado aquello deseado. Desde siempre sintió esa gran responsabilidad que se desprendía entre el artista y la materia, que es lo que determina la identidad en las creaciones, que por cierto, tienen gran impacto visual.

"En todas las esculturas trato de tomar nuestra cultura como punto de partida", dijo el artista, quien toma a la Pachamama como una deidad sagrada, así como a la naturaleza y a los elementos como temas centrales en sus modelos cincelados.

Así fue como lo aprendió a admirar a los incas quienes fueron aprendices de los elementos. "Hago lo posible para que la forma sea contenida", expresaba Nazario, feliz porque cada una de las figuras muestra terminaciones originales, fruto de un trabajo tan milimétrico como constante.

La habilidad está puesta en acción en Nazario. Él cuenta una historia en cada escultura. Lo que lo movilizó desde pequeño fue poder ver recorrer una vida artística plena de satisfacciones y experiencias inolvidables.

Con más de cincuenta simposios y encuentros locales, regionales y nacionales, el artista jujeño se siente orgulloso de lo que originó. Tiene en su haber piezas en museos, plazas y espacios culturales que son patrimonio y conforman el resumen de lo que hoy le toca pasar, a través de una sensibilidad especial que le dio la posibilidad de cambiar un material inerte y darle una vida, con su tratamiento y tallado.

"Tengo tantas anécdotas, todas quedaron registradas en mí, talladas como las esculturas. Si bien el tronco es de la naturaleza, el artista puede de alguna manera ver la espiritualidad de esa especie. Uno va descubriendo de afuera hacia adentro y va definiéndose la forma. Ese fenómeno que me produce una gran alegría, ver lo primero inconsciente y luego regalarle la conciencia, para mí es algo grande", reflexionaba Nazario. Un artífice de las formas que disfruta de este logro. Uno entre tantos que pasaron y que se vienen, porque los proyectos florecen y una ambición nueva aparece en su carrera artística; el mármol.

"Ya estoy trabajando en ello. Es muy posible que a fin de año se dé. Me gustaría mostrar otra parte, otro material y a ver si la sensibilidad de la madera, la puedo revelar en la de la piedra. Voy a hacerlo y creo que al público le va a gustar", expresó el artista que en los últimos años estuvo en Francia, Bélgica y Chile llevando su creatividad, explorando nuevas superficies, enalteciendo las formas originarias de nuestra tierra y tallándolas para otras miradas.

"Sin pensarlo mi carrera está muy remontada, será porque todo lo que hice no solamente como docente, sino como artista ahora está siendo contemplada, siempre trato de dejar lo mejor de mí", finalizó Nazario.

La primer obra

"Había una obra que era de un madero de 200 años que estaba ahuecado. Llegó a mis manos por un camionero amigo que sabía que yo tallaba. Yo no tenía idea, al principio pero luego, comencé a trabajar y le di forma. La tenía en casa todo el tiempo y nunca la había expuesto. Hasta que un pariente me dijo que le gustaba esa obra. En ese momento, al sentir que era una pieza, única para mí, por ser la primera que hice, le haya gustado a alguien, fue una experiencia muy importante. Siempre la recuerdo", decía Nazario, rememorando su primer tallado.

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