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19 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Conservar lo que se debe... Cambiar lo que se pueda...

Lunes, 23 de noviembre de 2015 10:00
<div>GERARDO Y MAURICIO.</div><div>

Ya está. Mauricio Macri es el presidente de los argentinos, y su victoria personal y la de la alianza Cambiemos, resuena desde La Quiaca a la Antártida y desde Las Cataratas del Iguazú a Bariloche, sobre esa Cruz del Sur que atraviesa la Patria. La campaña del miedo no resultó, y ojalá que no resulte nunca más, sean quienes sean los rivales. Hoy, una primera mirada, indica que MM ganó por méritos propios, porquel Scioli que fue menos Scioli que nunca, pero también porque hubo más votos anti K que anti Daniel, así como en Jujuy fue abrumador e inocultable el voto anti Tupac que terminó de tirar para abajo al Frente para la Victoria local. El hastío que generó el kirchnerismo, el exponencial reclutamiento de fanáticos, y los relatos épicos de autoayuda finalmente se le volvieron en contra. La presidente de la Nación condujo con firmeza de hierro el timón de su proyecto, pero el que a hierro mata se arriesga a que le devuelvan los golpes con igual modo. Con ese estilo, ayer CEFK rompió la veda y si alguien esperaba a última hora para decidirse, ella lo empujó hacia afuera. Por eso, junto a Macri, ganó la necesidad de cambiar, que él supo interpretar y explotar. Aun agradeciendo lo mucho realizado, pero buscando otros aires diferentes, Cristina, se llevará aplausos por sus logros y realizaciones, pero con la presea más simbólica de su vida política el 54% de los votos argentinos que la llevó al tope del podio de los presidentes argentinos, ya es sólo una antigua grata historia.

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Ya está. Mauricio Macri es el presidente de los argentinos, y su victoria personal y la de la alianza Cambiemos, resuena desde La Quiaca a la Antártida y desde Las Cataratas del Iguazú a Bariloche, sobre esa Cruz del Sur que atraviesa la Patria. La campaña del miedo no resultó, y ojalá que no resulte nunca más, sean quienes sean los rivales. Hoy, una primera mirada, indica que MM ganó por méritos propios, porquel Scioli que fue menos Scioli que nunca, pero también porque hubo más votos anti K que anti Daniel, así como en Jujuy fue abrumador e inocultable el voto anti Tupac que terminó de tirar para abajo al Frente para la Victoria local. El hastío que generó el kirchnerismo, el exponencial reclutamiento de fanáticos, y los relatos épicos de autoayuda finalmente se le volvieron en contra. La presidente de la Nación condujo con firmeza de hierro el timón de su proyecto, pero el que a hierro mata se arriesga a que le devuelvan los golpes con igual modo. Con ese estilo, ayer CEFK rompió la veda y si alguien esperaba a última hora para decidirse, ella lo empujó hacia afuera. Por eso, junto a Macri, ganó la necesidad de cambiar, que él supo interpretar y explotar. Aun agradeciendo lo mucho realizado, pero buscando otros aires diferentes, Cristina, se llevará aplausos por sus logros y realizaciones, pero con la presea más simbólica de su vida política el 54% de los votos argentinos que la llevó al tope del podio de los presidentes argentinos, ya es sólo una antigua grata historia.

El país eligió entre dos hombres, para que cualquiera de ellos, desde el 10 de Diciembre en adelante, se vea obligado a hacer lo mismo: conservar lo que se debe conservar, porque se hizo bien, porque está instalado en el consenso de la gente; y cambiar lo que se pueda cambiar, no todo lo que se quiera, porque la situación económica es un corset ineludible y la madurez popular no permitirá más avasallamientos, ni caprichos, y posiblemente, ni siquiera proyectos personales por sobre el interés general. Claro, Scioli no es ni Cafiero, ni Menem, ni Perón; como Macri, tampoco es ni Frigerio, ni Frondizi, ni Alfonsín. Pero son la encarnadura de una nueva generación de dirigentes flojos de ideología, pero coronados por el pragmatismo práctico de los realizadores modernos. Y así como lo hubiera tenido que hacer Scioli, Macri deberá gobernar sin excusas como un constructor de consensos si aspira al éxito. Y quizá hasta deba conversar mucho con Scioli, aunque al derrotado hoy le cueste imaginarlo. Cualquier otro ensayo, está condenado al fracaso. Pero él tiene una ventaja enorme: es un presidente que se inventó a sí mismo. Con un pequeño partido, en poco tiempo, construyó un triunfo gigante. Además, Macri es un presidente que no tiene jefes, ni referentes tutelares, vivos o muertos, lo que en la política de hoy es raro, y no es poco.

Y en Jujuy –donde Massa transfirió la totalidad de sus votos a Macri- lo mismo ocurrirá con Gerardo Morales. Deberá fatigar los caminos del diálogo y el consenso, con todos los sectores. Ser habitual, respetuoso y sincero con la prensa. Y comprender que la luna de miel en San Martín 450, será tan corta como la que se vivirá en Balcarce 50: tendrá apenas un par de meses –o menos-, para mostrarles a sus votantes que está realmente dispuesto a cumplir lo que prometió.

Unos cuantos interrogantes se abrieron súbitamente anoche en la escena local: ¿seguirá sólida y coherente la convivencia dentro del Frente Cambia Jujuy?. ¿Cómo estrenará su rol de opositor el Partido Justicialista local? ¿Quién o quiénes serán los importantísimos líderes de esa oposición? ¿Y cuál será el futuro de la agrupación barrial Tupac Amaru, ya sin contención ni referencias dentro del círculo aúlico del poder político central? Y atados al devenir nacional: ¿el kirchnerismo camina hacia un ocaso sin retorno, y la Cámpora enfrentará su dispersión? Para ir respondiendo las preguntas habrá que esperar corto tiempo. Tan corto como la luna de miel de los nuevos gobiernos.

Pero hoy es momento de serenar las pasiones y controlar los ánimos. De expresar el reconocimiento y la gratitud por todo lo que las autoridades que se van hicieron bien y dejaron para siempre en el patrimonio y el corazón de argentinos y jujeños. De desear que los que llegan vayan siempre por la senda de la ecuanimidad y el respeto a todas las formas de pensar y sentir. De aceptar con hidalguía las virtudes de la alternancia en la democracia. Y para garantizar la gobernabilidad, comprometernos a exigir y respetar que la Justicia aborde sus obligaciones con independencia y libertad. Y que el trabajo digno sea el bien más preciado de la comunidad organizada. Ojalá que cada acción de gobierno que se piense, que cada paso que demos en conjunto como pueblo, pueda contener los tres elementos que rodean los hechos que dignifican a una sociedad: belleza, solidaridad y amor. Parece posible. Y lo será, si todos nos proponemos lo mismo.


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