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Gobierno declara la guerra a los vendedores ambulantes

Martes, 03 de marzo de 2015 00:00
Venta callejera / En las calles tailandesas se vende casi de todo, con muchas falsificaciones. 
Las autoridades tailandesas declararon la guerra a uno de los espectáculos más pintorescos de Bangkok, los vendedores callejeros, que ofrecen desde la tradicional sopa de fideos hasta juguetes sexuales, poniendo en peligro los miles de empleos que dependen de esta economía informal. Caminar con un cochecito de bebé por las calles de Bangkok exige una gran habilidad. Sólo se puede avanzar en zigzag, esquivando a los vendedores de brochetas, pedazos de coco o remeras de marca falsificada, que abarrotan las veredas de esta ciudad de 12 millones de habitantes.
"Ustedes pueden considerar que los vendedores forman parte del encanto de Bangkok. Pero al encanto hay que ponerle un poco de orden", dice Vallop Suwandee, consejero municipal de Bangkok.
La operación "Las aceras para los peatones" coincide con una política más general de "limpieza" de la imagen de Tailandia consecutiva al golpe de estado de mayo de 2014.
El gobierno prohibió la venta callejera en algunas calles simbólicas como Khao San, el barrio de las casas de huéspedes, paraíso de los vendedores de CD pirateados y carteras de marcas de lujo falsas.
Los vendedores ambulantes podrán seguir ejerciendo su profesión si respetan las nuevas reglas, en particular replegarse a calles menos frecuentadas y trabajar solamente durante la noche. Mongkol Moradokpermpun es uno de los 3.000 vendedores del mercado de Khlong Thom, en el centro histórico de Bangkok, que el domingo tenía que haber culminado la mudanza para una zona ubicada varios kilómetros más lejos.
"Si las autoridades no cambian de opinión, miles de personas van a sufrir mucho. Eso va influir en los negocios. Cada familia tendrá problemas", dice Mongkol Moradokpermpun, vendedor callejero de bebidas desde hace 30 años. "No puedo pagar los gastos de escuela de mis hijos", dice por su parte Juttigan Jitcham, vendedora de fideos en Silom, el barrio de negocios de Bangkok, que integra la lista de una decena de sectores vedados a los ambulantes.

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Las autoridades tailandesas declararon la guerra a uno de los espectáculos más pintorescos de Bangkok, los vendedores callejeros, que ofrecen desde la tradicional sopa de fideos hasta juguetes sexuales, poniendo en peligro los miles de empleos que dependen de esta economía informal. Caminar con un cochecito de bebé por las calles de Bangkok exige una gran habilidad. Sólo se puede avanzar en zigzag, esquivando a los vendedores de brochetas, pedazos de coco o remeras de marca falsificada, que abarrotan las veredas de esta ciudad de 12 millones de habitantes.
"Ustedes pueden considerar que los vendedores forman parte del encanto de Bangkok. Pero al encanto hay que ponerle un poco de orden", dice Vallop Suwandee, consejero municipal de Bangkok.
La operación "Las aceras para los peatones" coincide con una política más general de "limpieza" de la imagen de Tailandia consecutiva al golpe de estado de mayo de 2014.
El gobierno prohibió la venta callejera en algunas calles simbólicas como Khao San, el barrio de las casas de huéspedes, paraíso de los vendedores de CD pirateados y carteras de marcas de lujo falsas.
Los vendedores ambulantes podrán seguir ejerciendo su profesión si respetan las nuevas reglas, en particular replegarse a calles menos frecuentadas y trabajar solamente durante la noche. Mongkol Moradokpermpun es uno de los 3.000 vendedores del mercado de Khlong Thom, en el centro histórico de Bangkok, que el domingo tenía que haber culminado la mudanza para una zona ubicada varios kilómetros más lejos.
"Si las autoridades no cambian de opinión, miles de personas van a sufrir mucho. Eso va influir en los negocios. Cada familia tendrá problemas", dice Mongkol Moradokpermpun, vendedor callejero de bebidas desde hace 30 años. "No puedo pagar los gastos de escuela de mis hijos", dice por su parte Juttigan Jitcham, vendedora de fideos en Silom, el barrio de negocios de Bangkok, que integra la lista de una decena de sectores vedados a los ambulantes.

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