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19 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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Inmigrantes rescatados en centros de acogida

Jueves, 23 de abril de 2015 00:00
Puerto siciliano de Augusta / Inmigrantes rescatados caminan a lo largo del muelle después de desembarcar. 
Dieciséis supervivientes del naufragio del domingo en el Mediterráneo han sido trasladados a un centro de acogida para solicitantes de asilo en Sicilia, en el que los días se suceden iguales y monótonos a la espera de un visado para una nueva vida.
Parece un barrio residencial suburbano, con sus casas alineadas a lo largo de calles idénticas, pero se encuentra entre campos de naranjos, rodeado de alambrados y soldados.
El centro de acogida para solicitantes de asilo ("Cara" por su acrónimo italiano) de Mineo, en el este de Sicilia, acoge actualmente a unos 3.200 inmigrantes.
Según su director, Sebastiano Maccarrone, se quedarán en promedio 13 meses, hasta que se decida sobre su situación: Estatus de refugiado, permiso de estancia humanitaria o procedimiento de expulsión.
La diversidad es extrema: 35 nacionalidades, principalmente de África, pero también de Bangladesh o Afganistán, que cohabitan gracias al esfuerzo de mediadores culturales y a un sistema de representantes electos por cada comunidad.
Todos tienen en común su llegada en embarcaciones precarias y sobrecargadas, como la que naufragó el domingo en el Mediterráneo causando unos 800 muertos.
Mamadou Dialo, un joven guineano, llegó hace cinco días tras una travesía con más de 100 personas en una lancha neumática, de la que guarda un recuerdo espantoso.
"Sabía que era lejos, pero pensaba que sería un barco grande. No tenemos elección, no podemos dar marcha atrás", cuenta. El viaje duró cinco días, en los que estallaron broncas por los 5 kilos de dátiles que les dieron los traficantes como única comida y por discrepancias sobre tradiciones religiosas.
Una vida normal
En el interior del campamento, la inactividad hace mella entre los residentes, en su mayoría jóvenes que ya agotaron los terrenos deportivos, los paseos a pie o en bicicleta por el campo de los alrededores y las clases de italiano. "Se supone que iba a ser un centro de emergencia y se ha convertido en la normalidad", lamenta Maccarrone.
Entre los "Cara", los centros de organizaciones religiosas y los hoteles o residencias convertidos en instalaciones de acogida, Italia alberga a más de 80 mil personas en espera de una decisión, según estadísticas oficiales anteriores a la oleada de llegadas de abril. Sin embargo, muchos de los migrantes siguieron la ruta hacia los países nórdicos pese a la reglamentación europea.

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Dieciséis supervivientes del naufragio del domingo en el Mediterráneo han sido trasladados a un centro de acogida para solicitantes de asilo en Sicilia, en el que los días se suceden iguales y monótonos a la espera de un visado para una nueva vida.
Parece un barrio residencial suburbano, con sus casas alineadas a lo largo de calles idénticas, pero se encuentra entre campos de naranjos, rodeado de alambrados y soldados.
El centro de acogida para solicitantes de asilo ("Cara" por su acrónimo italiano) de Mineo, en el este de Sicilia, acoge actualmente a unos 3.200 inmigrantes.
Según su director, Sebastiano Maccarrone, se quedarán en promedio 13 meses, hasta que se decida sobre su situación: Estatus de refugiado, permiso de estancia humanitaria o procedimiento de expulsión.
La diversidad es extrema: 35 nacionalidades, principalmente de África, pero también de Bangladesh o Afganistán, que cohabitan gracias al esfuerzo de mediadores culturales y a un sistema de representantes electos por cada comunidad.
Todos tienen en común su llegada en embarcaciones precarias y sobrecargadas, como la que naufragó el domingo en el Mediterráneo causando unos 800 muertos.
Mamadou Dialo, un joven guineano, llegó hace cinco días tras una travesía con más de 100 personas en una lancha neumática, de la que guarda un recuerdo espantoso.
"Sabía que era lejos, pero pensaba que sería un barco grande. No tenemos elección, no podemos dar marcha atrás", cuenta. El viaje duró cinco días, en los que estallaron broncas por los 5 kilos de dátiles que les dieron los traficantes como única comida y por discrepancias sobre tradiciones religiosas.
Una vida normal
En el interior del campamento, la inactividad hace mella entre los residentes, en su mayoría jóvenes que ya agotaron los terrenos deportivos, los paseos a pie o en bicicleta por el campo de los alrededores y las clases de italiano. "Se supone que iba a ser un centro de emergencia y se ha convertido en la normalidad", lamenta Maccarrone.
Entre los "Cara", los centros de organizaciones religiosas y los hoteles o residencias convertidos en instalaciones de acogida, Italia alberga a más de 80 mil personas en espera de una decisión, según estadísticas oficiales anteriores a la oleada de llegadas de abril. Sin embargo, muchos de los migrantes siguieron la ruta hacia los países nórdicos pese a la reglamentación europea.

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