¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19 de Mayo,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Amanecer de otoño antes de ver Tilcara

Domingo, 26 de abril de 2015 00:00
<p>NUBES/ A MEDIDA QUE SE CORREN SE VAN DIBUJANDO LOS CERROS Y LAS CASAS.</p>

TILCARA (Corresponsal). Hace poco menos de 2.600 años, Pitágoras enseñaba que “existe el vacío, que es introducido en el cielo por una respiración del espíritu infinito”. Esa idea del universo que respira y del vacío entre las cosas parece ser comprobada en algunas mañanas del otoño, cuando el valle quebradeño se cubre de nubes entre las que se van dibujando los cerros y las casas.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

TILCARA (Corresponsal). Hace poco menos de 2.600 años, Pitágoras enseñaba que “existe el vacío, que es introducido en el cielo por una respiración del espíritu infinito”. Esa idea del universo que respira y del vacío entre las cosas parece ser comprobada en algunas mañanas del otoño, cuando el valle quebradeño se cubre de nubes entre las que se van dibujando los cerros y las casas.

Cuenta Aristóteles que Pitágoras decía de esa respiración que “así el vacío permite distinguir las naturalezas de los cuerpos”. Conforme va naciendo el día desde las espaldas del Cerro Negro, un aire transparente entra entre las cosas, diferenciándolas. Hacia el siglo XVIII, no ya en Italia sino en Japón, Ryokan describía “las montañas azules, adelante y atrás; las nubes blancas, al Este y al Oeste”.

El poeta japonés concluye su copla diciendo que “si alguien viniera por aquí, nada nuevo para decirle”. El arte sumi-e, una de las escuelas de la pintura japonesa, desarrolló un modo de representar esos cerros borrados entre el vapor de las nubes en un intento por expresar la existencia de los seres en medio del vacío.

En el momento en que las casas de los barrios altos de Tilcara asoman sus techos por sobre las nubes, la imagen pareciera la del mar: una isla en el mar Egeo ante lo espumoso de las aguas. De hecho, “entre los 600 y aproximadamente 550 millones de años, esta región estaba cubierta por un mar donde vivían únicamente animales de cuerpos blandos”, nos explican Eduardo Barber y Nora Manca en el 2º capítulo del libro Vivir en la Quebrada de Humahuaca. Como decía el poeta Ryokan: “nada nuevo para decirle”. A pesar de la llegada del hombre en los últimos 10.000 de esos 600.000.000 de años, y a pesar de la declaración de Patrimonio de la Humanidad en los últimos 10 de esos 10.000 años, la respiración universal que según Pitágoras nos permite distinguir los cuerpos, como un mar tan lejano que ninguna persona pudo haber visto, renace en algunas mañanas de otoño.