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A casi cinco años del ataque contra un juez

Jueves, 09 de abril de 2015 00:00
El Juez / Javier Aróstegui. 
Cuatro años y ocho meses de impunidad pasaron desde que el Superior Tribunal de Justicia provincial calificara como "un ataque a un Poder del Estado y a la independencia del Poder Judicial" el violento atentado sufrido por el entonces juez de instrucción penal Javier Francisco Aróstegui, ocurrido el 12 de agosto del 2010. Sobre ese hecho, el cual fue investigado por el entonces juez de instrucción penal Raúl Eduardo Gutiérrez hoy flamante titular del Juzgado de Control Nº 3, no se conoce nada y del caso no se hablo más.
Recordemos que en un primer momento, luego del shock que le produjeron los violentos golpes, cortes y amenazas sufridas, el propio juez Aróstegui brindó una conferencia de prensa donde relató los hechos y describió a los agresores como tres sujetos, con pelo corto, bien vestidos, y que "usaban traje".
También denunció que los tres se movilizaban en un Fiat Uno de color rojo, el cual en su vidrio trasero tenía pegada una calcomanía donde se podía observar la figura del dibujo animado conocido como el "fantasma Gasparin".
Otro dato que surgió por aquel momento fue la tonada aparentemente "santiagueña" que usaron los agresores al momento de sorprender y llamar amigablemente "doctorcito" al juez Aróstegui, para luego golpearlo, derribarlo y amenazarlo; "no te metas", le dijeron.
No en vano, el entonces presidente del Colegio de Abogados de Jujuy Mario Mallagray, expresó, ante distintos medios de prensa, su "repudio" al ataque perpetrado contra el magistrado, calificandolo como "un atentado mafioso".
A su vez Mallagray por aquel tiempo también reclamó "una respuesta clara" del gobierno provincial y de la Policía para que "a la brevedad los atacantes sean identificados, detenidos, procesados y condenados".
La pista "santiagueña"
Algo que nunca ocurrió porque hasta la fecha el caso es una incógnita y de alguna manera sigue siendo una deuda de justicia para con la sociedad jujeña.
Paralelo a esto la primera pista que los investigadores de turno barajaron luego del hecho fue la pista "santiagueña".
Justamente esta hipótesis de lo ocurrido indicaba que Aróstegui había sido atacado producto de una causa penal que él mismo investigaba y que a su vez estaba vinculada al robo de vehículos de alta gama en nuestra provincia y que habían sido hallados en Santiago del Estero.
Al parecer se trataba de una red delictiva, donde sus miembros se dedicaban a robar vehículos de alta gama que luego eran conducidos hasta la frontera con Bolivia, e ingresados a ese país para ser comercializados o canjeados por cocaína.
Todo indicaría que Aróstegui con alguna de sus investigaciones habría "rozado" o interferido en el negocio de esta "mafia", provocando que sus miembros decidieran amedrentarlo.
No en vano por ese momento se deslizó que dicha asociación ilícita estaba conformada por efectivos policiales, como así también por miembros del Poder Judicial de esa provincia, algo que nunca se pudo probar y al parecer tampoco se habría investigado. Lo cierto es que pasaron ya cuatro años y ocho meses del hecho.

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Cuatro años y ocho meses de impunidad pasaron desde que el Superior Tribunal de Justicia provincial calificara como "un ataque a un Poder del Estado y a la independencia del Poder Judicial" el violento atentado sufrido por el entonces juez de instrucción penal Javier Francisco Aróstegui, ocurrido el 12 de agosto del 2010. Sobre ese hecho, el cual fue investigado por el entonces juez de instrucción penal Raúl Eduardo Gutiérrez hoy flamante titular del Juzgado de Control Nº 3, no se conoce nada y del caso no se hablo más.
Recordemos que en un primer momento, luego del shock que le produjeron los violentos golpes, cortes y amenazas sufridas, el propio juez Aróstegui brindó una conferencia de prensa donde relató los hechos y describió a los agresores como tres sujetos, con pelo corto, bien vestidos, y que "usaban traje".
También denunció que los tres se movilizaban en un Fiat Uno de color rojo, el cual en su vidrio trasero tenía pegada una calcomanía donde se podía observar la figura del dibujo animado conocido como el "fantasma Gasparin".
Otro dato que surgió por aquel momento fue la tonada aparentemente "santiagueña" que usaron los agresores al momento de sorprender y llamar amigablemente "doctorcito" al juez Aróstegui, para luego golpearlo, derribarlo y amenazarlo; "no te metas", le dijeron.
No en vano, el entonces presidente del Colegio de Abogados de Jujuy Mario Mallagray, expresó, ante distintos medios de prensa, su "repudio" al ataque perpetrado contra el magistrado, calificandolo como "un atentado mafioso".
A su vez Mallagray por aquel tiempo también reclamó "una respuesta clara" del gobierno provincial y de la Policía para que "a la brevedad los atacantes sean identificados, detenidos, procesados y condenados".
La pista "santiagueña"
Algo que nunca ocurrió porque hasta la fecha el caso es una incógnita y de alguna manera sigue siendo una deuda de justicia para con la sociedad jujeña.
Paralelo a esto la primera pista que los investigadores de turno barajaron luego del hecho fue la pista "santiagueña".
Justamente esta hipótesis de lo ocurrido indicaba que Aróstegui había sido atacado producto de una causa penal que él mismo investigaba y que a su vez estaba vinculada al robo de vehículos de alta gama en nuestra provincia y que habían sido hallados en Santiago del Estero.
Al parecer se trataba de una red delictiva, donde sus miembros se dedicaban a robar vehículos de alta gama que luego eran conducidos hasta la frontera con Bolivia, e ingresados a ese país para ser comercializados o canjeados por cocaína.
Todo indicaría que Aróstegui con alguna de sus investigaciones habría "rozado" o interferido en el negocio de esta "mafia", provocando que sus miembros decidieran amedrentarlo.
No en vano por ese momento se deslizó que dicha asociación ilícita estaba conformada por efectivos policiales, como así también por miembros del Poder Judicial de esa provincia, algo que nunca se pudo probar y al parecer tampoco se habría investigado. Lo cierto es que pasaron ya cuatro años y ocho meses del hecho.