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Recordarán a la esclava de la Virgen de Urkupiña | Ignacia Wierna, parroquia San Andrés Apóstol, “Virgen de Urkupiña”, San Pedro

Miércoles, 15 de julio de 2015 00:00
<p>IGNACIA WIERNA/ UNA MUJER DE FE, SENCILLA, HUMILDE Y GENEROSA.</p>

SAN PEDRO (Corresponsal). Con la celebración de una misa que se oficiará esta noche a partir de las 20, en la gruta ubicada sobre avenida Tarcos, la comunidad de la parroquia San Andrés Apóstol, recordará a la esclava de la Virgen de Urkupiña Ignacia Wierna, al cumplirse hoy el primer año de su partida.

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SAN PEDRO (Corresponsal). Con la celebración de una misa que se oficiará esta noche a partir de las 20, en la gruta ubicada sobre avenida Tarcos, la comunidad de la parroquia San Andrés Apóstol, recordará a la esclava de la Virgen de Urkupiña Ignacia Wierna, al cumplirse hoy el primer año de su partida.

Tras el oficio religioso, se tributará un sentido homenaje a quien fuera fundadora de la plazoleta y de la gruta, quien junto a su familia y a un grupo de devotos tomó la iniciativa de erradicar un basural y levantar un pequeño santuario para la devoción mariana, bajo la advocación de Urkupiña, en ese sector que une los barrios Providencia y Güemes.

"Un día como hoy, Dios abrió sus brazos para recibir a mi mamita Ina. Uun año ha pasado y esta noche estará presente la comunidad que fue testigo de su generosidad, de su desapego a las cosas materiales, porque ella solía decir que lo que hacía feliz su alma era compartir el pan con los que menos tienen. Fue una agradecida de la vida y así lo demostró a cada paso, cuando no escatimó nada para crear la plazoleta, para viajar hasta el santuario de Quillacollo y traer la sagrada imagen de su "mamita del cerro", la Virgencita de Urkupiña, para mantener siempre limpia y llena de flores la gruta, para preparar la fiesta de la Virgen cada 15 de agosto", dijo con gran sentimiento Alvaro Quipildor, un joven devoto que acompañó y trabajó junto a Ignacia hasta el final de sus días.

Sin lugar a dudas, grande fue la fe de Ignacia, una fe que se tradujo en obras, que se materializaba en las donaciones que realizaba para los comedores que atendía la parroquia, dejó para todos un ejemplo de desprendimiento, de tesonero trabajo y de un corazón altamente solidario. Y fue por ello que el padre Gustavo Leiva, quien por entonces era párroco de San Andrés, la definió como uno de los puntales de la comunidad, como una mujer emprendedora, alegre, siempre optimista, con un amor muy grande a la Virgen, una mujer generosa que sabía dar a manos llenas, no de lo que le sobraba, sino de lo que verdaderamente le hacía falta.

"Ignacia será recordada no sólo por lo que dio, sino por lo que realmente, fue, una mujer de fe, sencilla, humilde que supo compartir también sus bienes con los demás y dejarnos el testimonio de su fe", dijo en aquella oportunidad el sacerdote.