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Luego de 50 años un hijo se reencontró con su padre

Martes, 01 de septiembre de 2015 00:00
<p>BÚSQUEDA CON UNA FINAL FELIZ/ CARLOS AGUILERA JUNTO A SU PADRE FÉLIX ROMERO, SU ESPOSA ADRIANA Y SU HIJA.</p>

Cincuenta años en la vida de un ser humano es mucho tiempo y se acrecienta cuando el corazón ansía un milagro, cuando los brazos cargados de caricias esperan el tan anhelado abrazo con el ser que le dio vida y que por esas cosas del destino no pudo conocer. Esta es la historia de Carlos Aguilera y de su padre Félix Romero, una historia de vida que merece ser compartida.

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Cincuenta años en la vida de un ser humano es mucho tiempo y se acrecienta cuando el corazón ansía un milagro, cuando los brazos cargados de caricias esperan el tan anhelado abrazo con el ser que le dio vida y que por esas cosas del destino no pudo conocer. Esta es la historia de Carlos Aguilera y de su padre Félix Romero, una historia de vida que merece ser compartida.

Cada ser humano trae consigo las huellas de su historia familiar y cuando hay heridas que marcan de alguna manera su vida, nace la imperiosa necesidad de cerrarlas para que pueda construir su propia historia ya desde otra mirada, más optimista, positiva, sin sombras ni vacíos. Historias de vida, tan igual o disímil a otras, la de Carlos es la de un niño que perdió contacto con su padre antes de cumplir los dos años y siendo adulto, inició una búsqueda que tuvo un final feliz, cuando el destino le devolvió lo que le arrebató hace tiempo, pudiendo reencontrarse con el ser que le dio la vida, luego de casi medio siglo.

Y en agosto pasado, tan significativo, tan místico, fue el tiempo elegido para el reencuentro. Este mes Carlos cumplió 51 años y como cada cumpleaños, lo vivió junto a su gran familia y a su pachamama. Pero esta celebración, fue diferente, como regalo la vida le devolvió esa parte importante que le faltaba a su corazón de niño y que necesitó en su adolescencia y en su juventud y que siendo ya hombre, esposo y padre nunca dejó de necesitar. Y no es que Carlos fuese infeliz por no haber vivido junto a su padre, sino simplemente, lo movilizó la necesidad por conocer a quien le dio la vida y completar ese árbol familiar donde siempre quedaba un espacio vacío. El pequeño Carlos creció en el hogar materno muy numeroso y familiero, ya que su madre Camila Lellis Aguilera, le regaló once hermanos.

La búsqueda

Fue hace quince años cuando Carlos luego de compartir este ferviente anhelo con esposa Adriana Arce y sus hijos Carla, Walter y Leslie, sintió el apoyo y el acompañamiento incondicional. Juntos iniciaron la esperanzada búsqueda recurriendo a los programas de televisión de medios nacionales, de quienes no recibieron respuesta alguna. Algunos datos encontrados en Jujuy los llevó hasta la provincia de Corrientes, donde se abrió una pequeña esperanza. "Soy policía retirada y con la ayuda de mis compañeras fui encontrando datos. Se acercaba agosto y el cumpleaños de mi esposo y queríamos darle la felicidad de conocer a su padre, con mi hija Leslie viajamos a Empedrado en Corrientes y en el Registro Civil, había siete personas con el nombre de Félix Romero, pero uno sólo coincidía con la fecha de nacimiento y salió en la pantalla la foto. Leslie estaba segura que ese era su abuelo porque encontró un parecido con mi marido. Me dieron otros datos y el número de celular. Lo llamamos y cuando le dije que lo buscaba para saber si era el padre de mi marido Carlos, me preguntó si era el hijo de Camila, luego pudo hablar con mi esposo con voces entrecortadas por la emoción y las lágrimas y prometió viajar a Jujuy", comentó Adriana y agregó que por el estado de salud no podía viajar sólo y una de sus hijas fue a traer a su abuelo.

El esperado encuentro

Cuando Félix Romero llegó a El Piquete y cruzó el umbral de la casa y vio a su hijo las palabras parecieron estar de más.

Hablaron a gritos los gestos, las miradas, las lágrimas que salieron a raudales cuando ambos se fundieron en un interminable abrazo.

"Todavía no puedo creer que lo tenga junto a mí, que tengo seis hermanos y veinticuatro sobrinos más. La familia se agrandó y compartir la felicidad es la única manera de multiplicarla”.

“Gracias a Dios, a la vida, a mi esposa, a mis hijos, gracias por la felicidad inmensa que me permitieron vivir. Conocí a mi padre, lo abracé, hablamos, lloramos, reímos. Me siento feliz", relató Carlos.

En tanto, Félix sólo atinó a decir: "no puedo expresar lo que sentí cuando oí su voz, le agradecí a Dios por esta oportunidad que me dio para conocer a mi hijo y cuando lo tuve frente a mi sólo sentí la necesidad de darle un abrazo que expresara mi amor y mi felicidad”.

“He encontrado a mi hijo. Vida estamos en paz", dijo el emocionado padre.

La búsqueda había terminado.

Era tiempo de reconstruir los lazos familiares.