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Elber Quipildor, el joven abrapampeño y una lección

Jueves, 07 de enero de 2016 01:30
<p>EN FAMILIA/ ELBER EN MEDIO DE SUS PADRES ANDRES QUIPILDOR Y MARIA MAMANI</p>&nbsp;

La motivación para que una persona supere barreras que parecen muy complicadas en sus vidas quedan de lado cuando se pone el corazón y un plus extra cuando se encuentra alguna motivación.

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La motivación para que una persona supere barreras que parecen muy complicadas en sus vidas quedan de lado cuando se pone el corazón y un plus extra cuando se encuentra alguna motivación.

Es lo que sucede con Elber, hijo de Andrés Quipildor (docente) y María Mamaní, ambos comentaron al enviado de este matutino para cubrir las alternativas de la afamada competencia en su paso por Abra Pampa, algunos pasajes de su vida.

Comenzaron diciendo que Elber es hipoacúsico, pero por algún motivo le gustó El Tribuno de Jujuy, convirtiéndose en un fanático lector del diario. Se interesó por las páginas de deporte y dentro de su condición empezó a leer los títulos.

Cada vez lo hacía con mayor gusto, hecho que despertó la admiración de sus padres que no le hacen faltar un ejemplar cada día.

Agregaron que al ver cómo avanza su recuperación, lo ayudan y motivan para que siga en ese camino, aprovecharon para ratificar su confianza en el diario por la información variada que está ayudando mucho a su hijo.

Elber mostró orgulloso la remera que le obsequió este matutino en una visita que efectuó al mismo. Los padres siguieron hablando de su hijo con una tremenda emoción contenida que él asentía con la cabeza. Dada la importancia del Dakar, madrugaron y lo llevaron al lugar más alto del cerro para que tenga una visual fantástica de todo el espectáculo.

Al momento de la despedida, el apretón de manos emocionado de Elber Quipildor pudo más que mil palabras y ese gesto inocente golpeó fuerte en el corazón, porque dejó a quien escribe una valiosa lección de vida, porque allí en medio de un paisaje maravilloso en plena Puna jujeña, se llega a comprender que acciones sencillas pueden para algunos tener un valor inconmensurable.

Para completar un cuadro emocional, allí arriba de todos y “cerca del cielo” fue digno el comportamiento de la gente lugareña, porque en familia escalaron el cerro, hasta llevaron sus mascotas. Portaron los insumos necesarios para comer durante la jornada “tuerca”. A su estilo de poco hablar, pero palabras sabias al abrir la boca, comentaron la inmensa felicidad que significó para ellos, poder presenciar un Dakar con toda la importancia que tiene a nivel mundial.

Otros levantaron en sus manos orgullosas la Bandera argentina que allá arriba tiene mayor valor agregado, por eso flameaba el celeste y blanco que hacía juego con el cielo azulado y las nubes blanquecinas.

No solo eran de Abra Pampa, sino de otros lugares alejados pero que no quisieron perderse la pasión que generó el Dakar.