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El Gobierno modifica la reforma laboral

Martes, 15 de marzo de 2016 01:30
MANUEL VALLS. 
El primer ministro francés, Manuel Valls, presentó ayer una nueva redacción de la reforma laboral de su Gobierno, que modera el alcance liberal del primer borrador, en busca del visto bueno de los sindicatos y asociaciones de estudiantes, que se habían mostrado unánimemente en contra.
Valls, en un discurso ante los interlocutores sociales, señaló que se trata de "un nuevo comienzo" e insistió en que su Ejecutivo aprovechó el plazo adicional que se había dado ante las voces de rechazo, luego de que más de 200 mil personas marcharan contra el proyecto en todo el país, la semana pasada.
A la vista de las primeras reacciones, con las concesiones que contiene el proyecto de ley, el Gobierno socialista logró que los sindicatos considerados "reformistas" cambiaran su oposición y anunciaran que van a examinar el texto en detalle y consultar con sus bases en los próximos días.
El principal de todos ellos es la Confederación Francesa de Trabajadores (Cfdt), cuyo secretario general, Laurent Berger, subrayó "los avances conseguidos" porque se ha pasado de "un proyecto que era desequilibrado" a otro que "puede ser beneficioso para los jóvenes y para los trabajadores". Sin embargo, queda otro frente sindical, liderado por la Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera (FO) y la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (Unef), que estimó "marginales" las novedades aportadas ayer, y que mantiene el calendario de nuevas movilizaciones, en particular la huelga general del 31 de marzo.
La principal de esas concesiones es la renuncia a establecer un tope a las indemnizaciones por despido improcedente, sustituido por "un esquema indicativo" (de tres a 15 meses de salario, según la antigüedad) que servirá de referencia para los jueces de lo social.
Valls también dio marcha atrás parcial en otra exigencia de la Cfdt sobre las causas que podrán esgrimir las empresas para proceder a despidos económicos, entre los que se incluyen la caída de ingresos o una pérdida de explotación.
Como los sindicatos temían que las grandes corporaciones usaran artificios contables para forzar pérdidas en sus filiales francesas y poder así despedir, el Gobierno dejará que sean los jueces los que establezcan si ha habido una voluntad de falsear las cuentas. "Los grandes grupos no podrán provocar artificialmente dificultades económicas en su implantación francesa para justificar un despido sin ser sancionados", aseguró el primer ministro.

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El primer ministro francés, Manuel Valls, presentó ayer una nueva redacción de la reforma laboral de su Gobierno, que modera el alcance liberal del primer borrador, en busca del visto bueno de los sindicatos y asociaciones de estudiantes, que se habían mostrado unánimemente en contra.
Valls, en un discurso ante los interlocutores sociales, señaló que se trata de "un nuevo comienzo" e insistió en que su Ejecutivo aprovechó el plazo adicional que se había dado ante las voces de rechazo, luego de que más de 200 mil personas marcharan contra el proyecto en todo el país, la semana pasada.
A la vista de las primeras reacciones, con las concesiones que contiene el proyecto de ley, el Gobierno socialista logró que los sindicatos considerados "reformistas" cambiaran su oposición y anunciaran que van a examinar el texto en detalle y consultar con sus bases en los próximos días.
El principal de todos ellos es la Confederación Francesa de Trabajadores (Cfdt), cuyo secretario general, Laurent Berger, subrayó "los avances conseguidos" porque se ha pasado de "un proyecto que era desequilibrado" a otro que "puede ser beneficioso para los jóvenes y para los trabajadores". Sin embargo, queda otro frente sindical, liderado por la Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera (FO) y la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (Unef), que estimó "marginales" las novedades aportadas ayer, y que mantiene el calendario de nuevas movilizaciones, en particular la huelga general del 31 de marzo.
La principal de esas concesiones es la renuncia a establecer un tope a las indemnizaciones por despido improcedente, sustituido por "un esquema indicativo" (de tres a 15 meses de salario, según la antigüedad) que servirá de referencia para los jueces de lo social.
Valls también dio marcha atrás parcial en otra exigencia de la Cfdt sobre las causas que podrán esgrimir las empresas para proceder a despidos económicos, entre los que se incluyen la caída de ingresos o una pérdida de explotación.
Como los sindicatos temían que las grandes corporaciones usaran artificios contables para forzar pérdidas en sus filiales francesas y poder así despedir, el Gobierno dejará que sean los jueces los que establezcan si ha habido una voluntad de falsear las cuentas. "Los grandes grupos no podrán provocar artificialmente dificultades económicas en su implantación francesa para justificar un despido sin ser sancionados", aseguró el primer ministro.

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