¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

11°
18 de Mayo,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

¿Ahora viene lo mejor?

Domingo, 24 de abril de 2016 13:42

¿Ahora viene lo mejor?

Una tarea gigantesca le espera a Mauricio Macri en el objetivo que dice haberse fijado: convencer a los argentinos de que empieza una "nueva etapa, de empleo y crecimiento", tras la salida de la cesación de pagos, en medio del susto que provoca en la gente el ajuste sobre bolsillos cada vez más maltratados por la inflación, los aumentos de tarifas y la pérdida de puestos de trabajo.
Habían pasado apenas unas horas del pago a los fondos buitre, y el Presidente eligió las redes sociales para instalar el supuesto carácter fundacional de haber terminado con un litigio que parecía irresoluble.
Nada de cadena nacional: Macri posteó en Facebook que con este paso la Argentina empieza a "recuperar la credibilidad perdida y a ser un país confiable frente al mundo".
Prefiere apelar a la comunicación concisa -su mensaje contiene apenas un párrafo largo y otro corto-, en parte porque carece de la retórica de otros presidentes como Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner o Cristina Fernández, y parece pretender hacer de la necesidad, virtud.
Pero también porque está asesorado por un grupo de gurúes que lo pretenden instalar como la contracara de todo lo anterior, un líder de una nueva forma de gobernar.
Aún falta mucho para saber qué lugar le tocará en la historia, porque la mayoría de las páginas de su gobierno aún están por escribirse, pero está claro que la intención es dar un giro a la forma en que se venía ejerciendo el poder, no sólo en el fondo, sino también en las formas.
El costo del pago a los fondos especulativos fue muy alto, de 9.300 millones de dólares, y hay más dudas que certezas sobre los beneficios que esta decisión tendrá en el día a día de la economía.
Los endeudamientos excesivos casi siempre terminaron mal en la Argentina, porque fueron únicamente negocio de financistas internacionales y banqueros locales que operaron a favor de sus propios bolsillos.
Pero es justo decir que cierta idiosincrasia de la clase política ha hecho un culto de no pagar las deudas, y deslindar responsabilidades ante las decisiones tomadas, cargando culpas siempre sobre otros.
El propio cristinismo instaló la idea de que la deuda no había que pagarla en los términos exigidos por los fondos buitre excusándose en que los fallos habían sido dictados por un juez controversial como el norteamericano Thomas Griesa y sugiriendo que se trataba casi de un complot internacional.
La deuda había crecido en intereses y punitorios, y los negociadores argentinos lograron una quita que ronda el 40 por ciento de lo reclamado, lo cual aún no puede mensurarse como éxito o fracaso.
Pero la ahora oposición -que hizo un culto de la falta de autocrítica durante más de 10 años- no repara al disparar sus dardos en que tanto el canje lanzado por Kirchner en 2005 como el de la propia Fernández en el 2010, aceptaron someterse a la jurisdicción de Nueva York, y que en los tribunales de Manhattan al país le fue mal en todas las instancias.
Como ocurrió con la polémica y costosa jugada de Macri, también generó dudas en su momento Kirchner, cuando a fines del 2005 decidió mandar al diablo al FMI y le pagó cash una suma similar (9.810 millones de dólares), aunque en este caso con reservas.
En aquella oportunidad, el entonces presidente se sacó de encima a un tábano crítico que marcaba minuto a minuto los pasos que daba la Argentina. En este caso, Macri parece convencido de que al cerrar los litigios abiertos en Nueva York, las inversiones llegarán en tropel a la Argentina porque pudo removerse el obstáculo que impedía abrir la puerta del financiamiento externo.
Ojalá esas inversiones lleguen y se usen bien. Es decir, no caigan en nichos de corrupción similares a los que ahora investiga una Justicia que parece empezar a salir del letargo.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

¿Ahora viene lo mejor?

Una tarea gigantesca le espera a Mauricio Macri en el objetivo que dice haberse fijado: convencer a los argentinos de que empieza una "nueva etapa, de empleo y crecimiento", tras la salida de la cesación de pagos, en medio del susto que provoca en la gente el ajuste sobre bolsillos cada vez más maltratados por la inflación, los aumentos de tarifas y la pérdida de puestos de trabajo.
Habían pasado apenas unas horas del pago a los fondos buitre, y el Presidente eligió las redes sociales para instalar el supuesto carácter fundacional de haber terminado con un litigio que parecía irresoluble.
Nada de cadena nacional: Macri posteó en Facebook que con este paso la Argentina empieza a "recuperar la credibilidad perdida y a ser un país confiable frente al mundo".
Prefiere apelar a la comunicación concisa -su mensaje contiene apenas un párrafo largo y otro corto-, en parte porque carece de la retórica de otros presidentes como Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner o Cristina Fernández, y parece pretender hacer de la necesidad, virtud.
Pero también porque está asesorado por un grupo de gurúes que lo pretenden instalar como la contracara de todo lo anterior, un líder de una nueva forma de gobernar.
Aún falta mucho para saber qué lugar le tocará en la historia, porque la mayoría de las páginas de su gobierno aún están por escribirse, pero está claro que la intención es dar un giro a la forma en que se venía ejerciendo el poder, no sólo en el fondo, sino también en las formas.
El costo del pago a los fondos especulativos fue muy alto, de 9.300 millones de dólares, y hay más dudas que certezas sobre los beneficios que esta decisión tendrá en el día a día de la economía.
Los endeudamientos excesivos casi siempre terminaron mal en la Argentina, porque fueron únicamente negocio de financistas internacionales y banqueros locales que operaron a favor de sus propios bolsillos.
Pero es justo decir que cierta idiosincrasia de la clase política ha hecho un culto de no pagar las deudas, y deslindar responsabilidades ante las decisiones tomadas, cargando culpas siempre sobre otros.
El propio cristinismo instaló la idea de que la deuda no había que pagarla en los términos exigidos por los fondos buitre excusándose en que los fallos habían sido dictados por un juez controversial como el norteamericano Thomas Griesa y sugiriendo que se trataba casi de un complot internacional.
La deuda había crecido en intereses y punitorios, y los negociadores argentinos lograron una quita que ronda el 40 por ciento de lo reclamado, lo cual aún no puede mensurarse como éxito o fracaso.
Pero la ahora oposición -que hizo un culto de la falta de autocrítica durante más de 10 años- no repara al disparar sus dardos en que tanto el canje lanzado por Kirchner en 2005 como el de la propia Fernández en el 2010, aceptaron someterse a la jurisdicción de Nueva York, y que en los tribunales de Manhattan al país le fue mal en todas las instancias.
Como ocurrió con la polémica y costosa jugada de Macri, también generó dudas en su momento Kirchner, cuando a fines del 2005 decidió mandar al diablo al FMI y le pagó cash una suma similar (9.810 millones de dólares), aunque en este caso con reservas.
En aquella oportunidad, el entonces presidente se sacó de encima a un tábano crítico que marcaba minuto a minuto los pasos que daba la Argentina. En este caso, Macri parece convencido de que al cerrar los litigios abiertos en Nueva York, las inversiones llegarán en tropel a la Argentina porque pudo removerse el obstáculo que impedía abrir la puerta del financiamiento externo.
Ojalá esas inversiones lleguen y se usen bien. Es decir, no caigan en nichos de corrupción similares a los que ahora investiga una Justicia que parece empezar a salir del letargo.