¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
24 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. Corriendo riesgos

Domingo, 15 de octubre de 2017 21:57

 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

 

Y aunque no me crean, mi trabajo de remisero me puso en situaciones más extrañas, nos dijo el remisero recordando aquella vez en que vio el cuerpo de un suri a la vera de la ruta, se apeó para alzar las plumas y se dejó mirar por sus ojos en agonía. Juraría, nos dijo, que me vio en el mismo instante en que se moría.

El remisero guardó un silencio tenso que respetamos. De tanto contar cuentos, sabíamos que debíamos aguardar a que el narrador continuara, porque aquella pausa no era sólo para recordar lo lejano, para digerir un dolor o para ver cómo encarar la historia, sino para que en nosotros se abriera la puerta del misterio y, una vez logrado, continuó diciendo que quien mira al morir, dicen que aparece en los sueños del mirado.

Yo nunca escuché que se dijeran semejantes cosas, dijo Armando pero agregó que le sonaba a cierto, que es lo más parecido a la verdad. Como sea, siguió contando el remisero, eso fue lo que sucedió.

Me habían contratado para llevarle tola a una llama nacida cerca de Abra Pampa, y que la extrañaba hasta la bulimia desde que vivía en Tilcara, y entonces dormí en una pensión de la ciudad puneña, dijo el chofer pero don Braulio le preguntó que cuanta tola podía llevar un auto en su baulera.

Lo suficiente para el tratamiento contra la abstinencia que le tenía preparado el llamero, le respondió, y corríamos un serio riesgo de que el cuento tratara del tratamiento del camélido antes que del sueño sobre el suri, pero el remisero parecía ser tan buen conductor de cuentos como de autos.