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¿Comienza la autopsia de una época?

Jueves, 26 de octubre de 2017 00:00

El doloroso tema de Santiago Maldonado tuvo al país en vilo. Cuando se encontró su cuerpo, los ojos de cuarenta millones de argentinos se pegaron a las pantallas de tv para participar, aunque fuese tangencialmente, el macabro "espectáculo" de la autopsia. Porque más allá de la inevitable morbosidad intrínseca que generaba el caso, la obsesión era "escuchar" porque el cuerpo habla, como dicen los peritos, los criminólogos, tanatólogos y todos los especialistas. Y el cuerpo habló. Claramente. Fuertemente. Más de cincuenta profesionales especializados recibieron los mensajes y todos coincidieron en lo que escucharon. Ahora sólo quedan detalles que seguramente confirmarán los primeros mensajes. Y después de todo, quizás, se serenen las pasiones, se separe la paja del trigo y la verdad pueda cerrar el terrible capítulo. Citado el ejemplo, nos reubicamos en la rigurosa actualidad política y la pregunta surge automática, inevitable: tras la derrota electoral de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y con el arquitecto Julio Miguel De Vido finalmente preso ¿los argentinos comenzaremos a ver la autopsia de la era K?, ¿la Justicia armada de bisturís, sierras y escalpelos, llegará a abrir el cuerpo -hoy inerte- de la "década ganada" para exponer sus secretos más arcanos? Si así fuera, los cuarenta millones de argentinos podrían tener confirmaciones de las razones que llevaron a la caída de un modelo de gobierno que se soñó eterno y vivió sus últimos años sumergido en un mandato casi místico.

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El doloroso tema de Santiago Maldonado tuvo al país en vilo. Cuando se encontró su cuerpo, los ojos de cuarenta millones de argentinos se pegaron a las pantallas de tv para participar, aunque fuese tangencialmente, el macabro "espectáculo" de la autopsia. Porque más allá de la inevitable morbosidad intrínseca que generaba el caso, la obsesión era "escuchar" porque el cuerpo habla, como dicen los peritos, los criminólogos, tanatólogos y todos los especialistas. Y el cuerpo habló. Claramente. Fuertemente. Más de cincuenta profesionales especializados recibieron los mensajes y todos coincidieron en lo que escucharon. Ahora sólo quedan detalles que seguramente confirmarán los primeros mensajes. Y después de todo, quizás, se serenen las pasiones, se separe la paja del trigo y la verdad pueda cerrar el terrible capítulo. Citado el ejemplo, nos reubicamos en la rigurosa actualidad política y la pregunta surge automática, inevitable: tras la derrota electoral de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y con el arquitecto Julio Miguel De Vido finalmente preso ¿los argentinos comenzaremos a ver la autopsia de la era K?, ¿la Justicia armada de bisturís, sierras y escalpelos, llegará a abrir el cuerpo -hoy inerte- de la "década ganada" para exponer sus secretos más arcanos? Si así fuera, los cuarenta millones de argentinos podrían tener confirmaciones de las razones que llevaron a la caída de un modelo de gobierno que se soñó eterno y vivió sus últimos años sumergido en un mandato casi místico.

 

Acusado en causas de corrupción, el exministro de Planificación fue desaforado ayer por la Cámara de Diputados.

Hubo antecedentes en el país que indican que hoy también es posible que ocurra la autopsia de una época. Recientemente aparecen el juicio al expresidente Carlos Menem, hoy condenado por contrabando de armas a Ecuador y derivación de la explosión de una fábrica de explosivos y municiones en Córdoba; el juicio al expresidente Fernando De La Rúa y un puñado de senadores nacionales, por aquella "banelco" y las reformas laborales en el país. Pero sin dudas, el juicio a las juntas militares que gobernaron desde 1976 a 1983, es el precedente más importante. La disección de esa época dejó reveladas las entrañas de un proyecto que una vez conocido en detalle, quedó juzgado, castigado y extirpado para siempre de la vida de nuestro país. De los primeros ejemplos, hay aún deudas pendientes. El expresidente riojano sigue siendo senador nacional quizás por exceso de tolerancia o conmiseración de la Justicia; los participantes del reparto de "la banelco" zafaron de las garras de la Justicia, pero la condena social los fue apartando de la vida pública.

 

Ayer la conmoción política aturdió al país. Los abogados de don Julio intentaron contrarreloj recursos de eximición de prisión, excarcelación y nulidades varias. Exgobernadores y gobernadores en ejercicio -peronistas y de clara identificación con el kirchnerismo- intentaron también una última orden a sus diputados, para que protegiesen con su voto al exhombre fuerte de los gobiernos "K". Se comentaba que la propia senadora electa, desde un discretísimo cono de sombras, habría sugerido cuidar a De Vido. Todo en nombre de mejores épocas de examigos. Héctor Recalde, logró reunir unos 30 diputados nacionales del total de 71, para anunciar que no bajarían al recinto porque el oficialismo ya tenía los dos tercios para el desafuero. Así decorosamente zafaron de tener que exponer las desavenencias y fracturas internas. Con el libreto K en la mano, criticó al gobierno y atacó a los jueces. (Información que el amable lector tendrá completa en las páginas nacionales de El Tribuno de Jujuy). Nada dio resultado. Finalmente, la Cámara de diputados quitó los fueros al legislador y lo dejó al alcance de los jueces Claudio Bonadío y Luis Rodríguez, que por mandato de la Cámara Federal, habían reclamado su desafuero e inmediata detención. Las razones en esta ocasión son los juicios en curso por supuesta defraudación al estado por una obra de Yacimientos Carboníferos Fiscales en Rio Turbio presupuestada en $26 mil millones, aparentemente plagada de irregularidades, sobreprecios y desvíos de fondos, y la compra de Gas Licuado al exterior, por u$s 7 mil millones (en pesos más de $ 119 mil millones), por supuestos sobreprecios y exorbitantes desvíos de plata. Así don Julio ahora se suma al combo de detenidos identificados con el gobierno que finalizó en diciembre del 2015, y que por ahora integran José López, Ricardo Jaime, Lázaro Báez, Daniel Pérez Gadín, Jorge Manzanares, Jorge Chueco, Roberto Baratta, Claudio Minicelli, Juan Pablo "el pata" Medina, César Milani y otros de menor exposición pública.

Hasta aquí, ningún preso "se quebró", y excepto Roberto Baratta que en su declaración ante el juez nombró al menos a 20 personas, nadie involucró a otros funcionarios o empresarios, ni dieron detalles de indicios de las supuestas operatorias anómalas. En el comportamiento de los mecanismos que defendían al extodopoderoso ministro de Planificación Federal, que desde los lejanos años de la gobernación de Néstor Kirchner en la sureña Santa Cruz, acompañó al "modelo" aportándole su inteligencia y su estrategia de gobierno, que ya no son eficaces las órdenes ni las sugerencias. Al parecer, ni siquiera las súplicas. Y aunque en política jamás hay que certificar la defunción de nadie, con don Julio De Vido preso, quizás se inicie la autopsia política de una época extensa, polémica y controvertida, que objetivamente, sin pasiones ni ánimos de venganza, le explique a los argentinos, si todo es una monumental persecución política del nuevo gobierno, o bien qué pasó, cómo fue, y qué tan culpables son los supuestos culpables. Porque de una autopsia, aprendimos, se obtienen todas las respuestas.

 

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