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Laberintos humanos. En la ruta

Domingo, 08 de octubre de 2017 20:51

El pasajero parecía empeñado en saber si había llevado alguna vez al diablo, nos contó el remisero, y cuando le dije que no, me preguntó si había llevado a algún santito o a la Virgen María. No, le dije para decepcionarlo, pero si quiere que le cuente algo y tiene suficiente dinero, tomemos la ruta a Humahuaca que ya se me agotaron las calles de Tilcara.

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El pasajero parecía empeñado en saber si había llevado alguna vez al diablo, nos contó el remisero, y cuando le dije que no, me preguntó si había llevado a algún santito o a la Virgen María. No, le dije para decepcionarlo, pero si quiere que le cuente algo y tiene suficiente dinero, tomemos la ruta a Humahuaca que ya se me agotaron las calles de Tilcara.

El pasajero había subido para pedirle dar una vuelta, porque lo que parecía era sufrir de insomnio. Así fue que salieron a la ruta en plena madrugada, y el pasajero le dijo al remisero que cuente nomás, pero maneje con cuidado, sugirió. Entonces, el remisero nos contó que le contó al pasajero de aquella vez que una niña subió a su coche.

Yo venía de Huacalera, y ella me paró como llegando a la estación de servicio, dijo. Subió y me pidió que regresara para el norte. Me sorprendió cuando la miré por el retrovisor y era ya una moza, pero pensé que me había confundido. Al pasar el puente de Juella ya era una muchacha muy atractiva, pero al llegar a Perchel había pasado los treinta años.

Usted no me va a creer, le dijo el remisero al pasajero, pero el pasajero estaba ya muy metido en la historia y esperaba el final del cuento. Cuando llegamos a Colonia San José, la niña era una abuela cargada de años, le dijo el remisero cuando pasaban por Colonia San José y vieron, a la vera de la ruta, a una abuela que hacía señas para parar el remis.

El pasajero le dijo que la alzara, y eso hizo, nos contó el remisero, en esa madrugada que aún no amenazaba con amanecer.