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Riesgo: dejarse corromper

Lunes, 20 de febrero de 2017 21:40

 

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¡Buen día!

Hoy quisiera seguir compartir un texto del Papa Francisco en su discurso a los participantes en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares (Vaticano, 5 de noviembre de 2016). Hablaba de dos riesgos. Al primero lo identificó como el de “dejarse enconsetar”, Transcripto en nuestra nota del mes pasado. Al segundo lo ligó a la corrupción:


“El segundo riesgo es dejarse corromper. Así como la política no es asunto de los ‘políticos’, la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y hay también corrupción en las organizaciones sociales y en los movimientos populares.


Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social. Es justo decir que muchas veces se manipulan los casos de corrupción con malas intenciones. Pero también es justo aclarar que quienes han optado por una vida de servicio tiene una obligación adicional que se suma a la honestidad con la que cualquier persona debe actuar en la vida. La vara es más alta: hay que vivir la vocación de servir con un fuerte sentido de la austeridad y de la humildad. Esto vale para los políticos, pero también vale para los dirigentes sociales y para nosotros, los pastores.


Dije ‘austeridad’. Quisiera aclarar a qué me refiero con la palabra austeridad. Puede ser una palabra equívoca. Austeridad moral, austeridad en el modo de vivir, austeridad en cómo llevo adelante mi vida, mi familia. Austeridad moral y humana. Porque en el campo más científico, científico-económico si se quiere, o de las ciencias del mercado, austeridad es sinónimo de ajuste. A esto no me refiero. No estoy hablando de eso.


A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le guste el dinero, los banquetes exuberantes, los trajes refinados, los autos de lujo le aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón y rece para que Dios lo libere de esas ataduras”.

 

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