Estimado lector que lees por primera vez nuestra columna: además de darte la bienvenida, te diremos que nos complace introducirte en la música clásica y en especial la música antigua, de una forma simple pero correcta.
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Estimado lector que lees por primera vez nuestra columna: además de darte la bienvenida, te diremos que nos complace introducirte en la música clásica y en especial la música antigua, de una forma simple pero correcta.
¿Por qué la música clásica? Porque es un género que ha dado al mundo obras de gran trascendencia desde la antigüedad y se sigue cultivando.
¿Quién no ha escuchado alguna vez en la radio al pasar por las calles o las tiendas las oberturas de “El Barbero de Sevilla” o “Una pequeña música nocturna“ de Wolfgang Amadeus Mozart, por sólo citar ejemplos? ¿Quién no reconoce enseguida el “Brindis“ de la ópera “La Traviata”?
Uno de los compositores más prolíficos y más reconocidos es Johann Sebastian Bach. Seguramente el lector amante del cine podrá asociar algún preludio para órgano de Bach con una escena de cierta película dramática o hasta de terror. Es que la seriedad y gravedad de sus composiciones se prestan para estas emociones pero también para la alegría, como sus cantatas campesinas o sus canciones de amor, escritas para su esposa Ana Magdalena.
Bach nació en Eisenach, Alemania el 21 de marzo de 1585. Recordemos que la división religiosa en Europa había sentado sus líneas. Lutero se rebela contra la iglesia católica y muchos nobles europeos se acogen a la nueva iglesia luterana. La biblia se traduce al alemán y la música empieza a tener un rol importante, dejando de lado las pinturas o estatuas típicas de las iglesias católicas.
Bach fue un excelente organista y compositor, siendo uno de los mayores representantes de la música barroca. Fue un hombre de mucho carácter y de una familia musical de tradición. Su religiosidad es conocida así como su descendencia: tuvo 17 hijos de dos matrimonios. Sus hijos fueron también músicos.
Además de componer y tocar el órgano, tocaba el clavicémbalo, el violín, la viola y dirigía coros.
Su religiosidad es notable porque escribió cantatas religiosas para cada domingo del año. Además de misas y pasiones (la más conocida es la Pasión según San Mateo).
Las cantatas son obras para voces y orquesta con textos del evangelio que se cantan durante el servicio religioso de los domingos en las iglesias luteranas. En estas obras hay solos orquestales, arias (obras para la voz solista) así como partes corales.
Escribió 215 cantatas, de las aproximadas 2000 obras que escribiera en total. De éstas se conservan sólo 1080.
Las pasiones son obras religiosas que relatan la pasión de Jesús pero musicalmente también escritas para ser cantadas en las iglesias. Era la forma de llevar a la música la palabra de Dios.
El oratorio de Navidad, escrito por Bach, relata en música el nacimiento de Jesús desde la peregrinación hasta la epifanía.
De sus obras instrumentales son conocidas la toca y fuga en re menor (seguro que el lector la conoce y si la busca en la red, la reconocerá en los primeros cinco segundos), las suites para violonchelo y las sonatas para violín solo.
Sin embargo es sorprendente que en su época fue casi un desconocido. Sólo tocaba en las iglesias de los lugares donde vivió. En Leipzig, por ejemplo, donde trabajó en la iglesia luterana de Santo Tomás. Quizás su personalidad o su fervor religioso junto a su humildad hayan determinado su destino. Brillaba por sí mismo y no necesitaba mostrarlo ni reafirmarlo.
Como maestro se dice que fue muy amable con sus alumnos y los incentivaba a trabajar con dedicación y esmero. Este aliento habla de un buen maestro.
Por todo esto, un ¡muy feliz cumpleaños a uno de los compositores más humildes, conocidos y ejecutados de la historia!
Amigo lector: ¿Te atreves a elegir en la red tu obra favorita de Bach?