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Dolor por la partida de Gregorio “Goyito” Velázquez

De sus manos nacieron las guitarras para Jorge Cafrune y otros tantos artistas que la llevaron por el mundo.

Jueves, 13 de abril de 2017 18:15

SAN PEDRO (Corresponsal). A cada uno Dios le regala dones, a Gregorio “Goyito” Velázquez, le dio las manos y la madera, quiso que al árbol le inventara trinos y sin utilizar su voz, quiso que cada creación suya sea un canto a la vida. Hasta los últimos días, solía hablar de  sus guitarras y sus manos temblorosas, ansiaban tanto buscar la madera para ponerle sonido. En honor a Dios se hizo artesano y así dibujando formas de mujer de mujer nacieron sus guitarras. Para esa época el tiempo no tuvo importancia, luego en su cara se acumularon  como surcos, muchos sueños y esperanzas. De su mano floreció el sonido, cada pedazo de madera tuvo su marca, le dio forma y vida con voz de pájaros. 
En la otoñal mañana de este jueves santo, el artesano de la madera, querido por toda la comunidad sampedreña, dejó este mundo terrenal, partió en un vuelo de pájaros, como partieron sus guitarras, esas de las que nadie supo hasta donde llegaron y que despertaron la admiración de multitudes en distintos escenarios,  En este mes de abril iba a cumplir los 91 años, pero su corazón se detuvo y su alma de duende enamorado, ya libre de toda atadura, levantó vuelo hacia la libertad plena, infinita, eterna. 
Cuatro guitarras hizo para Jorge Cafrune, el gaucho cantor que  honró el talento de “Goyito”  y partió abrazo a sus guitarras, cada una se llevó un pedacito de su vida, cada una se llevó sus sueños de artesano. 
Las guitarras nacidas de sus manos de luthier, sin dudas presintieron su partida y han de socavar en lo profundo del silencio, para recordar las horas en aquel pequeño taller de artesano, donde fueron forjadas con la técnica perfecta de la pasión por el trabajo bien hecho. Obrero de la vida, sembrador de sabiduría y de amor, en el tiempo que le fue prestado para honrar el humilde designio de su existencia.
Artesano, trabajador, esposo, padre, abuelo, amigo, hombre de bien que construyó sus años, junto a las más nobles virtudes que marcaron su vida. Dueños de un espíritu inquieto, de ese duende mágico que no se rinde ante cualquier obstáculo sino más bien, supo utilizar las tantas piedras del camino para construir  un templo, desde donde se mira y se honra la vida.  Grande fue el  privilegio para su familia y el todos los que lo conocimos y disfrutamos de su espontaneo dialogo, de su alegría, de su sabia oratoria que, con las palabras más simple, definía las cosas importantes de la vida.
Fue una mañana de septiembre  de 1995, cuando la revista Grito Verde,  descubrió su talento y plasmó en sus páginas su vida para que muchos conozcan y reconozcan su labor, y el sábado 11 de mayo de 1996, en las postrimerías de su vida, a sus 70 años, Grito Verde quiso, con dulce y esforzado homenaje premiar a su duende de artesano y le otorgó el máximo galardón instituido por la publicación el “Duende de Plata”,  que simboliza esa inspiración, ese espíritu inquieto, esa fuerza que nos permite expresar el amor por nuestra tierra y nuestra gente a través de distintas manifestaciones culturales.
Gracias Goyito por haber dejado esa huella sólo dejan aquellos que se atreven  a forjar sus vidas, como la más grande obra maestra, desde la humildad y la entrega del propio ser.

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SAN PEDRO (Corresponsal). A cada uno Dios le regala dones, a Gregorio “Goyito” Velázquez, le dio las manos y la madera, quiso que al árbol le inventara trinos y sin utilizar su voz, quiso que cada creación suya sea un canto a la vida. Hasta los últimos días, solía hablar de  sus guitarras y sus manos temblorosas, ansiaban tanto buscar la madera para ponerle sonido. En honor a Dios se hizo artesano y así dibujando formas de mujer de mujer nacieron sus guitarras. Para esa época el tiempo no tuvo importancia, luego en su cara se acumularon  como surcos, muchos sueños y esperanzas. De su mano floreció el sonido, cada pedazo de madera tuvo su marca, le dio forma y vida con voz de pájaros. 
En la otoñal mañana de este jueves santo, el artesano de la madera, querido por toda la comunidad sampedreña, dejó este mundo terrenal, partió en un vuelo de pájaros, como partieron sus guitarras, esas de las que nadie supo hasta donde llegaron y que despertaron la admiración de multitudes en distintos escenarios,  En este mes de abril iba a cumplir los 91 años, pero su corazón se detuvo y su alma de duende enamorado, ya libre de toda atadura, levantó vuelo hacia la libertad plena, infinita, eterna. 
Cuatro guitarras hizo para Jorge Cafrune, el gaucho cantor que  honró el talento de “Goyito”  y partió abrazo a sus guitarras, cada una se llevó un pedacito de su vida, cada una se llevó sus sueños de artesano. 
Las guitarras nacidas de sus manos de luthier, sin dudas presintieron su partida y han de socavar en lo profundo del silencio, para recordar las horas en aquel pequeño taller de artesano, donde fueron forjadas con la técnica perfecta de la pasión por el trabajo bien hecho. Obrero de la vida, sembrador de sabiduría y de amor, en el tiempo que le fue prestado para honrar el humilde designio de su existencia.
Artesano, trabajador, esposo, padre, abuelo, amigo, hombre de bien que construyó sus años, junto a las más nobles virtudes que marcaron su vida. Dueños de un espíritu inquieto, de ese duende mágico que no se rinde ante cualquier obstáculo sino más bien, supo utilizar las tantas piedras del camino para construir  un templo, desde donde se mira y se honra la vida.  Grande fue el  privilegio para su familia y el todos los que lo conocimos y disfrutamos de su espontaneo dialogo, de su alegría, de su sabia oratoria que, con las palabras más simple, definía las cosas importantes de la vida.
Fue una mañana de septiembre  de 1995, cuando la revista Grito Verde,  descubrió su talento y plasmó en sus páginas su vida para que muchos conozcan y reconozcan su labor, y el sábado 11 de mayo de 1996, en las postrimerías de su vida, a sus 70 años, Grito Verde quiso, con dulce y esforzado homenaje premiar a su duende de artesano y le otorgó el máximo galardón instituido por la publicación el “Duende de Plata”,  que simboliza esa inspiración, ese espíritu inquieto, esa fuerza que nos permite expresar el amor por nuestra tierra y nuestra gente a través de distintas manifestaciones culturales.
Gracias Goyito por haber dejado esa huella sólo dejan aquellos que se atreven  a forjar sus vidas, como la más grande obra maestra, desde la humildad y la entrega del propio ser.