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El éxito

Domingo, 25 de junio de 2017 20:31

Si bien inconscientes, como cosa natural, mínimamente aspiramos a que los emprendimientos que realizamos tengan el mejor resultado, que nos vaya bien; podríamos perfectamente al final del camino llamarle: éxito (sin olvidar que también a igual esfuerzo puede sobrevenir el fracaso). Los ámbitos pueden ser diferentes (material, espiritual, psicosocial), pero nunca deja de ser un logro de la perseverancia e inteligencia. Desde luego que ello implica una tarea, esfuerzo, convencimiento, tiempo invertido en el propósito. Digamos, no es para holgazanes ni inconstantes. Al respecto, un autor anónimo decía: “El éxito ocurre cuando tus sueños son más grandes que tus excusas”. Demasiado terminante quizás, pero no por ello menos cierto y repetido. Las excusas o pretextos son argumentos que se repiten cuando no se quiere o no se está dispuesto a colaborar, evitando cualquier situación que lo saque de su tranquilidad, y con frecuencia de la responsabilidad personal o comunitaria.

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Si bien inconscientes, como cosa natural, mínimamente aspiramos a que los emprendimientos que realizamos tengan el mejor resultado, que nos vaya bien; podríamos perfectamente al final del camino llamarle: éxito (sin olvidar que también a igual esfuerzo puede sobrevenir el fracaso). Los ámbitos pueden ser diferentes (material, espiritual, psicosocial), pero nunca deja de ser un logro de la perseverancia e inteligencia. Desde luego que ello implica una tarea, esfuerzo, convencimiento, tiempo invertido en el propósito. Digamos, no es para holgazanes ni inconstantes. Al respecto, un autor anónimo decía: “El éxito ocurre cuando tus sueños son más grandes que tus excusas”. Demasiado terminante quizás, pero no por ello menos cierto y repetido. Las excusas o pretextos son argumentos que se repiten cuando no se quiere o no se está dispuesto a colaborar, evitando cualquier situación que lo saque de su tranquilidad, y con frecuencia de la responsabilidad personal o comunitaria.

Y así sin proponernos, terminamos nuevamente mezclando sueños y excusas. Lo más fuerte que leí al respecto es lo de Friedrich Nietzsche: “El que tiene claro los que, soporta los cómo”, si sumamos los dos conceptos, se hace terminante el principio y muy claro para quienes arrastran el irrenunciable argumento de la participación.

Es decir, cuando lo que prima es iniciativa, ganas y creatividad, digamos aporte o presencia, no se comienza por las dificultades, sino por lo que se cuenta o tiene para lo presupuesto. A la inversa, solo detiene el tiempo y la fuerza tan necesaria para llevar a cabo la misión.

Epicuro, 300 a.C. lo decía de la siguiente forma: “De espera en espera consumimos nuestra vida, y nos morimos todos en la costumbre, en la rutina”. ¿Y esto tiene algo que ver con el éxito? Desde luego que sí. Porque el éxito no viene solo ni se mide por los laureles, ¡que pueden ser importantes!, pero suele ser más por el esfuerzo que marca la presencia en el mundo. ¡Estuve y participé!, en oportunidades me fue bien, en otras no tanto, pero estuve.

Reafirmando este parecer, Eduardo Galeano lo patentiza cuando expresa: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo” De esto no hay dudas, pero eso implica actividad, que forzosamente lleva al cambio.

 “A nadie le falta fuerza, lo que a muchísimos les falta es voluntad” dice un anónimo. Y los que supimos de estos menesteres nos aferramos mucho más a realizar el esfuerzo y confiar en la capacidad y sentido común que a todos nos asiste, pero que se debe entrenar con esperanza.

 

 

 

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