¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20°
18 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. Quien le dice

Martes, 18 de julio de 2017 21:52

Como yo no creí que ese cuento del tontito y sus generosos doblones de plata fuera cierto, le pedí a Armando que me llevara a conocerlo. Así llegamos a su casa, apenas más grande que una letrina en la parte más humilde del barrio, y llamamos a la puerta. Nos dijo que pasáramos y lo hicimos y nos sentamos a su lado.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Como yo no creí que ese cuento del tontito y sus generosos doblones de plata fuera cierto, le pedí a Armando que me llevara a conocerlo. Así llegamos a su casa, apenas más grande que una letrina en la parte más humilde del barrio, y llamamos a la puerta. Nos dijo que pasáramos y lo hicimos y nos sentamos a su lado.

 

El tontito metió la mano en un pozo que había en el suelo, a su lado, pero su gesto se transformó. Tanteó, y nada. Miró, cavó y ni una moneda encontró. Lloró silenciosamente creyendo que nadie más lo visitaría, y yo busqué la mirada de Armando, que sólo alcanzó a alzar los hombros. Se había terminado el milagro de los doblones.

 

Que macana, le dije pensando en todo aquello que pude haber comprado, y que realmente necesitaba, pero la suerte no pregunta, sólo actúa. Nos fuimos los tres de la casa humilde, el tontito, Armando y yo, pero Armando sonreía. Cuando nos sentamos a tomar té con biscochos en la cocina de su casa, Armando sugirió que acaso tuvimos suerte.

 

Será, le dije mientras miraba al tontito merendar lleno de hambre sincero, al tiempo que en la pantalla de la televisión vimos nuestro propio barrio, donde el periodista hablaba de un tontito que repartía, generosamente, doblones de plata. El tontito nos miró con una sonrisa traviesa, se puso de pie y se fue corriendo.

 

Lo de los doblones parece que era cierto, le dije a Armando, lo que me parece que fue mentira es que se tratara de un tonto. Será, me dijo Armando mojando un biscocho en su taza de té bien cargado. Quien le dice, sugirió.