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Cuando lo urgente no es lo importante

Redes sociales, sociedad, funcionarios de tercera línea y algunos medios discuten temas circundantes al caso del joven de Maimará atropellado. Pareciera que la disputa sobre si era carrocero o no, o adelantar su fallecimiento fuera una premisa por sobre lo importante: la desidia de una persona que atropelló y dejó con muerte cerebral a Matias. 

Lunes, 18 de septiembre de 2017 20:15

Matías Puca es un joven de 18 años, con una pequeña niña de más de un año de vida. Con las ilusiones a flor de piel, y toda la energía de la juventud, partió hacia la capital provincial a acompañar a la carroza de su colegio, la Escuela Técnica de Maimará. Ésta iba a ser tal vez la última en calidad de estudiante. Nada podía salir mal. Su abuelo le había firmado el permiso para trabajar en la escuela, aunque no lo tenía para viajar con el establecimiento, por lo que lo hizo con su mamá.

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Matías Puca es un joven de 18 años, con una pequeña niña de más de un año de vida. Con las ilusiones a flor de piel, y toda la energía de la juventud, partió hacia la capital provincial a acompañar a la carroza de su colegio, la Escuela Técnica de Maimará. Ésta iba a ser tal vez la última en calidad de estudiante. Nada podía salir mal. Su abuelo le había firmado el permiso para trabajar en la escuela, aunque no lo tenía para viajar con el establecimiento, por lo que lo hizo con su mamá.

Ya instalado en la casa de su abuela en San Salvador de Jujuy, partió rumbo al canchón para encontrarse con sus compañeros y trabajar para lo que quedara de hacer en la carroza. Jamás iba a imaginarse que también se encontraría con la tragedia. Un desaprensivo asesino al volante lo atropelló y huyó. El resto es historia conocida. Matías hoy, con muerte cerebral, espera un milagro o la desconexión, para lo que su madre debe dar la autorización. Se habló mucho sobre el tema, y de forma macabra aparecieron rumores, y “carne podrida” como se dice en periodismo a la información falsa, en las redes sociales y hasta en comunicaciones telefónicas de funcionarios de tercera línea. Que si la muerte cerebral es muerte o no, que si era carrocero o no, y tantos otros debates absurdos no dejan ver la realidad: un joven fue atropellado, quien iba al volante huyó y aún no fue hallado.

Poco se sabe sobre la investigación, mientras los familiares piden desesperados la colaboración de la sociedad, para que informe sobre cualquier dato. Casi como un absurdo, pareciera que el centro de la información pasara por banalidades, y no por lo importante. Otra vez, el manoseo y la invasión a la vida de una persona se hace presente.

 

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