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La mujer baleada había denunciado varias veces a su expareja

La integrante del SPP fue baleada por su expareja y aún no fue detenido. Tenía una decena de denuncias por violencia de género y un sumario administrativo, pese a lo cual portaba aún el arma reglamentaria. 

Jueves, 21 de septiembre de 2017 17:47

Romina Castro (30), la mujer del Servicio Penitenciario Provincial que fue baleada por su expareja, Pablo Mamaní Luzjuber alias El Chacal, también del SPP, lo había denunciado más de una decena de veces por violencia de género. A pesar de que tenía prohibición de acercamiento, éste hizo siempre caso omiso y jamás fue detenido. También se le estaba siguiendo un tardío sumario administrativo por mala conducta, a pesar de lo cual con semejantes antecedentes, seguía portando el arma reglamentaria. Estaba en proceso de pase a disposición aunque planeaba un retiro voluntario para evitar la medida disciplinaria. También estaría siendo investigado por una causa de narcotráfico, según fuentes judiciales. 

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Romina Castro (30), la mujer del Servicio Penitenciario Provincial que fue baleada por su expareja, Pablo Mamaní Luzjuber alias El Chacal, también del SPP, lo había denunciado más de una decena de veces por violencia de género. A pesar de que tenía prohibición de acercamiento, éste hizo siempre caso omiso y jamás fue detenido. También se le estaba siguiendo un tardío sumario administrativo por mala conducta, a pesar de lo cual con semejantes antecedentes, seguía portando el arma reglamentaria. Estaba en proceso de pase a disposición aunque planeaba un retiro voluntario para evitar la medida disciplinaria. También estaría siendo investigado por una causa de narcotráfico, según fuentes judiciales. 

 

Romina tiene dos hijos, un varón de 14 y una niñita de 3 años. Nada impidió que "El Chacal" la esperase en la trágica noche del miércoles para dispararle. Resultó con dos impactos de bala, que ingresaron por la espalda, uno de ellos le habría comprometido la zona pulmonar y un tercero no sería herida de consideración. En medio de debates y nuevas leyes que intentan combatir la violencia de género, pareciera que son simples enunciados o sólo buenas intenciones. Las fuerzas de seguridad están señaladas como uno de los principales ámbitos en donde sus integrantes cometen violencia de género y son encubiertos por sus camaradas y superiores. Pero no sólo ellos, sino que todo un engranaje de encubrimiento se aceita casi espontáneamente para que haya algunos cambios y en definitiva nada cambie. Gatopardismo le dicen. Romina pidió ayuda muchas veces. Policía, servicio penitenciario, justicia, sociedad…nadie pudo o quiso evitar la tragedia. No es la única. No será la última, hasta que desde las instituciones haya una intención real de terminar con la violencia de género y los femicidios. Ya no para hacer política, sino para evitar definitivamente la con la historia de crónicas de una muerte anunciada.

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