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Todos a barajar y dar de nuevo...

Domingo, 20 de agosto de 2023 23:33

Como dijimos el lunes pasado, las tumultuosas aguas del "Tsunami Milei" se retiran lentamente, y quedan sobre la azotada playa los restos que dejó el vendaval. El desafío para todos es capitalizar el aprendizaje que dejó. Desde lejos, desde Jujuy, vale realizar un balance y un análisis de lo sucedido.

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Como dijimos el lunes pasado, las tumultuosas aguas del "Tsunami Milei" se retiran lentamente, y quedan sobre la azotada playa los restos que dejó el vendaval. El desafío para todos es capitalizar el aprendizaje que dejó. Desde lejos, desde Jujuy, vale realizar un balance y un análisis de lo sucedido.

El más castigado fue el oficialismo, y sus primeras reacciones no lo ayudan. Primero un silencio lleno de humillación. Alberto Fernández, corrido de la campaña, quizá cómodo, no pudo regodearse de esa comodidad. Sólo dijo que una de las culpas de los precandidatos fue no acordarse de ninguno de los logros de su gobierno. La jefa real del espacio, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, permaneció en su lejano lugar en el mundo, soportando el frío de una derrota que ella ya había advertido. A su regreso al hermético despacho del Senado, retomó las reuniones con Sergio, "Wado" y Axel sin que hayan trascendido detalles de su imaginable humor.

El candidato, ministro y "presidente de cargo", fue el primero en aparecer: afirmó que no renunciará al ministerio (obvio, nadie imagina un Massa en campaña sin la chequera y el aparato del Estado), y ratificó sus líneas argumentales: la culpa es de Macri y de Cambiemos, y Milei es sinónimo de un infierno inminente. Todo de manual. Debajo de las figuras consulares del "cristi/camporismo/massismo" arrecian los pases de facturas entre intendentes, punteros, gobernadores, la mayoría de los cuales quedó mejor posicionado que el propio Massa después de las Paso. Algunos adulan al candidato como el héroe de un salvataje de UxP, hoy poco probable. Y no convencen a nadie.

La oposición, de capa caída, rescata los restos de un naufragio, que podría haber sido peor. Pagaron cara la obstinación de su internismo, los caprichos de la elección "concurrente" de la Caba, y quedaron aferrados a la ajustada victoria de Patricia Bullrich, cuyas posibilidades aparecen como la única tabla de salvación en medio del turbión. Ensayaron reflejos rápidos en una foto (siempre una foto), que reunió a Larreta, Gerardo, Patricia y Petri, la noche del dolor. La escenografía la aprovechó Mauricio: se puso por delante (y por encima) de todos, se cobró ninguneos y agravios. Y no necesitó decir: "Yo se los dije", se le notaba. La foto del cuarteto se repitió en el Jardín Japonés con poco éxito: sólo el GM fue concreto: "A disposición de Patricia, listo para la lucha". Sólo anunciaron que relanzarán una campaña muy complicada, pero sabiendo que la victoria todavía está al alcance de su inteligencia.

El loco, el que habla con sus perros, el cisne negro, el Trump argentino, Javier Milei, sin estructura nacional, sin candidatos, sin fiscales, sin historia política, el primerizo, es algo más: un milagro político que sólo en un país como Argentina es posible. La misma noche de las Paso, y a los alaridos, dobló la apuesta: denostó a "la casta" y aseguró que buscará la reforma fáctica y cultural de un estado prebendario y agotado en sí mismo. Y ratificó su ideario disruptivo y provocativo que aunque les da herramientas a sus detractores, lo tiene convencido de seguir haciendo las delicias de los millones que lo votaron, masticando bronca, desilusión, ansias de castigo y algún motivo para una esperanza. Milei y su gente resistieron los ataques brutales de una campaña sin códigos y ganaron.

Su mayor objetivo, y preocupación, será evitar equivocarse y mantenerse en lo alto de la meseta que supo construir por encima de los demás. Claro, ahora los ataques serán más y peores, y él será centro de una campaña del miedo, algo que los adversarios de "la casta" no aprendieron o no entendieron: cada vez que busquen denostarlo, humillarlo o ridiculizarlo, lo verán crecer entre sus laureles.

Siguen en carrera el "Gringo" Juan Schiaretti y el "Flaco" Florencio Randazzo, dueños de un 5% de votos que son oro en polvo, y que afirman la independencia del peronismo cordobés, el único que resistió al kirchnerismo y que aspira a ser base de un futuro justicialismo actualizado y federal. También, y con la pólvora mojada sigue la izquierda: Miriam Bregman y Nico del Caño, y en Jujuy el trío Vilca, (Natalia) Morales y Gastón Remy, con sus arcaicos argumentos antisistema y sus ataques al establishment, a los que cada vez se les presta menos atención.

El oficialismo de Jujuy todavía en el campo de batalla de su primera derrota aplastante, inexplicable, se acurruca detrás de un silencio denso. Cambia Jujuy se jugó tanto tras la figura de Gerardo Morales, su arrolladora gestión de gobierno y su intensa campaña nacional, que muchos olvidaron salir puerta por puerta a pelear los votos que los acompañaban desde el 2015.

Tampoco vieron venir al mileísmo, restaron importancia a la porción de peronismo que ya no estaba con ellos, y tal vez pensaron que surfeando con la fórmula HRL/GM llegaban automáticamente a otro triunfo. GM: ardido y dolido, caminó por las paredes, en un primer momento, dicen sus allegados, que esperaban escarmientos cruzados. Pero se dio tiempo para fustigar al kirchnerismo: "La inflación y el dólar son producto de la incapacidad del Gobierno. La gente está harta y lo demostró el domingo". Pero se retempló rápido y el sábado, mandó a su ya aliviada tropa a fortalecer el gobierno local y a trabajar políticamente. GM sabe del importantísimo rol que jugará en la campaña para el 22-O y de las altas responsabilidades que sin duda le tocarán en un eventual gobierno de JxC.

La intervención del peronismo jujeño se estrenó con una derrota, en la que los "ganadores" intentaron un patético festejo de sonrisas forzadas y futuro incierto. Detrás de Carolina Moisés, y su grupo (que ya actúan como propietarios del Partido), se supone que todo el PJ debería estar dispuesto a respaldarlos para que lleguen a sus bancas. La suposición es una hipótesis tenue, poco atractiva y llena de interrogantes. En octubre los espera una tormenta perfecta: un peronismo desmembrado (que ellos mismo ayudaron a desmembrar), un mileísmo intratable, y un Cambia Jujuy que si reacciona a los azotes, como un brioso corcel, saldrá a beberse los vientos como lo hacía antes.

Los libertarios de Jujuy, Ezequiel Atauche, Manuel Quintar y José Nallar, unieron nuevas caras llegadas de la empresa privada, con otras experimentadas tras largas (y desencantadas) andanzas en el peronismo. La fórmula fue sencilla: una inmensa riada anónima de votantes los puso a la cabeza y los elevó a la victoria. Son los nuevos ricos de la política. Ahora deberán luchar en dos frentes: 1) consolidar y ampliar su base con más trabajo que nunca, y 2) con humildad e inteligencia, desechar la tentación de la soberbia que produce un triunfo como el que lograron, que los tomó por sorpresa a ellos también.

Entre inflación, devaluación y derrota de unos, sorpresa y desconcierto de otros, dentro de 12 días arranca una campaña atípica en la que todos deben medir y repensar sus pasos al milímetro. Apasionante.