Por: LIGIA DIONE MIRALLES, [email protected]
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Por: LIGIA DIONE MIRALLES, [email protected]
En el intrincado tejido de nuestra existencia, a menudo nos encontramos ante encrucijadas que nos instan a superar los límites familiares de la comodidad.
Nos pasamos la vida esperando. Aguardando el momento idóneo para hacer algo. Cuando tenga esto, cuando llegue a esto otro. Desechamos este instante por un lugar futuro que no existe.
A veces esperás y no llega. Pensás que luego sería mejor y luego es peor. Nadie puede decirnos cuándo tomar una decisión. Pero muchas veces postergarla es una forma más de estar en el mundo.
"La vida va de no quedarse con las ganas" es más que una expresión; es un llamado a la acción, un recordatorio constante de que nuestras vidas están destinadas a ser vividas plenamente, sin reservas ni arrepentimientos.
Cada día, enfrentamos elecciones que moldean nuestro destino. Desde decisiones aparentemente pequeñas hasta grandes encrucijadas, la vida nos desafía a aventurarnos más allá de la seguridad conocida.
¿Y por qué deberíamos tener miedo a lo desconocido cuando es en la exploración donde encontramos las joyas escondidas de nuestra existencia?
Al abrazar la filosofía de no quedarse con las ganas, nos sumergimos en la corriente de la vida con valentía. Aceptar la incertidumbre se convierte en nuestra brújula, guiándonos hacia experiencias que despiertan nuestras almas y nos desafían a crecer.
La rutina segura puede ser reconfortante, pero la verdadera magia sucede fuera de nuestra zona de confort. Perseguir nuestras pasiones se vuelve imperativo en este viaje.
Las aspiraciones que arden en nuestro interior no deben ser ignoradas; son faros que iluminan nuestro camino. Ya sea explorando nuevas carreras, aprendiendo habilidades desafiantes o sumergiéndonos en relaciones significativas, la vida cobra significado cuando nos atrevemos a seguir nuestras verdaderas pasiones.
A lo largo de este viaje, encontramos que los desafíos no son obstáculos insuperables, sino escalones que nos elevan hacia nuevas alturas.
Las derrotas no son finales, sino oportunidades para aprender y crecer. Cada paso audaz que damos, incluso en la dirección equivocada, nos acerca más a la plenitud.
"No quedarse con las ganas" no significa perseguir impulsos efímeros, sino comprometerse con una vida de propósito y autenticidad. Es un compromiso con la auto reflexión continua, la adaptabilidad y la apertura a las lecciones que la vida tiene para ofrecer.
En última instancia, al adoptar la filosofía de que "la vida va de no quedarse con las ganas", descubrimos que el verdadero tesoro se encuentra en la experiencia misma. En lugar de lamentar lo que no hicimos, celebramos lo que vivimos. La vida es un lienzo en blanco esperando ser pintado con los colores vibrantes de la aventura y la pasión. Namasté. Mariposa Luna Mágica.