Luego de la tormenta que provocó el lunes el anuncio de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para reestatizar YPF, el Gobierno admitió ayer la crisis energética del país, pero curiosamente -pese a estar en el poder hace nueve años- no reconoció culpas. Los interventores de YPF que expusieron en el Congreso dieron un panorama negro de la situación de la compañía, pero no dijeron una sola palabra sobre la ausencia de controles estatales para que eso suceda.
Fiel al estilo “K”, y en medio de fuertes cruces con la oposición, los designados interventores de la empresa Julio De Vido y Axel Kicillof arremetieron en el Senado contra el “vaciamiento, la falta de inversión y la mala administración” de la que fue víctima YPF en estos últimos años, como parte de los argumentos para defender el proyecto de ley enviado por Cristina para expropiar la compañía.
Mientras que el ministro de Planificación Federal aseguró ayer que “el detonante” para expropiar YPF fue el saldo comercial deficitario en materia de combustibles, Kicillof, el actual viceministro de Economía, acusó a Repsol de ocultar el valor real de la petrolera y justificó la expropiación accionaria al señalar que “nadie puede decir que se les está sacando algo que era suyo”.
De Vido también reveló que “la clave” para reestatizar a la compañía se debe a que, “por primera vez en 17 años”, hubo pérdidas por US$ 3.029 millones y resaltó que “tendrá un crecimiento exponencial si no adoptamos medidas”.
En ese sentido, De Vido remarcó que la intervención que encabeza en la empresa YPF consiguió en las pocas horas aumentar un 5% la producción de la destilería de La Plata, al pedir que se pusiera en marcha la producción de fuel oil, que había sido detenida por la dirección empresaria de Repsol.
Lo cierto es que entre tanta euforia exitista, tuvo que reconocer mientras “mordía bronca” que los Kirchner avalaron y respaldaron la privatización de la petrolera YPF, impulsada por el entonces presidente Carlos Menem en 1992, y argumentó que “no tenían otro camino”.
Por su parte, Kicillof argumentó ayer que “una cosa es YPF en los años 90 y otra cosa es YPF ahora, en un modelo que ha generado crecimiento”, y señaló que el país “ha crecido al 7,7 % anual y hay necesidades nuevas a cada paso”.
Así, y siempre desafiante, aseguró que “el costo vamos a tener que conversarlo, al advertir que la gestión de la firma ibérica ocasionó daños ambientales y de infraestructura que serán tenidos en cuenta a la hora de cotizar el valor de los activos.
Finalmente, mientras la mayoría de los legisladores y gobernadores salieron a apoyar la medida del Gobierno, desde la vereda de enfrente y luego de “fuertes cruces”, tanto la Coalición Cívica como el macrismo adelantaron el rechazo al proyecto.
Cabe resaltar que la expropiación del 51 % de las acciones de YPF podrá ser aprobada con la mitad más uno de los senadores presentes.
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Luego de la tormenta que provocó el lunes el anuncio de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para reestatizar YPF, el Gobierno admitió ayer la crisis energética del país, pero curiosamente -pese a estar en el poder hace nueve años- no reconoció culpas. Los interventores de YPF que expusieron en el Congreso dieron un panorama negro de la situación de la compañía, pero no dijeron una sola palabra sobre la ausencia de controles estatales para que eso suceda.
Fiel al estilo “K”, y en medio de fuertes cruces con la oposición, los designados interventores de la empresa Julio De Vido y Axel Kicillof arremetieron en el Senado contra el “vaciamiento, la falta de inversión y la mala administración” de la que fue víctima YPF en estos últimos años, como parte de los argumentos para defender el proyecto de ley enviado por Cristina para expropiar la compañía.
Mientras que el ministro de Planificación Federal aseguró ayer que “el detonante” para expropiar YPF fue el saldo comercial deficitario en materia de combustibles, Kicillof, el actual viceministro de Economía, acusó a Repsol de ocultar el valor real de la petrolera y justificó la expropiación accionaria al señalar que “nadie puede decir que se les está sacando algo que era suyo”.
De Vido también reveló que “la clave” para reestatizar a la compañía se debe a que, “por primera vez en 17 años”, hubo pérdidas por US$ 3.029 millones y resaltó que “tendrá un crecimiento exponencial si no adoptamos medidas”.
En ese sentido, De Vido remarcó que la intervención que encabeza en la empresa YPF consiguió en las pocas horas aumentar un 5% la producción de la destilería de La Plata, al pedir que se pusiera en marcha la producción de fuel oil, que había sido detenida por la dirección empresaria de Repsol.
Lo cierto es que entre tanta euforia exitista, tuvo que reconocer mientras “mordía bronca” que los Kirchner avalaron y respaldaron la privatización de la petrolera YPF, impulsada por el entonces presidente Carlos Menem en 1992, y argumentó que “no tenían otro camino”.
Por su parte, Kicillof argumentó ayer que “una cosa es YPF en los años 90 y otra cosa es YPF ahora, en un modelo que ha generado crecimiento”, y señaló que el país “ha crecido al 7,7 % anual y hay necesidades nuevas a cada paso”.
Así, y siempre desafiante, aseguró que “el costo vamos a tener que conversarlo, al advertir que la gestión de la firma ibérica ocasionó daños ambientales y de infraestructura que serán tenidos en cuenta a la hora de cotizar el valor de los activos.
Finalmente, mientras la mayoría de los legisladores y gobernadores salieron a apoyar la medida del Gobierno, desde la vereda de enfrente y luego de “fuertes cruces”, tanto la Coalición Cívica como el macrismo adelantaron el rechazo al proyecto.
Cabe resaltar que la expropiación del 51 % de las acciones de YPF podrá ser aprobada con la mitad más uno de los senadores presentes.