¿Qué más debería pasar para confirmar que Daniel Reposo es un pésimo candidato a la Procuración? Si el Gobierno insiste en proponerlo como jefe de todos los fiscales, ratificará en los hechos de que el único antecedente que tiene para nombrarlo es su extrema obsecuencia con el poder, nada más. Es que el titular de la SIGEN no solo no demostró ningún atributo para manejar a buena parte de la Justicia, sino que ahora incurrió en un acto injustificable para la transparencia de un país: la mentira. Reposo, quien debió borrar de su Twitter los halagos públicos que le propinaba a Boudou porque reflejaban una notoria falta de objetividad, ya era un candidato grotesco hace pocos días. Pero ahora, con la revelación de inventos ridículos en su currículum, su situación se hizo francamente insostenible. Cristina aún puede cambiar su decisión y proponer a una persona idónea para un cargo tan trascendente, aunque el estilo “K” hace prever que difícilmente habrá marcha atrás. Cada día queda más claro que la Casa Rosada prefiere pagar los costos políticos de sus errores que corregirlos.
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¿Qué más debería pasar para confirmar que Daniel Reposo es un pésimo candidato a la Procuración? Si el Gobierno insiste en proponerlo como jefe de todos los fiscales, ratificará en los hechos de que el único antecedente que tiene para nombrarlo es su extrema obsecuencia con el poder, nada más. Es que el titular de la SIGEN no solo no demostró ningún atributo para manejar a buena parte de la Justicia, sino que ahora incurrió en un acto injustificable para la transparencia de un país: la mentira. Reposo, quien debió borrar de su Twitter los halagos públicos que le propinaba a Boudou porque reflejaban una notoria falta de objetividad, ya era un candidato grotesco hace pocos días. Pero ahora, con la revelación de inventos ridículos en su currículum, su situación se hizo francamente insostenible. Cristina aún puede cambiar su decisión y proponer a una persona idónea para un cargo tan trascendente, aunque el estilo “K” hace prever que difícilmente habrá marcha atrás. Cada día queda más claro que la Casa Rosada prefiere pagar los costos políticos de sus errores que corregirlos.