“Yo los vi por la ventana. Eran los tres Reyes Magos y sus camellos gigantes. Se comieron todo el pasto que junté, no dejaron nada”. Axel Saldaño, un niño de 4 años de barrio Palermo, seguía sorprendido. Ayer andaba de aquí para allá en el Parque San Martín demostrando sus habilidades. Se convirtió en el Hombre Araña y estaba feliz con el disfraz que le trajeron Melchor, Gaspar y Baltasar.
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“Yo los vi por la ventana. Eran los tres Reyes Magos y sus camellos gigantes. Se comieron todo el pasto que junté, no dejaron nada”. Axel Saldaño, un niño de 4 años de barrio Palermo, seguía sorprendido. Ayer andaba de aquí para allá en el Parque San Martín demostrando sus habilidades. Se convirtió en el Hombre Araña y estaba feliz con el disfraz que le trajeron Melchor, Gaspar y Baltasar.
El perpetuo espíritu infantil se apropió no solo de chicos, sino también de los padres, tíos, abuelos, padrinos y demás.
Otra vez los Magos de Oriente fueron recibidos en cada hogar de Salta con agua, gaseosa, pasto y unos zapatos que esperaban los regalos.
Lautaro Morales (4), de Juan Calchaqui, le ganó al amanecer. A las 6 de la mañana saltó de la cama y corrió hacia su obsequio: un auto negro a control remoto.
Agustina Cutipa (5) se trepó a su monopatín y recorrió el parque junto a su padre. Estaba conforme, ya que se cumplió lo que escribió en la carta.
Con esperanza
Algunos niños admitieron que los Reyes Magos trajeron regalos que no habían pedido; de todas formas, estaban contentos con las pelotas, juegos de mesa o muñecas que aparecieron al costado del pesebre.
Facundo López tiene apenas dos años. Para él, el paso de los Reyes Magos no pasó inadvertido. Le dejaron un andarín para los paseos con sus padres.
Aunque primero salió el sol, luego las nubes ganaron el cielo. De vez en cuando caían algunas gotas, pero casi nadie abandonó los festejos al aire libre.
Los chicos aprovecharon que el colectivo era gratis para los menores de 12 años. Otros se subieron al Teleférico sin costos. En la planta solo exigían que un adulto abone el boleto cada cuatro chicos.
Quienes llegaban a la cima del cerro San Bernardo se divertían con los shows y actividades recreativas que se montaron.