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Capitalismo por kilómetro cuadrado

Sabado, 05 de octubre de 2013 02:41

La historia es pródiga en arrepentimientos pero escasa en confesiones. El problema más serio que afrontan los partidos comunistas que todavía permanecen en el poder para adecuarse a las nuevas y existentes reglas del mundo globalizado es cómo realizar la transición hacia una economía de mercado pagando el menor costo político posible, por el trauma cultural que supone el abandono de los paradigmas ideológicos tradicionales.

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La historia es pródiga en arrepentimientos pero escasa en confesiones. El problema más serio que afrontan los partidos comunistas que todavía permanecen en el poder para adecuarse a las nuevas y existentes reglas del mundo globalizado es cómo realizar la transición hacia una economía de mercado pagando el menor costo político posible, por el trauma cultural que supone el abandono de los paradigmas ideológicos tradicionales.

Cuba acaba de convocar al capital extranjero para invertir en la nueva Zona Especial de Mariel, que construye con la colaboración de Brasil, cincuenta kilómetros al oeste de La Habana. Esta zona, la primera de una lista de cinco zonas especiales que se crearán a partir de una iniciativa aprobada por el último Congreso del Partido Comunista, representa un salto cualitativo en la introducción de métodos capitalistas dentro del cerrado régimen de la isla del Caribe.

El proyecto, que tiene una extensión de 485 kilómetros cuadrados y abarca varios municipios de la provincia de Artemisa, lindera con la capital, incluye el remodelado puerto de Mariel, que empieza a funcionar en diciembre próximo, tras haber sido renovado integralmente, con una inversión de 900 millones de dólares, 640 de los cuales corresponden a un préstamo brasileño.

El proyecto consiste en transformar la zona en un punto de tránsito de mercancías. Se espera que el puerto llegue a manejar alrededor de tres millones de contenedores por año, pero lo más importante es que está prevista la instalación de industrias y ensambladoras, así como oficinas de administración.

El gobierno aprobó la ley que regirá el funcionamiento de la zona especial. El presidente Raúl Castro puntualizó que "para su elaboración se tomaron en cuenta las experiencias nacionales e internacionales, como las de China". Desde que reemplazó a su hermano Fidel, el líder cubano visitó China en tres ocasiones, la última el año pasado.

Voceros oficiales subrayaron que la Zona Especial de Desarrollo de Mariel tendrá un régimen particular "para fomentar el desarrollo sostenible a través de la inversión extranjera, la innovación tecnológica y la concentración industrial". Castro subrayó que "el Mariel es un puerto moderno para barcos de gran calado, se trata de la obra más compleja realizada en Cuba y por ello es que en ella tiene que primar el principio de orden, disciplina y exigencia".

La zona especial tendrá un régimen propio de relaciones laborales distinto al del resto del país. Las remuneraciones serán diferentes y podrán pagarse salarios en moneda extranjera.

El modelo chino

Se trata, en síntesis, de un sistema similar al implantado en China por Deng Xiaoping en 1979, cuando creó las primeras cuatro zonas de desarrollo especial del gigante asiático, que fueron el punto de partida de la apertura internacional y la modernización económica. En otros términos, al igual que los chinos, hace 34 años, establece un enclave capitalista en el corazón de su territorio.

Días pasados, centenares de empresarios e instituciones chinas se reunieron en Beijing con el ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, para dialogar sobre las posibilidades de inversión que abre esta zona especial. Quedó claro el interés de las empresas chinas de participar en este emprendimiento.

China, que piensa a largo plazo, supone que colaborar en el éxito de esta iniciativa le posibilitará también adelantarse a Estados Unidos a la hora, más o menos cercana, en que la apertura del régimen implique la llegada de los capitales norteamericanos, seguramente encabezados por los empresarios de la próspera comunidad cubana de Miami.

La vieja ortodoxia comunista, que en Cuba tiene posibilidades de expresión mucho más amplias que la oposición democrática, alzó su voz de alerta sobre las consecuencias del experimento. En un sesudo análisis de la experiencia china, Frank Solué Solar Cabrales advirtió que "en las actuales condiciones de Cuba, la pretensión de obtener crecimiento económico sobre la base del fomento de la desigualdades sociales no puede tener otro destino que el capitalismo, quiérase o no".

Entre Caracas y Shangai

Este experimento cubano repercutió incluso en Venezuela. En julio pasado, el presidente Nicolás Maduro aprobó la creación de cinco zonas económicas especiales, que serán regidas por una Ley de Parques Industriales que está aún en elaboración. Los gobiernos de Caracas y Beijing acordaron que China participe, "en grado de cooperante", en la "planificación territorial" en el marco de "proyectos de hidrocarburos, petroquímica y minería", que son precisamente los ejes planteados por Maduro como prioritarios para esas nuevas zonas.

El vicepresidente Jorge Arreaza expresó que "China tiene una gran experiencia en estas zonas económicas. Tenemos la invitación que nos ha hecho el presidente Xi Jinping para que un equipo venezolano venga en los próximos meses y visite cinco o diez zonas económicas chinas para que podamos generar en Venezuela nuestras propias fórmulas para el socialismo a partir de experiencias exitosas en China".

Como señaló Voltaire, "la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud". El régimen "bolivariano", acosado por la crisis económica, tiene que encubrir cualquier giro capitalista tras la máscara de la construcción del "socialismo del siglo XXI".

 

Mientras todo esto ocurre en el Caribe, China dio otro paso adelante en la misma dirección. La inauguración de la nueva zona de libre comercio de Shangai fue considerada internacionalmente como la reforma económica más audaz de las últimas décadas, ya que implica una amplísima liberalización de las regulaciones en materia de servicios, finanzas, inversiones y comercio en la región económicamente más importante de China. A partir de ahora, Shangai albergará al centro económico capitalista más importante del planeta.

Desde Deng, el método escogido China en materia de reformas fue la experimentación. Cualquier innovación se aplica primero en una ciudad, región o provincia determinada y, de acuerdo con los resultados obtenidos, se expande o se archiva. Las primeras cuatro zonas especiales constituyeron el antecedente para la apertura económica en toda la costa china y luego en el resto del país.

Cuando Deng acuñó la fórmula "un país dos sistemas" para facilitar las negociaciones con Gran Bretaña para la recuperación de Hong Kong, muchos imaginaron, con toda razón, que ese principio podría aplicarse en relación a la reincorporación de Taiwán, pero pocos se percataron en cambio de que detrás de ese axioma se escondía la intención de utilizar internamente el régimen de las zonas especiales como estrategia política para expandir progresivamente la economía de mercado en el país más poblado del mundo.

Hace medio siglo, la China de Mao Tse Tung perdió ante la Unión Soviética en Cuba, y también en Vietnam, en la puja ideológica que ambas mantenían por sus distintas recetas para la construcción del socialismo. Paradójicamente, los herederos de Mao enseñan hoy a los cubanos, a través de las zonas especiales, un método gradualista de construcción del capitalismo por kilómetro cuadrado.

 

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