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Paraguay, contracara de Venezuela en el Mercosur

Sabado, 09 de noviembre de 2013 02:06

El presidente uruguayo José Mujica anunció que Paraguay será la cabeza formal del Mercosur en la fase decisiva de las negociaciones para el establecimiento de un tratado bilateral de libre comercio entre el bloque regional y la Unión Europea, cuya presidencia “pro témpore” ejerce hasta fin de año Venezuela.

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El presidente uruguayo José Mujica anunció que Paraguay será la cabeza formal del Mercosur en la fase decisiva de las negociaciones para el establecimiento de un tratado bilateral de libre comercio entre el bloque regional y la Unión Europea, cuya presidencia “pro témpore” ejerce hasta fin de año Venezuela.

Al mismo tiempo, las autoridades paraguayas informaron que el presidente Horacio Cartes no concurrirá a la reunión de mandatarios del Mercosur que tendrá lugar en Caracas el próximo 17 de diciembre. La razón es que el Parlamento paraguayo todavía no ratificó la incorporación de Venezuela al organismo regional, que fuera aprobada durante el lapso en que la participación del país en las decisiones comunitarias fue suspendida por la destitución parlamentaria del presidente Fernando Lugo, un episodio que Brasil, Uruguay y la Argentina convinieron en interpretar como un golpe de estado que violaba la “cláusula democrática” del Mercosur.

Cabría decir que Cartes se ha convertido en la contracara del “modelo bolivariano” dentro del Mercosur. Desde su asunción, el mandatario paraguayo definió una estrategia de atracción de la inversión extranjera, sin vacilar tampoco en impulsar la participación del Ejército en la lucha contra el narcotráfico y la represión del brote guerrillero encarnado por el Ejército Popular Paraguayo (EPP), vinculado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).

 

Apertura a tambor batiente

 

En esa estrategia de aperturista, juega un papel significativo la aprobación por el Congreso de la Ley de Alianza Público Privada (APP), que abrió un amplio campo a capital privado en la economía. El proyecto tuvo el respaldo de la bancada del oficialista Partido Colorado y, aunque con algunas disidencias, contó con el apoyo de los legisladores del opositor Partido Liberal.

El Frente Guasú, que lidera Lugo, rechazó la iniciativa. Ricardo Canese, secretario de Relaciones internacionales de esa coalición izquierdista, señaló que “además de las consecuencias políticas y la entrega de soberanía, esta ley permite que todos los recursos sean vendidos, con excepción del aire. Es peor que una privatización, porque en éstas el Estado recibe dinero a cambio de sus bienes, pero con la APP el Estado entrega sus recursos sin recibir nada a cambio”.

Previamente, Cartes logró la aprobación de otras dos leyes relevantes para el cumplimiento de su programa. La primera fue la ley de responsabilidad fiscal, orientada a eliminar el déficit presupuestario. La segunda fue la declaración del “estado de emergencia”, que le otorga al primer mandatario facultades para decidir la intervención de las Fuerzas Armadas en situaciones definidas como “de riesgo” para la seguridad interior.

En la misma dirección, el gobierno anunció el envío al Parlamento de un proyecto de ley de protección a la inversión extranjera, para brindar las máximas garantías de seguridad jurídica a las compañías transnacionales que se arriesguen a invertir en Paraguay.

 

Shock de inversión

 

La flamante ley de Alianza Público Privada abre las puertas al capital privado para construir infraestructura pública y prestar servicios públicos. No hay ninguna limitación en materia de áreas de inversión. Están incluidas desde la infraestructura física (caminos, puentes, aeropuertos, etc.) hasta la educación, la salud pública y la generación, transmisión y distribución de energía.

Cartes no parte de la nada. La economía paraguaya crece a un ritmo espectacular. Las previsiones oficiales indican que este año el producto bruto interno aumentará un 13%. Su economía tiene bases sólidas. Desde la década del 40, Paraguay no experimentó nunca una devaluación monetaria significativa. Las cargas tributarias son de lejos las más bajas de la región. El impuesto al valor agregado (IVA) asciende al 10%. Lo mismo ocurre con el impuesto a las ganancias. En los últimos años, muchos inversores brasileños y argentinos apostaron al Paraguay.

Días atrás, representantes del Complejo Agro Industrial Angostura SA (CAISA), sociedad formada por las compañías multinacionales cerealeras Bunge y Louis Dreyfus Commodities, se reunieron con Cartes para anunciarle la pronta inauguración de la mayor planta de procesamiento de soja de Paraguay, con capacidad para industrializar cerca del 20% de la producción nacional.

Con las inversiones ya realizadas en este sector, Paraguay pasará a industrializar el 55% de la soja producida en el país, que en la cosecha 2012-

2013 alcanzó la cifra récord de 9.3 millones de toneladas Este monto duplica la cosecha anterior. Paraguay es hoy el cuarto exportador mundial de soja, detrás de Estados Unidos, Brasil y la Argentina. Hay que recordar que, en virtud de las represas de Itaipú y Yacyretá, Paraguay es también el primer exportador mundial de energía.

 

Inserción en el mundo

 

En este contexto, no es extraño que entre el empresariado paraguayo el Mercosur a veces sea visto más como un obstáculo que como una oportunidad de desarrollo. El actual arancel externo común es demasiado elevado para las necesidades de importación de la economía. De allí que en Asunción se observe con interés el avance de la flamante Alianza del Pacífico, impulsada por México, Colombia, Chile y Perú, que aúnan esfuerzos para penetrar en los mercados asiáticos. Paraguay ya es miembro observador de esa organización.

Dentro el bloque regional, Paraguay, al igual que Uruguay, empujan una mayor apertura externa. Argentina es actualmente el país más renuente a la liberalización comercial. Brasil, que antes priorizaba la protección de sus sectores industriales menos competitivos internacionalmente, se vuelca ahora hacia una posición más flexible en las negociaciones comerciales con otros bloques.

En estas circunstancias, los plazos urgen. En las próximas semanas, los miembros del Mercosur están obligados presentar sus respectivas propuestas sobre las concesiones que están dispuestos a realizar en materia arancelaria a la Unión Europea. Todo indica que será virtualmente imposible compatibilizar dichas propuestas en una postura común. La única alternativa realista sería entonces un acuerdo en “dos velocidades”. Supondría firmar un “acuerdo marco”, de carácter general, y tratados específicos, país por país, para posibilitar, con tiempos y modalidades diferentes, el proceso de integración comercial entre los países de los dos bloques.

En la actualidad, la Unión Europea negocia simultáneamente tres tratados de libre comercio. El primero es con Estados Unidos, el denominado “Acuerdo Transatlántico”, que sería la zona de libre comercio más grande del mundo; otro con Japón y el tercero con el Mercosur. Obviamente, el orden de prioridades está determinado por la importancia de cada uno de esos mercados.

En un escenario en que la Alianza del Pacífico negocia también un acuerdo de libre comercio con los países asiáticos, resulta lógico que Brasil, Uruguay y Paraguay no quieran dejar pasar este tren llamado globalización.

El rol político de Cartes en este nuevo panorama regional excede entonces la creciente relevancia económica del Paraguay para entroncarse con el desafío de que afronta la inserción económica de América del Sur ante la reconfiguración del sistema mundial.

 

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