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El aborto no es solución, sino problema

Lunes, 25 de marzo de 2013 12:46

El primer derecho humano es el derecho a la vida; sobre él se apoyan todos los demás. Quitada la vida no tiene sentido afirmar o reivindicar ningún otro derecho. Tampoco se puede subordinar la vida de una persona a las decisiones de otra. El aborto es un exceso de poder adulto sobre una persona en su máxima indefensión. Las discusiones sobre el momento en que el producto de la fecundación de padres humanos tiene carácter humano tenían sentido cuando no existía la genética. Se discutía sobre el momento de la animación propiamente humana. En la actualidad el dato objetivo es que se trata de un nuevo individuo de la especie humana, desde el primer momento de la fusión de los gametos. Durante la gestación no hay un cambio de especie: no se pasa de no-

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El primer derecho humano es el derecho a la vida; sobre él se apoyan todos los demás. Quitada la vida no tiene sentido afirmar o reivindicar ningún otro derecho. Tampoco se puede subordinar la vida de una persona a las decisiones de otra. El aborto es un exceso de poder adulto sobre una persona en su máxima indefensión. Las discusiones sobre el momento en que el producto de la fecundación de padres humanos tiene carácter humano tenían sentido cuando no existía la genética. Se discutía sobre el momento de la animación propiamente humana. En la actualidad el dato objetivo es que se trata de un nuevo individuo de la especie humana, desde el primer momento de la fusión de los gametos. Durante la gestación no hay un cambio de especie: no se pasa de no-

humano a humano. Por ello, no hay razones para establecer diferencias ni desconocer los derechos del concebido en ningún momento del proceso de la gestación (ONU 1998). No se trata de una parte del cuerpo de la mujer, sino de un niño o una niña que se encuentra en su seno: el lugar natural que le es imprescindible para seguir viviendo hasta el parto. En su necesidad está su derecho. La decisión de sacarlo afecta directamente a dos personas; para una es definitiva en todo sentido: le quita la vida.

El aborto no es una práctica médica porque no se ordena a la salud, sino a la muerte. Nunca es de por sí terapéutico. Es como si a un ya nacido se lo expulsara de la atmósfera terrestre y, si fuese necesario para ello, se lo despedazara. Por ello es importante que no se oculte en qué consiste un procedimiento abortivo. No es jamás una opción equivalente a cualquier otra en la vida de las personas. Difícilmente se escuche decir “quiero abortar”, se oye “tengo que abortar”. No es algo banal ni irrelevante, sino una situación límite, al borde de la humanidad. Hay situaciones dramáticas que pueden empujar a considerar esta vía para liberarse de ellas.

Lo más adecuado es buscar resolver esa situación problemática en sí misma. Cuando una mujer se ve empujada por las circunstancias adversas, nunca la solución es el aborto. Éste es un nuevo problema: por la muerte del niño y por las consecuencias psicológicas, físicas y espirituales para la madre. Cuando ha comenzado una vida ya hay una madre; no hay decisión que le quite esa relación: ni siquiera la muerte del hijo. Nuestra sociedad no necesita que se facilite o se promueva el aborto, sino que se asista a la madre gestante y al niño o niña que lleva en su seno. Ésta es la tarea común y prioritaria.

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