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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La economía del trabajo y del ocio

Miércoles, 07 de octubre de 2015 01:30
Ilustración Gerardo Romano
En algunos círculos ha venido ganando terreno la idea de que el tiempo libre, o no trabajado, es igualmente "productivo" que el que se emplea de otra manera. La extensión de los feriados y la promoción del turismo, lo mismo que el acortamiento de la jornada laboral, serían aplicaciones de esta idea que de alguna manera resulta, cuanto menos, sorprendente, especialmente conforme a la idea bíblica de que "el pan se gana con el sudor de la frente" o la otra, más moderna, que sostiene que "el trabajo dignifica".
Para aclarar ideas conviene volver a la idea básica de la Economía, que explica que la producción se logra con los aportes del trabajo y el capital, simplificando a una economía sin contactos con el exterior e inicialmente, sin gobierno. Claramente, los demás insumos que se requieren se producen también con trabajo y capital, en una cadena hacia atrás en la que, en definitiva, todo se produce con estos dos recursos, incluyendo dentro del capital a los recursos naturales.
Con estas precisiones, es evidente que todo lo producido es consumido por los propietarios de los recursos productivos con los ingresos del aporte de esos servicios. Nótese que hay una perfecta correlación entre la producción y los ingresos, porque nadie trabaja ni brinda su capacidad empresarial junto a las máquinas y herramientas, si no se les paga por ello, y tampoco nadie paga por estos aportes si a cambio no obtiene la producción por la que se pagan esos ingresos.
Cuando el Gobierno entra en escena, el gasto público debe pagarse, y la forma es quitarle poder de compra a los propietarios de los recursos mediante impuestos que hacen posible que algunos tengan ingresos sin trabajar, puesto que no todo el gasto público representa un "bien público": hay muchos gastos que constituyen "males públicos", como la corrupción y la extensa cantidad de "ñoquis" que sobreabundan en la función pública, por ejemplo, y si el gobierno considera que hay que "profundizar el modelo", o sea, aumentar el gasto público, la única forma de conseguir los recursos necesarios es elevar los impuestos, en una progresión que se agota cuando la situación "se sale de borda", como literalmente ocurrió con las colonias británicas en América del Norte, o con alguna resolución que provocó airados rechazos entre nosotros un poco más acá en el tiempo.
¿Qué hace el Gobierno cuando ya no le puede sacar más ingresos a quienes aportan los recursos productivos? Como el modelo nunca termina de profundizarse -el incremento en el gasto público nunca se detiene- algo hay que hacer, y cuando ya no quedan activos para transferir al insaciable gasto, se imprime dinero, lo que parece en principio una solución que contenta a todos. Sin embargo, en tanto los impuestos transfieren ingresos desde los recursos productivos al Gobierno, el dinero nuevo le da también ingresos, pero no se los quita en principio a los dueños de los recursos, con lo que el valor de todos los ingresos, los genuinos de trabajadores y empresarios más los impuestos y el dinero nuevo, excede en principio al valor previo de lo que se produce, y como el mayor gasto del Gobierno no aporta nuevos bienes y servicios, el resultado es que ese mayor ingreso sin mayor producción -como en un remate en el que se suma gente con los mismos bienes en disputa- se transforma, claro está, en inflación.
¿No hay forma, a todo esto, de que los mismos recursos logren una mayor producción?
Sin duda es posible, como es el caso de los modernos automóviles que recorren los mismos kilómetros consumiendo menos combustible.
Más genéricamente, cuando hay aumentos en la productividad de los recursos, se consigue un mayor rendimiento de los mismos. Sin embargo, hay dos consideraciones a tener en cuenta; la primera es que deben darse los incentivos para que los recursos mejoren su productividad, y la segunda es que si bien se puede conseguir más con los mismos recursos, no se puede en cambio conseguir más con "nada". Dicho de otra forma, los autos pueden recorrer más kilómetros con el mismo combustible, pero no hay vehículos que funcionen sin combustible...
Sin embargo, ¿no decía Keynes que, frente a las crisis, el Gobierno debía poner dinero en el bolsillo de la gente para que la gaste? En realidad, Keynes decía que se podía hacer algo mejor que eso, como escuelas y viviendas.
Sin embargo, esta idea se justificaba en circunstancias en que había exceso de producción sin vender por el endémico desánimo de productores y consumidores durante la extensa crisis de 1929 con un gasto público equivalente al 10% del producto, y no estancamiento del producto y un gasto público de más del 50% del PBI, como ocurre hoy en la Argentina.
¿Y qué hay del mayor turismo? ¿No es acaso cierto que los feriados largos mejoran los ingresos? Podría ser que ello ocurra, pero solamente si, por alguna razón, la productividad de la actividad turística es mayor a las que se dejan de lado porque la gente, en lugar de trabajar, se va de turismo. Aun así, como en el caso de los autos, hay un límite: si no se trabaja en absoluto -todo el año es feriado- las supuestas mayores ventas del turismo no podrían compensar la caída del producto de quienes ya no aportan sus recursos productivos, puesto que, sin trabajar, difícilmente se nos pague y de esa forma es imposible hacer turismo, ¿verdad?... En definitiva, hay que ganarse el pan con el sudor de la frente de uno y dignificarse con el trabajo sin que sus frutos se los lleven otros. Por otra parte, además de la Biblia, lo dice la Termodinámica: se necesita aportar trabajo al sistema para reproducir los bienes y servicios consumidos, y aunque haya situaciones en las que parezca que la entropía disminuye -o sea, los sistemas "mejoran" sin aparentes aportes de energía- ello se logra gracias a que en otra parte la entropía sí aumenta. En otras palabras, cuando hay vagos que no trabajan, en otra parte hay tontos que lo hacen por ellos; al menos, hasta que "todo se tira por la borda"...
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En algunos círculos ha venido ganando terreno la idea de que el tiempo libre, o no trabajado, es igualmente "productivo" que el que se emplea de otra manera. La extensión de los feriados y la promoción del turismo, lo mismo que el acortamiento de la jornada laboral, serían aplicaciones de esta idea que de alguna manera resulta, cuanto menos, sorprendente, especialmente conforme a la idea bíblica de que "el pan se gana con el sudor de la frente" o la otra, más moderna, que sostiene que "el trabajo dignifica".
Para aclarar ideas conviene volver a la idea básica de la Economía, que explica que la producción se logra con los aportes del trabajo y el capital, simplificando a una economía sin contactos con el exterior e inicialmente, sin gobierno. Claramente, los demás insumos que se requieren se producen también con trabajo y capital, en una cadena hacia atrás en la que, en definitiva, todo se produce con estos dos recursos, incluyendo dentro del capital a los recursos naturales.
Con estas precisiones, es evidente que todo lo producido es consumido por los propietarios de los recursos productivos con los ingresos del aporte de esos servicios. Nótese que hay una perfecta correlación entre la producción y los ingresos, porque nadie trabaja ni brinda su capacidad empresarial junto a las máquinas y herramientas, si no se les paga por ello, y tampoco nadie paga por estos aportes si a cambio no obtiene la producción por la que se pagan esos ingresos.
Cuando el Gobierno entra en escena, el gasto público debe pagarse, y la forma es quitarle poder de compra a los propietarios de los recursos mediante impuestos que hacen posible que algunos tengan ingresos sin trabajar, puesto que no todo el gasto público representa un "bien público": hay muchos gastos que constituyen "males públicos", como la corrupción y la extensa cantidad de "ñoquis" que sobreabundan en la función pública, por ejemplo, y si el gobierno considera que hay que "profundizar el modelo", o sea, aumentar el gasto público, la única forma de conseguir los recursos necesarios es elevar los impuestos, en una progresión que se agota cuando la situación "se sale de borda", como literalmente ocurrió con las colonias británicas en América del Norte, o con alguna resolución que provocó airados rechazos entre nosotros un poco más acá en el tiempo.
¿Qué hace el Gobierno cuando ya no le puede sacar más ingresos a quienes aportan los recursos productivos? Como el modelo nunca termina de profundizarse -el incremento en el gasto público nunca se detiene- algo hay que hacer, y cuando ya no quedan activos para transferir al insaciable gasto, se imprime dinero, lo que parece en principio una solución que contenta a todos. Sin embargo, en tanto los impuestos transfieren ingresos desde los recursos productivos al Gobierno, el dinero nuevo le da también ingresos, pero no se los quita en principio a los dueños de los recursos, con lo que el valor de todos los ingresos, los genuinos de trabajadores y empresarios más los impuestos y el dinero nuevo, excede en principio al valor previo de lo que se produce, y como el mayor gasto del Gobierno no aporta nuevos bienes y servicios, el resultado es que ese mayor ingreso sin mayor producción -como en un remate en el que se suma gente con los mismos bienes en disputa- se transforma, claro está, en inflación.
¿No hay forma, a todo esto, de que los mismos recursos logren una mayor producción?
Sin duda es posible, como es el caso de los modernos automóviles que recorren los mismos kilómetros consumiendo menos combustible.
Más genéricamente, cuando hay aumentos en la productividad de los recursos, se consigue un mayor rendimiento de los mismos. Sin embargo, hay dos consideraciones a tener en cuenta; la primera es que deben darse los incentivos para que los recursos mejoren su productividad, y la segunda es que si bien se puede conseguir más con los mismos recursos, no se puede en cambio conseguir más con "nada". Dicho de otra forma, los autos pueden recorrer más kilómetros con el mismo combustible, pero no hay vehículos que funcionen sin combustible...
Sin embargo, ¿no decía Keynes que, frente a las crisis, el Gobierno debía poner dinero en el bolsillo de la gente para que la gaste? En realidad, Keynes decía que se podía hacer algo mejor que eso, como escuelas y viviendas.
Sin embargo, esta idea se justificaba en circunstancias en que había exceso de producción sin vender por el endémico desánimo de productores y consumidores durante la extensa crisis de 1929 con un gasto público equivalente al 10% del producto, y no estancamiento del producto y un gasto público de más del 50% del PBI, como ocurre hoy en la Argentina.
¿Y qué hay del mayor turismo? ¿No es acaso cierto que los feriados largos mejoran los ingresos? Podría ser que ello ocurra, pero solamente si, por alguna razón, la productividad de la actividad turística es mayor a las que se dejan de lado porque la gente, en lugar de trabajar, se va de turismo. Aun así, como en el caso de los autos, hay un límite: si no se trabaja en absoluto -todo el año es feriado- las supuestas mayores ventas del turismo no podrían compensar la caída del producto de quienes ya no aportan sus recursos productivos, puesto que, sin trabajar, difícilmente se nos pague y de esa forma es imposible hacer turismo, ¿verdad?... En definitiva, hay que ganarse el pan con el sudor de la frente de uno y dignificarse con el trabajo sin que sus frutos se los lleven otros. Por otra parte, además de la Biblia, lo dice la Termodinámica: se necesita aportar trabajo al sistema para reproducir los bienes y servicios consumidos, y aunque haya situaciones en las que parezca que la entropía disminuye -o sea, los sistemas "mejoran" sin aparentes aportes de energía- ello se logra gracias a que en otra parte la entropía sí aumenta. En otras palabras, cuando hay vagos que no trabajan, en otra parte hay tontos que lo hacen por ellos; al menos, hasta que "todo se tira por la borda"...
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