Carlos Luque, Santiago Luque, Adolfo Arias, Diego Patrón, Alejandro Patrón Costas, Andrés Martínez, Agustín Martínez, Alfredo Pardina, Ivo Curia, Agustin Day, Andrés Aguilar, "Patacón" Tolaba, Jaime del Pino y el guía de montaña de Tolar Grande, Ramón, fueron rescatados finalmente a las 17.20 del viernes cuando llegaron al punto de encuentro acordado con los rescatistas de la comuna de Tolar, Defensa Civil y Gendarmería, tras haber caminado 4 horas sobre un denso colchón de nieve. Ellos recibieron el perdón de las implacables ráfagas heladas, observaron la nieve que brilla vertical, campearon el viento blanco que, como una pared, detiene cada paso y volvieron ayer con el corazón agradecido por esta nueva oportunidad. Porque las montañas no son solo moles de roca y nieve. Reviven con cada gesta del ser humano y con las huellas fraternas que quedan perpetuas en sus faldas.
A la 1 del sábado llegaron a Tolar Grande donde pasaron la noche en casas de familias y en el refugio municipal, para luego partir a Salta por la mañana, todos en buen estado de salud. Los montañistas están muy agradecidos con los rescatistas, porque incluso empleados municipales hicieron noche al pie del volcán con 25 grados bajo cero. "Llegamos a la base el lunes por la tarde y salimos de ahí el viernes por la tarde. El miércoles pedimos ayuda porque nos dimos cuenta que no podríamos salir por nuestros medios. Intentamos el año pasado hacer cumbre en el Llullaillaco por la ruta sureste o deportiva, y sólo dos lo lograron. Ahora fuimos por la ruta arqueológica, que está por el noroeste, y no pudimos, pero la montaña sigue ahí y aunque parezca inexplicable, las ganas de volver están intactas", expresó Adolfo Arias.
Es que las cumbres convocan extrañas sensaciones que trascienden la ascensión en sí misma e inyectan en los sentimientos el hechizo de una necesidad: la de volver una y otra vez para respirar el aire enrarecido y puro de las alturas, la de caminar abrazados al silencio, la de beber de un trago la sensación de infinitud, la de asumir la experiencia de la desolación y sentir que la montaña abraza y perdona.
La cifra
6.739 metros de altura. El Llullaillaco es el 2º volcán activo más alto del mundo. Su última erupción ocurrió en 1877.
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Carlos Luque, Santiago Luque, Adolfo Arias, Diego Patrón, Alejandro Patrón Costas, Andrés Martínez, Agustín Martínez, Alfredo Pardina, Ivo Curia, Agustin Day, Andrés Aguilar, "Patacón" Tolaba, Jaime del Pino y el guía de montaña de Tolar Grande, Ramón, fueron rescatados finalmente a las 17.20 del viernes cuando llegaron al punto de encuentro acordado con los rescatistas de la comuna de Tolar, Defensa Civil y Gendarmería, tras haber caminado 4 horas sobre un denso colchón de nieve. Ellos recibieron el perdón de las implacables ráfagas heladas, observaron la nieve que brilla vertical, campearon el viento blanco que, como una pared, detiene cada paso y volvieron ayer con el corazón agradecido por esta nueva oportunidad. Porque las montañas no son solo moles de roca y nieve. Reviven con cada gesta del ser humano y con las huellas fraternas que quedan perpetuas en sus faldas.
A la 1 del sábado llegaron a Tolar Grande donde pasaron la noche en casas de familias y en el refugio municipal, para luego partir a Salta por la mañana, todos en buen estado de salud. Los montañistas están muy agradecidos con los rescatistas, porque incluso empleados municipales hicieron noche al pie del volcán con 25 grados bajo cero. "Llegamos a la base el lunes por la tarde y salimos de ahí el viernes por la tarde. El miércoles pedimos ayuda porque nos dimos cuenta que no podríamos salir por nuestros medios. Intentamos el año pasado hacer cumbre en el Llullaillaco por la ruta sureste o deportiva, y sólo dos lo lograron. Ahora fuimos por la ruta arqueológica, que está por el noroeste, y no pudimos, pero la montaña sigue ahí y aunque parezca inexplicable, las ganas de volver están intactas", expresó Adolfo Arias.
Es que las cumbres convocan extrañas sensaciones que trascienden la ascensión en sí misma e inyectan en los sentimientos el hechizo de una necesidad: la de volver una y otra vez para respirar el aire enrarecido y puro de las alturas, la de caminar abrazados al silencio, la de beber de un trago la sensación de infinitud, la de asumir la experiencia de la desolación y sentir que la montaña abraza y perdona.
La cifra
6.739 metros de altura. El Llullaillaco es el 2º volcán activo más alto del mundo. Su última erupción ocurrió en 1877.