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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Las dos carátulas

Jueves, 02 de julio de 2015 00:30
"Las dos carátulas" era el nombre de un programa de Radio Nacional, en los tiempos en que la "Radio Pública" era efectivamente pública y no oficial y cuando se presentaba simplemente como "la estación de Salta de Radio Nacional".
En ese programa de teatro, el nombre hacía referencia a la dualidad del drama-tragedia vs. comedia, que son los dos aspectos que acompañan casi todos los aspectos de la vida. La dualidad también está presente en otros aspectos de la vida cotidiana, aunque no siempre en términos antitéticos sino más bien complementarios, como en nuestro propio cuerpo con sus dos riñones, nariz y la boca, ojos, brazos, etc.
La misma dualidad se pone de manifiesto en la vida política, que se rige en numerosos países por dos partidos, parlamentos con dos cámaras y sistemas de gobierno con un área administrativa y otra de control, estando esta última a su vez conformada por dos compartimientos: el control legislativo y la Justicia.
Por otra parte, tanto en la vida personal como social, nuestra conducta se rige por dos cánones, el que impone la ley, y el que dicta nuestra conciencia, los que por lo general actúan de consuno, pero también muchas veces se refuerzan como cuando algunas personas "se portan bien", como los chicos, aunque sólo porque los están vigilando.
La gran mayoría de países está regida por leyes y la división de poderes que le impide, en principio, "portarse mal", que es lo que a los gobiernos, no solo de la Argentina, más les gusta y que, como los chicos, no logra por lo general porque la división de poderes lo impide.
Sin embargo, la Argentina "le encontró el agujero al mate", y comenzó, hace ya varios años, por neutralizar una de las dos caras en que se manifiesta el control, el Congreso nacional, imitando a las provincias que llevan muchos años de aceitado entrenamiento en este sentido, por medio de ese instrumento que se llama "delegación de poderes" y que en Salta en particular conocemos muy bien por vía de las transferencias de partidas en el Presupuesto y la autorización para ingresos y gastos extrapresupuestarios que nuestra Legislatura concede graciosamente al Ejecutivo.
El Gobierno con esto consigue lo que se propone, literalmente, pero con una fachada de legalidad porque "hace lo que quiere", pero autorizado por la Legislatura o, en el caso nacional, el Congreso.
Sin perjuicio de lo anterior, subsistía todavía un problema, consistente en que, si bien el Gobierno puede hacer lo que quiere, no necesariamente lo que hace queda dentro de la ley, como quedó manifiestamente claro en la catarata de denuncias y juicios que acometen a un nutrido número de funcionarios públicos.
Faltaba un componente adicional para lograr la total impunidad, y se acaba de lograr con la remoción de jueces independientes por parte de quienes se alinean con la visión del Ejecutivo y apartan consecuentemente a aquellos que tienen a su cargo la investigación de ilícitos, como ocurrió con el juez Cabral.
El país reemplazó "las dos carátulas" por una fachada única de perversidad que se blinda a sí misma.
No está de más señalar que la dualidad, como se decía al comienzo, también está presente en nosotros, por ejemplo, a la hora de votar, ya que podríamos hacerlo censurando lo que para muchos se considera perverso, apoyando en consecuencia a quien podría representar algo diferente. Sin embargo, muchos argentinos votamos a veces la perversidad, con la excusa de que las propuestas alternativas no son sólidas o convincentes; algo parecido a "portarnos mal", total nadie nos ve.
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"Las dos carátulas" era el nombre de un programa de Radio Nacional, en los tiempos en que la "Radio Pública" era efectivamente pública y no oficial y cuando se presentaba simplemente como "la estación de Salta de Radio Nacional".
En ese programa de teatro, el nombre hacía referencia a la dualidad del drama-tragedia vs. comedia, que son los dos aspectos que acompañan casi todos los aspectos de la vida. La dualidad también está presente en otros aspectos de la vida cotidiana, aunque no siempre en términos antitéticos sino más bien complementarios, como en nuestro propio cuerpo con sus dos riñones, nariz y la boca, ojos, brazos, etc.
La misma dualidad se pone de manifiesto en la vida política, que se rige en numerosos países por dos partidos, parlamentos con dos cámaras y sistemas de gobierno con un área administrativa y otra de control, estando esta última a su vez conformada por dos compartimientos: el control legislativo y la Justicia.
Por otra parte, tanto en la vida personal como social, nuestra conducta se rige por dos cánones, el que impone la ley, y el que dicta nuestra conciencia, los que por lo general actúan de consuno, pero también muchas veces se refuerzan como cuando algunas personas "se portan bien", como los chicos, aunque sólo porque los están vigilando.
La gran mayoría de países está regida por leyes y la división de poderes que le impide, en principio, "portarse mal", que es lo que a los gobiernos, no solo de la Argentina, más les gusta y que, como los chicos, no logra por lo general porque la división de poderes lo impide.
Sin embargo, la Argentina "le encontró el agujero al mate", y comenzó, hace ya varios años, por neutralizar una de las dos caras en que se manifiesta el control, el Congreso nacional, imitando a las provincias que llevan muchos años de aceitado entrenamiento en este sentido, por medio de ese instrumento que se llama "delegación de poderes" y que en Salta en particular conocemos muy bien por vía de las transferencias de partidas en el Presupuesto y la autorización para ingresos y gastos extrapresupuestarios que nuestra Legislatura concede graciosamente al Ejecutivo.
El Gobierno con esto consigue lo que se propone, literalmente, pero con una fachada de legalidad porque "hace lo que quiere", pero autorizado por la Legislatura o, en el caso nacional, el Congreso.
Sin perjuicio de lo anterior, subsistía todavía un problema, consistente en que, si bien el Gobierno puede hacer lo que quiere, no necesariamente lo que hace queda dentro de la ley, como quedó manifiestamente claro en la catarata de denuncias y juicios que acometen a un nutrido número de funcionarios públicos.
Faltaba un componente adicional para lograr la total impunidad, y se acaba de lograr con la remoción de jueces independientes por parte de quienes se alinean con la visión del Ejecutivo y apartan consecuentemente a aquellos que tienen a su cargo la investigación de ilícitos, como ocurrió con el juez Cabral.
El país reemplazó "las dos carátulas" por una fachada única de perversidad que se blinda a sí misma.
No está de más señalar que la dualidad, como se decía al comienzo, también está presente en nosotros, por ejemplo, a la hora de votar, ya que podríamos hacerlo censurando lo que para muchos se considera perverso, apoyando en consecuencia a quien podría representar algo diferente. Sin embargo, muchos argentinos votamos a veces la perversidad, con la excusa de que las propuestas alternativas no son sólidas o convincentes; algo parecido a "portarnos mal", total nadie nos ve.
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