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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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María Cristina Garros: "En 25 días nos sacaron dos veces al patio para simulacros de fusilamiento"

Jueves, 24 de marzo de 2016 01:30
En la madrugada del 24 de marzo de 1976 alguien golpeó la puerta del departamento en el que vivía María Cristina Garros Martínez junto a sus tres hijas. Cuando ella preguntó quién era, una voz le respondió con autoridad: "Andamos haciendo requisas por lo del doctor Miguel Ragone". Bastó que su mano bajara el picaporte para que ingresara un tropel de policías a su casa. Uno de los agentes le dijo al oído a la joven abogada: "Es el golpe doctora". Cuando la sacaron de su departamento, la subieron a un auto, le vendaron los ojos y le ataron las manos, supo que la situación se tornaría terrorífica.
"Ahí comenzó el terror", aseguró la mujer hace días en el living de su casa y en una conversación con El Tribuno, a 40 años del golpe de Estado cívico militar en la Argentina.
Luego del arresto, vendrían 25 días de encierro repartidos entre los cuarteles militares de la ciudad y la cárcel de Villa Las Rosas. "Durante esos días me sacaron dos veces al patio con otros compañeros para hacernos simulacros de fusilamiento. Nos llevaban en una camioneta, nos hacían parar en fila y empezaban a tirar con las ametralladoras. Yo decía "qué pasa que no me morí''. Desde ahí que arrastro taquicardias y otras cosas que me duran y que siguen haciendo mella en la familia", mencionó quien fue jueza de la Corte de Justicia de Salta durante 12 años.
Hay imágenes, sonidos y aromas que la remontan a momentos atroces. Algunas de las sensaciones que recuerda son las de percibir solo la oscuridad por estar al menos diez días con los ojos vendados y oír las voces de sus compañeras de pabellón, con las que a veces conversaba en voz alta.
También le quedaron grabadas las voces desgarradoras de compañeros durante los interrogatorios. Ellos eran con quien Cristina militaba en la Lista Verde, que lideraba Miguel Ragone. Con el exgobernador tenía una amistad y recorría los pueblos del interior de Salta para asesorar gratis al que lo necesitara.
A Cristina nunca le dijeron por qué la llevaron ahí, pero ella lo tiene claro. "Estábamos ahí los que trabajábamos con los gremios. Yo no tuve una militancia dura, no fui de Montoneros ni de ninguna de esas agrupaciones. Mi militancia fue desde la acción social, la de los derechos laborales. También había defendido a presos políticos. Pero esa militancia era la que consideré que debía hacer como parte del ejercicio ético de mi profesión. Hoy sigo pensando lo mismo", aseguró.
Sus ideales la llevaron al exilio. Luego de estar detenida, a los 20 días, sufrió un atentado en el departamento en el que vivía junto a sus hijas, sobre la avenida Belgrano. Ahí también estaba su estudio.
No quedó opción. Irse del país significó para ella estar años fuera de su provincia natal, alejada de sus amigos, de sus padres y de sus tres hijas. "Un comisario que me apreciaba me dijo "andate, que la próxima no va a salir tu nombre publicado''. Cuando nos habían detenido, se habían publicado nuestros nombres, algo que no era común. Eso nos salvó la vida en su momento. Ante este panorama me fui a Santa Cruz de la Sierra. Quiénes me sacan del país son integrantes de los gremios y, gracias a ellos, también voy con una carta de recomendación para empezar a trabajar en Bolivia y revalidar el título", relató.
En el país andino empezó a desempeñarse como empleada administrativa y luego se vinculó al ejercicio del comercio exterior. "Tengo un profundo agradecimiento a Bolivia. Ellos se portaron muy bien conmigo, hice muy buenos amigos, que conservo hasta ahora", mencionó, aunque aclaró que no solicitó la nacionalidad de ese país.
Su regreso se produjo tras la llegada de la democracia a la Argentina. Ella tenía la certeza de que la vuelta a la provincia se iba a concretar en cualquier momento. Estaba asumido. Lo impactante para Cristina fue lo que observó cuando volvió. "Estaban los mismos personajes, la misma gente, la misma Salta. Me perdí años de mi vida y aquí es como si nada hubiera pasado", pensó al llegar.

"¿Tanto dejó toda una generación para esto?"

"Ellos no dicen por qué lo hicieron", señaló con respecto a la dictadura. Hablar del pasado no es sencillo para María Cristina Garros Martínez, ni con el periodismo, ni sentada declarando sobre los hechos en una sala de juicios, ni con sus hijas. Ella lo deja claro: "No olvido, pero no vivo del pasado. Me es muy difícil hablar de esto. No sé si está bien o está mal. Sé que esa es mi defensa para seguir adelante y ayudar a las nuevas generaciones", aseguró luego de romper en llanto cuando se le preguntó, "¿Cree que se hizo justicia?".
La respuesta fue visceral: "Estos juicios servirían si esta gente dijera la verdad, pero nadie ha declarado de ellos. Todo es lo que nosotros vivimos, los que sufrimos la dictadura y ellos no dicen por qué lo hicieron, nada de eso hay".
La exintegrante de la Corte de Justicia, que trabajó por avanzar en la prevención de la violencia de género, arremetió: "El 24 de marzo me genera esto, contradicciones. Todos los que luchamos, incluso algunos mucho más que yo porque perdieron la vida y hasta sus hijos, lo hicieron por ideales. En cambio ahora se cree en una militancia que es corrupción. ¿Tanto dejó toda una generación para esto?", reflexiona.
El presente de la política nacional tuvo un párrafo aparte en el diálogo con la jurista. "Este país vivió diferentes etapas del peronismo. Una de Carlos Menem, que todos creíamos que, por ser del interior, iba a hacer un gobierno diferente y nos dejó privatizaciones. Viajo a Jujuy y veo las vías del tren levantadas, un ferrocarril que no existe... y eso también lo hizo el peronismo. Creo que tenemos que reconocer los grandes errores del peronismo: de Isabel, del menemismo y también del kirchnerismo", manifestó.
Para Cristina, hoy el peronismo no atraviesa su mejor momento. "Hay que recuperar la visión de la justicia social que hoy parece diluida", sostuvo.

El trabajo y la amistad con Miguel Ragone

Desde que volvió a Salta, como joven abogada, militó junto a Ragone. Apenas egresó como abogada, María Cristina Garros Martínez regresó a su provincia natal junto a sus padres. Lo primero que hizo fue localizar a quienes integraban la Lista Verde. Ofreció sus servicios como abogada laboralista, era lo que le gustaba.
Entonces comenzó su militancia y su amistad con el médico Miguel Ragone. "Salíamos, ya sea en el auto de él o en el mío que era un Fiat 600, a los pueblos. Él atendía y llevaba los medicamentos que los visitadores médicos le dejaban y yo atendía consultas laborales. También era asesora de los obreros rurales", recordó María Cristina, quien resaltó la amistad que forjó con Ragone.
El exgobernador fue el padrino de bautismo de su hija más pequeña. La recapitulación de imágenes en distintas etapas de su vida muestra los cimientos de su militancia. Ella recordó cuando vivía en Tucumán y la hicieron formar fila para saludar a Evita, que pasaba en un tren. Estaba en tercer grado. A su madre, que repartía juguetes enviados desde Nación en Tilcara, Jujuy. A su padre llorando cuando falleció Perón y el inicio de su militancia en la universidad.
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En la madrugada del 24 de marzo de 1976 alguien golpeó la puerta del departamento en el que vivía María Cristina Garros Martínez junto a sus tres hijas. Cuando ella preguntó quién era, una voz le respondió con autoridad: "Andamos haciendo requisas por lo del doctor Miguel Ragone". Bastó que su mano bajara el picaporte para que ingresara un tropel de policías a su casa. Uno de los agentes le dijo al oído a la joven abogada: "Es el golpe doctora". Cuando la sacaron de su departamento, la subieron a un auto, le vendaron los ojos y le ataron las manos, supo que la situación se tornaría terrorífica.
"Ahí comenzó el terror", aseguró la mujer hace días en el living de su casa y en una conversación con El Tribuno, a 40 años del golpe de Estado cívico militar en la Argentina.
Luego del arresto, vendrían 25 días de encierro repartidos entre los cuarteles militares de la ciudad y la cárcel de Villa Las Rosas. "Durante esos días me sacaron dos veces al patio con otros compañeros para hacernos simulacros de fusilamiento. Nos llevaban en una camioneta, nos hacían parar en fila y empezaban a tirar con las ametralladoras. Yo decía "qué pasa que no me morí''. Desde ahí que arrastro taquicardias y otras cosas que me duran y que siguen haciendo mella en la familia", mencionó quien fue jueza de la Corte de Justicia de Salta durante 12 años.
Hay imágenes, sonidos y aromas que la remontan a momentos atroces. Algunas de las sensaciones que recuerda son las de percibir solo la oscuridad por estar al menos diez días con los ojos vendados y oír las voces de sus compañeras de pabellón, con las que a veces conversaba en voz alta.
También le quedaron grabadas las voces desgarradoras de compañeros durante los interrogatorios. Ellos eran con quien Cristina militaba en la Lista Verde, que lideraba Miguel Ragone. Con el exgobernador tenía una amistad y recorría los pueblos del interior de Salta para asesorar gratis al que lo necesitara.
A Cristina nunca le dijeron por qué la llevaron ahí, pero ella lo tiene claro. "Estábamos ahí los que trabajábamos con los gremios. Yo no tuve una militancia dura, no fui de Montoneros ni de ninguna de esas agrupaciones. Mi militancia fue desde la acción social, la de los derechos laborales. También había defendido a presos políticos. Pero esa militancia era la que consideré que debía hacer como parte del ejercicio ético de mi profesión. Hoy sigo pensando lo mismo", aseguró.
Sus ideales la llevaron al exilio. Luego de estar detenida, a los 20 días, sufrió un atentado en el departamento en el que vivía junto a sus hijas, sobre la avenida Belgrano. Ahí también estaba su estudio.
No quedó opción. Irse del país significó para ella estar años fuera de su provincia natal, alejada de sus amigos, de sus padres y de sus tres hijas. "Un comisario que me apreciaba me dijo "andate, que la próxima no va a salir tu nombre publicado''. Cuando nos habían detenido, se habían publicado nuestros nombres, algo que no era común. Eso nos salvó la vida en su momento. Ante este panorama me fui a Santa Cruz de la Sierra. Quiénes me sacan del país son integrantes de los gremios y, gracias a ellos, también voy con una carta de recomendación para empezar a trabajar en Bolivia y revalidar el título", relató.
En el país andino empezó a desempeñarse como empleada administrativa y luego se vinculó al ejercicio del comercio exterior. "Tengo un profundo agradecimiento a Bolivia. Ellos se portaron muy bien conmigo, hice muy buenos amigos, que conservo hasta ahora", mencionó, aunque aclaró que no solicitó la nacionalidad de ese país.
Su regreso se produjo tras la llegada de la democracia a la Argentina. Ella tenía la certeza de que la vuelta a la provincia se iba a concretar en cualquier momento. Estaba asumido. Lo impactante para Cristina fue lo que observó cuando volvió. "Estaban los mismos personajes, la misma gente, la misma Salta. Me perdí años de mi vida y aquí es como si nada hubiera pasado", pensó al llegar.

"¿Tanto dejó toda una generación para esto?"

"Ellos no dicen por qué lo hicieron", señaló con respecto a la dictadura. Hablar del pasado no es sencillo para María Cristina Garros Martínez, ni con el periodismo, ni sentada declarando sobre los hechos en una sala de juicios, ni con sus hijas. Ella lo deja claro: "No olvido, pero no vivo del pasado. Me es muy difícil hablar de esto. No sé si está bien o está mal. Sé que esa es mi defensa para seguir adelante y ayudar a las nuevas generaciones", aseguró luego de romper en llanto cuando se le preguntó, "¿Cree que se hizo justicia?".
La respuesta fue visceral: "Estos juicios servirían si esta gente dijera la verdad, pero nadie ha declarado de ellos. Todo es lo que nosotros vivimos, los que sufrimos la dictadura y ellos no dicen por qué lo hicieron, nada de eso hay".
La exintegrante de la Corte de Justicia, que trabajó por avanzar en la prevención de la violencia de género, arremetió: "El 24 de marzo me genera esto, contradicciones. Todos los que luchamos, incluso algunos mucho más que yo porque perdieron la vida y hasta sus hijos, lo hicieron por ideales. En cambio ahora se cree en una militancia que es corrupción. ¿Tanto dejó toda una generación para esto?", reflexiona.
El presente de la política nacional tuvo un párrafo aparte en el diálogo con la jurista. "Este país vivió diferentes etapas del peronismo. Una de Carlos Menem, que todos creíamos que, por ser del interior, iba a hacer un gobierno diferente y nos dejó privatizaciones. Viajo a Jujuy y veo las vías del tren levantadas, un ferrocarril que no existe... y eso también lo hizo el peronismo. Creo que tenemos que reconocer los grandes errores del peronismo: de Isabel, del menemismo y también del kirchnerismo", manifestó.
Para Cristina, hoy el peronismo no atraviesa su mejor momento. "Hay que recuperar la visión de la justicia social que hoy parece diluida", sostuvo.

El trabajo y la amistad con Miguel Ragone

Desde que volvió a Salta, como joven abogada, militó junto a Ragone. Apenas egresó como abogada, María Cristina Garros Martínez regresó a su provincia natal junto a sus padres. Lo primero que hizo fue localizar a quienes integraban la Lista Verde. Ofreció sus servicios como abogada laboralista, era lo que le gustaba.
Entonces comenzó su militancia y su amistad con el médico Miguel Ragone. "Salíamos, ya sea en el auto de él o en el mío que era un Fiat 600, a los pueblos. Él atendía y llevaba los medicamentos que los visitadores médicos le dejaban y yo atendía consultas laborales. También era asesora de los obreros rurales", recordó María Cristina, quien resaltó la amistad que forjó con Ragone.
El exgobernador fue el padrino de bautismo de su hija más pequeña. La recapitulación de imágenes en distintas etapas de su vida muestra los cimientos de su militancia. Ella recordó cuando vivía en Tucumán y la hicieron formar fila para saludar a Evita, que pasaba en un tren. Estaba en tercer grado. A su madre, que repartía juguetes enviados desde Nación en Tilcara, Jujuy. A su padre llorando cuando falleció Perón y el inicio de su militancia en la universidad.
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