En enero de este año, el matrimonio integrado por Daniel Negreti y Avelina Gutiérrez, ambos de la etnia wichi, se afincó en General Ballivián, junto a sus hijos Daniela, de 7 años; Trinidad, de 4, y Magalí, de 1 año y 8 meses. Según la madre, Trinidad ya estaba enferma cuando se trasladaron a esa localidad, pero hasta ese momento no había recibido ningún tratamiento médico. En marzo la internaron en el hospital de General Mosconi, de donde la derivaron a Tartagal y luego al hospital Materno Infantil, en la capital salteña. En el nosocomio capitalino, los médicos descubrieron que presentaba un cuadro de tuberculosis pulmonar y extrapulmonar y desnutrición. Una experta sostuvo que todo indica que el bacilo atravesó los pulmones por vía sanguínea llegando a las vértebras de la columna dorsal y cervical. Junto a Trinidad también cayó enferma la pequeña Magalí con diagnóstico de desnutrición grave. Por ese motivo, la madre no pudo acompañar a Trinidad y fue el padre quien permaneció junto a ella hasta que murió.
Todo indica que la muerte de la niña pudo haberse evitado si los operadores del sistema de salud hubieran tomado los recaudos del caso frente a una enfermedad harto contagiosa. Se sabe que el 12 de febrero de 2014 Delicia Vázquez, la abuela de la niña, inició un tratamiento por tuberculosis en el hospital San Roque de Embarcación. Los estudios médicos determinaron que la mujer tenía cavernas en los pulmones, lo que hace suponer que estaba infectada desde hacía por lo menos un año. Cuatro meses después se diagnosticó la misma patología a Mario Negreti, esposo de Delicia. Era evidente que la mujer lo había contagiado y que lo propio pudo haber ocurrido con Trinidad. Con estos antecedentes, los hechos confirmaran que no se realizó el tratamiento de infección probable (quimioprofilaxis primaria) para prevenir la tuberculosis en las personas sanas en contacto con los dos enfermos. En este caso, los que estaban en riesgo eran Daniel Negreti, su esposa y los tres hijos del matrimonio, porque todos compartían el mismo techo en la misión aborigen Tierras Fiscales en Embarcación.
Avelina Gutiérrez aseguró que ninguno de los integrantes de su grupo familiar recibió tratamiento por tuberculosis. "Cuando llegamos Ballivián mi hijita (por Trinidad) ya estaba enfermita y cuando se puso mal la internaron en el hospital, y luego la llevaron a Salta", expresó a El Tribuno la mujer en la precaria vivienda que habita en misión Senillosa.
Los dichos de la joven madre confirman que el hospital de Embarcación no realizó la quimioprofilaxis primaria al grupo familiar para protegerlo del contagio. La hipótesis de que hubo negligencia se refuerza más aún por el hecho de que el área operativa de General Mosconi no recibió ninguna información del hospital San Roque, alertando que Trinidad Negreti había sido tratada por tuberculosis en ese nosocomio. "La chiquita vino sin ningún tratamiento de tuberculosis porque de haber sido así Embarcación tendría que haberlo informado", aseguró a este medio Noemí Maizarez, médica del centro de salud de Ballivián. La joven, graduaba en Cuba, sostuvo que tampoco hay antecedentes de que se haya realizado la quimioprofilaxis primaria al grupo familiar que el sistema de salud aconseja para estos casos. "Si la niña murió por tuberculosis ósea significa que estaba infectada desde hace mucho tiempo, porque de otra manera no hubiera llegado a ese estado ", señaló la profesional jujeña.
Lo que se sospecha es que la pequeña Magalí, que padece un cuadro de desnutrición grave, también podría estar infectada con tuberculosis. El tratamiento de la beba recién comenzó cuando el hospital de Tartagal tomó conocimiento de la muerte de su hermanita por esta patología.
En la misma situación podrían estar Daniela y los padres de los niños. Para Avelina la situación se agrava más aún porque está embarazada en el cuarto mes de gestación.
"Es un caso gravísimo"
"Todo indica que tenía infección de larga data"
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En enero de este año, el matrimonio integrado por Daniel Negreti y Avelina Gutiérrez, ambos de la etnia wichi, se afincó en General Ballivián, junto a sus hijos Daniela, de 7 años; Trinidad, de 4, y Magalí, de 1 año y 8 meses. Según la madre, Trinidad ya estaba enferma cuando se trasladaron a esa localidad, pero hasta ese momento no había recibido ningún tratamiento médico. En marzo la internaron en el hospital de General Mosconi, de donde la derivaron a Tartagal y luego al hospital Materno Infantil, en la capital salteña. En el nosocomio capitalino, los médicos descubrieron que presentaba un cuadro de tuberculosis pulmonar y extrapulmonar y desnutrición. Una experta sostuvo que todo indica que el bacilo atravesó los pulmones por vía sanguínea llegando a las vértebras de la columna dorsal y cervical. Junto a Trinidad también cayó enferma la pequeña Magalí con diagnóstico de desnutrición grave. Por ese motivo, la madre no pudo acompañar a Trinidad y fue el padre quien permaneció junto a ella hasta que murió.
Todo indica que la muerte de la niña pudo haberse evitado si los operadores del sistema de salud hubieran tomado los recaudos del caso frente a una enfermedad harto contagiosa. Se sabe que el 12 de febrero de 2014 Delicia Vázquez, la abuela de la niña, inició un tratamiento por tuberculosis en el hospital San Roque de Embarcación. Los estudios médicos determinaron que la mujer tenía cavernas en los pulmones, lo que hace suponer que estaba infectada desde hacía por lo menos un año. Cuatro meses después se diagnosticó la misma patología a Mario Negreti, esposo de Delicia. Era evidente que la mujer lo había contagiado y que lo propio pudo haber ocurrido con Trinidad. Con estos antecedentes, los hechos confirmaran que no se realizó el tratamiento de infección probable (quimioprofilaxis primaria) para prevenir la tuberculosis en las personas sanas en contacto con los dos enfermos. En este caso, los que estaban en riesgo eran Daniel Negreti, su esposa y los tres hijos del matrimonio, porque todos compartían el mismo techo en la misión aborigen Tierras Fiscales en Embarcación.
Avelina Gutiérrez aseguró que ninguno de los integrantes de su grupo familiar recibió tratamiento por tuberculosis. "Cuando llegamos Ballivián mi hijita (por Trinidad) ya estaba enfermita y cuando se puso mal la internaron en el hospital, y luego la llevaron a Salta", expresó a El Tribuno la mujer en la precaria vivienda que habita en misión Senillosa.
Los dichos de la joven madre confirman que el hospital de Embarcación no realizó la quimioprofilaxis primaria al grupo familiar para protegerlo del contagio. La hipótesis de que hubo negligencia se refuerza más aún por el hecho de que el área operativa de General Mosconi no recibió ninguna información del hospital San Roque, alertando que Trinidad Negreti había sido tratada por tuberculosis en ese nosocomio. "La chiquita vino sin ningún tratamiento de tuberculosis porque de haber sido así Embarcación tendría que haberlo informado", aseguró a este medio Noemí Maizarez, médica del centro de salud de Ballivián. La joven, graduaba en Cuba, sostuvo que tampoco hay antecedentes de que se haya realizado la quimioprofilaxis primaria al grupo familiar que el sistema de salud aconseja para estos casos. "Si la niña murió por tuberculosis ósea significa que estaba infectada desde hace mucho tiempo, porque de otra manera no hubiera llegado a ese estado ", señaló la profesional jujeña.
Lo que se sospecha es que la pequeña Magalí, que padece un cuadro de desnutrición grave, también podría estar infectada con tuberculosis. El tratamiento de la beba recién comenzó cuando el hospital de Tartagal tomó conocimiento de la muerte de su hermanita por esta patología.
En la misma situación podrían estar Daniela y los padres de los niños. Para Avelina la situación se agrava más aún porque está embarazada en el cuarto mes de gestación.