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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Independiente, su mística y la Sudamericana    

Jueves, 28 de diciembre de 2017 19:25

Independiente tuvo una cita con su historia y se vistió de gala como en sus mejores épocas: en el mítico Maracaná, el equipo conducido magistralmente por Ariel Holan igualó 1-1 ante Flamengo y, haciendo valer el 2-1 en el duelo de ida, se consagró campeón de la Copa Sudamericana 2017, el 13 de diciembre. 
Lucas Paquetá había abierto el marcador para el local, pero Ezequiel Barco anotó el empate y le dio la posibilidad al rojo de repetir el título que había obtenido en 2010.
Fue merecida la consagración de Independiente porque respetó un estilo, porque terminó marcando diferencia en cada una de las series (ganó diez de los 12 partidos), porque incluso en la final, ante un clima hostil, en ningún momento abandonó una postura ni se dejó arrollar por la efervescencia que contagió el público brasileño. Incluso pudo haber ganado en el Maracaná y no hubiera sido para nada injusto. Señales de un conjunto convencido, que no apeló al azar para dar la vuelta olímpica.
Independiente fue más a lo largo de la serie. En la primera etapa, supo plantarse, más allá que de a ratos ofreció dos caras. Cuando logró hacer pie en la mitad de cancha y poner a sus descarados gambeteadores de frente a los hombres más pesados del fla, contuvo el apetito ofensivo que contagió el Maracaná y puso en aprietos a los locales. Gigliotti supo aguantar y pivotear con presteza, y Meza y Barco lastimaron cada vez que decidieron encarar.
En la medida en que el cronómetro fue corriendo, la desesperación del local se fue incrementando. Y eso coincidió con la sabiduría de los jugadores del rojo, que empezaron a leer por dónde debían jugar el encuentro. Fueron regulando, juntando botines sensibles y lastimando más en bloque. Flamengo buscó los penales con empuje, a los empellones. Apenas si con un intento postrero de Réver consiguió llevar algo de zozobra. A esa altura, Independiente, interiormente, ya sabía que la mística internacional lo protegía. Respetando la identidad histórica, volvió a hacer historia. 
Así, el rojo alzó la 17ª corona internacional en sus 113 años e igualó la línea del Barcelona de España, quedando a una copa de igualar a Boca y Milan.
Cabe destacar que además logró el acceso a otras dos finales internacionales: la Recopa Sudamericana ante el Gremio y la Suruga Bank contra el Cerezo Osaka. Como para seguir demostrando que la mística copera está de vuelta.
 

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Independiente tuvo una cita con su historia y se vistió de gala como en sus mejores épocas: en el mítico Maracaná, el equipo conducido magistralmente por Ariel Holan igualó 1-1 ante Flamengo y, haciendo valer el 2-1 en el duelo de ida, se consagró campeón de la Copa Sudamericana 2017, el 13 de diciembre. 
Lucas Paquetá había abierto el marcador para el local, pero Ezequiel Barco anotó el empate y le dio la posibilidad al rojo de repetir el título que había obtenido en 2010.
Fue merecida la consagración de Independiente porque respetó un estilo, porque terminó marcando diferencia en cada una de las series (ganó diez de los 12 partidos), porque incluso en la final, ante un clima hostil, en ningún momento abandonó una postura ni se dejó arrollar por la efervescencia que contagió el público brasileño. Incluso pudo haber ganado en el Maracaná y no hubiera sido para nada injusto. Señales de un conjunto convencido, que no apeló al azar para dar la vuelta olímpica.
Independiente fue más a lo largo de la serie. En la primera etapa, supo plantarse, más allá que de a ratos ofreció dos caras. Cuando logró hacer pie en la mitad de cancha y poner a sus descarados gambeteadores de frente a los hombres más pesados del fla, contuvo el apetito ofensivo que contagió el Maracaná y puso en aprietos a los locales. Gigliotti supo aguantar y pivotear con presteza, y Meza y Barco lastimaron cada vez que decidieron encarar.
En la medida en que el cronómetro fue corriendo, la desesperación del local se fue incrementando. Y eso coincidió con la sabiduría de los jugadores del rojo, que empezaron a leer por dónde debían jugar el encuentro. Fueron regulando, juntando botines sensibles y lastimando más en bloque. Flamengo buscó los penales con empuje, a los empellones. Apenas si con un intento postrero de Réver consiguió llevar algo de zozobra. A esa altura, Independiente, interiormente, ya sabía que la mística internacional lo protegía. Respetando la identidad histórica, volvió a hacer historia. 
Así, el rojo alzó la 17ª corona internacional en sus 113 años e igualó la línea del Barcelona de España, quedando a una copa de igualar a Boca y Milan.
Cabe destacar que además logró el acceso a otras dos finales internacionales: la Recopa Sudamericana ante el Gremio y la Suruga Bank contra el Cerezo Osaka. Como para seguir demostrando que la mística copera está de vuelta.
 

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