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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La Selección argentina, un equipo sin alma

Martes, 28 de marzo de 2017 23:14

Se avizora un futuro negro en el camino de la Selección argentina rumbo a Rusia 2018. Con y sin Messi, este seleccionado no transmite nada, es más, se la nota sin alma, sin reacción, sin amor propio. 
Ante Chile se ganó y nada más. El equipo nunca apareció. la Pulga, por culpa de un sistema de juego caprichoso, siempre debe intentar la heroica. Los cuatro fantásticos son más “reales” en las historietas que en esta Selección argentina (Di María, Messi, Agüero e Higuaín). Es difícil aceptar que teniendo grandes jugadores se viva una crisis casi terminal.
Con la suspensión de oficio que la FIFA le impuso a Lionel para jugar ante Bolivia, todo se hacía más complicado ya desde la previa. Y tras perder merecidamente ante el conjunto local, lo que se preveía, se hizo realidad. La Selección argentina jugó espantosamente. Volvió a ser un equipo sin alma y sin corazón. 
Hay que reconocer que la Selección jugó ante Bolivia con mucho en contra, con el capitán sancionado, un grupo peleado con la prensa, jugadores lesionados y afuera por doble amarilla, sumado a la altura de La Paz. Bauza, que planificó posesiones largas y no apostar a los mano a mano, paró la defensa muy cerca de Romero, donde los errores fueron letales. Roncaglia tuvo una tarde para el olvido y el “uno” pudo hacer algo más en los goles. La derrota vuelve a dejar a la Selección donde arrancó, en zona de repechaje. La ausencia de Lionel Messi se notó más desde lo anímico. 
Se impone un cambio desde hace tiempo. Se debe elegir un conductor que encauce el “Titanic”, que es la Selección. Individualidades sobran, hace falta un “constructor” de equipos, alguien que le imprima un norte a una camada de jugadores llamada a ganar algún título importante y dejar en el recuerdo el mote de “generación del fracaso”. 
 

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Se avizora un futuro negro en el camino de la Selección argentina rumbo a Rusia 2018. Con y sin Messi, este seleccionado no transmite nada, es más, se la nota sin alma, sin reacción, sin amor propio. 
Ante Chile se ganó y nada más. El equipo nunca apareció. la Pulga, por culpa de un sistema de juego caprichoso, siempre debe intentar la heroica. Los cuatro fantásticos son más “reales” en las historietas que en esta Selección argentina (Di María, Messi, Agüero e Higuaín). Es difícil aceptar que teniendo grandes jugadores se viva una crisis casi terminal.
Con la suspensión de oficio que la FIFA le impuso a Lionel para jugar ante Bolivia, todo se hacía más complicado ya desde la previa. Y tras perder merecidamente ante el conjunto local, lo que se preveía, se hizo realidad. La Selección argentina jugó espantosamente. Volvió a ser un equipo sin alma y sin corazón. 
Hay que reconocer que la Selección jugó ante Bolivia con mucho en contra, con el capitán sancionado, un grupo peleado con la prensa, jugadores lesionados y afuera por doble amarilla, sumado a la altura de La Paz. Bauza, que planificó posesiones largas y no apostar a los mano a mano, paró la defensa muy cerca de Romero, donde los errores fueron letales. Roncaglia tuvo una tarde para el olvido y el “uno” pudo hacer algo más en los goles. La derrota vuelve a dejar a la Selección donde arrancó, en zona de repechaje. La ausencia de Lionel Messi se notó más desde lo anímico. 
Se impone un cambio desde hace tiempo. Se debe elegir un conductor que encauce el “Titanic”, que es la Selección. Individualidades sobran, hace falta un “constructor” de equipos, alguien que le imprima un norte a una camada de jugadores llamada a ganar algún título importante y dejar en el recuerdo el mote de “generación del fracaso”. 
 

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