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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Cuando el hambre y la lluvia no dan tregua a los chicos

Vecinos solidarios trabajan en el barrio Santa Ana. Desde hace dos meses, con gran esfuerzo, impulsan un comedor que alimenta, a diario, a 43 niños de familias humildes.
Sabado, 27 de abril de 2019 01:21

El fuego se enciende al amanecer. Una vieja parrilla, sostenida por dos bloques, una olla con múltiples usos, un humilde techo y algunos tablones, en medio de tanta pobreza, parecen ser suficientes para combatir el hambre cuando hay vecinos solidarios que brindan su tiempo y dan amor a los pequeños.

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El fuego se enciende al amanecer. Una vieja parrilla, sostenida por dos bloques, una olla con múltiples usos, un humilde techo y algunos tablones, en medio de tanta pobreza, parecen ser suficientes para combatir el hambre cuando hay vecinos solidarios que brindan su tiempo y dan amor a los pequeños.

Desde hace dos meses, con gran esfuerzo, en el barrio Santa Ana funciona el comedor "Sueños y Esperanza", en el patio de doña Mirta Salvatierra. La iniciativa fue de Rubén Darío González, conocido como "Piturro", quien dijo que fue creado por la gente del barrio, ante la necesidad.

El patio es de tierra y cuando llueve queda todo completamente anegado, pero nada los detiene. En el lugar reciben el almuerzo a diario 43 chicos de familias de escasos recursos.

"Esto se creó por inquietud de unos vecinos. Yo soy nacido y criado acá y he compartido mi vida con estas personas. Nos conocemos y nos planteamos abrirlo por la necesidad que hay. Entonces decidimos emprender esto desde hace dos meses", comentó González a El Tribuno.

Desde que se inició solamente un día no pudieron hacerlo funcionar por falta de insumos. Pero hay muchos vecinos que colaboran para que los niños reciban su alimento a diario.

"Piturro", con su esposa Valeria de los Ángeles Moyano, tratan de conseguir la mercadería y lo necesario para cocinar.

"Doña Mirta se encarga de preparar los alimentos, es el motor de este comedor. Busca las soluciones a todo; sin ella esto no sería posible", relató el vecino solidario.

Comentó que una vecina rosarina donó la primera olla, juntaron mercadería y ropa. Así comenzó a funcionar.

"Llevamos un control de todo en un cuaderno de registro, para que todo sea transparente. Llevar adelante un comedor en estos tiempos es muy difícil por la crisis económica, pero los chicos tienen hambre y esos nos impulsa a continuar con nuestro mayor esfuerzo", expresó "Piturro".

El lugar necesita mucho. Cada niño llega al comedor con sus platos, cubiertos y vasos, porque no hay a disposición. También piden bancas, porque comen parados.

"Hay mucha gente que nos colabora con lo que puede y entre todos nos damos una mano. Con el grupo que tenemos vamos consiguiendo las cosas. Esto era un comedor al aire libre, luego conseguimos hacer un techo, pero la idea es cerrarlo, construir una cocina y lograr que los chicos puedan estar cómodos", detalló.

El comedor necesita cubiertos, platos, manteles y materiales de construcción. "Nuestro objetivo es que los chicos tengan su alimento a diario, ya lo hemos logrado, pero nos cuesta mucho sostenerlo".

El mejor acto de rebeldía

Los impulsores del comedor quieren que los chicos estudien y se capaciten

Valeria Moyano, Mirta y “Piturro”

Al lugar concurren chicos muy pequeños, desde un año y medio en adelante.

 “Este es un barrio con muchas necesidades. Hemos escrito cartas al Gobierno nacional, a la ministra Carolina Stanley. Nos respondieron, nos pidieron datos y esperamos tener una respuesta, porque no recibimos ayuda de nadie más”, dijo González.

Los impulsores del emprendimiento solidario van recolectando todo tipo de mercaderías, para que se pueda cocinar todos los días.

“Nosotros tenemos muchos sueños. Hablar de proyectos se nos hace difícil ante tantas carencias. Pero no queremos que esto sea solamente un comedor, la idea es que los chicos reciban capacitaciones, se dicten talleres y que aprendan un oficio”, se ilusiona “Piturro”.

Un acto de rebeldía

“Queremos que estos niños terminen el secundario, estudien una carrera y el día de mañana puedan ser profesionales. Lamentablemente, parece que el pobre está condenado a ser siempre pobre. Pero a eso lo podemos cambiar entre todos”, expresó don González.

“Desde niño siempre fui muy pobre, pero mi madre me enseñó que la única forma de salir adelante es con el estudio, con sacrificio y honestidad. Hay personas que tienen mucha capacidad, pero no logran sus objetivos. Sobre esto hay que trabajar y contenerlos, para que lleguen lejos”, señaló el vecino solidario.

Mirta: el motor de “Sueños y Esperanzas” para muchos niños

Mirta Salvatierra tiene 49 años y hace treinta reside en el barrio.

Los chicos a la hora del almuerzo en el pequeño comedor. Agencia

En el patio de su casa funciona el humilde comedor, en el que se cocina con leña.

“Me levanto a las 6.30. Con mis hijos prendemos el fuego y primero hago el postre, como arroz con leche, gelatina y mazamorra. Luego cocino acá en mi casa, en este comedorcito que decidimos encarar hace dos meses, porque antes yo colaboraba en otro. Me siento muy bien de poder ayudar a todos. Acá tratamos con amor a los niños, les damos todo lo que podemos con el señor ‘Piturro’”, dijo doña Mirta a El Tribuno. “Ya tenemos nuestro horno de barro para hacer pan casero y pizzas. La comida se sirve todos los días a las 12.30. Nos hacen falta mesas o bancas y sillas, porque los chicos comen parados. También necesitamos ollas y una cocina. Pero en esta zona todo es difícil porque no hay servicios básicos, como gas”, expresó.

Sin dudas, el nombre de “Sueños y Esperanzas” es la identidad, la cultura y el sueño de muchos de los niños que acuden al lugar. Ellos aseguran que sus sueños al ser grandes es convertirse en maestra jardinera, veterinaria, policía o gendarme, entre las principales profesiones.

Gran parte de los niños asisten al Cuerpo Policial Infantil (CPI), perteneciente al área comunitaria de la dependencia policial 31. Allí reciben contención social desde hace más de cinco años. La institución es, sin dudas, parte de su identidad.

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