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Producir para el país y el mundo desde el olvidado norte salteño

Desde Orán y Tartagal,  Hijos de Salvador Muñoz S. A apuesta fuertemente y crece cada vez más en el mercado.
Viernes, 30 de diciembre de 2022 14:37

Hijos de Salvador Muñoz S.A, o más conocida como "Salvita", es una de los mayores empleadoras de Salta, en una provincia donde la industrialización es muy baja y se vive básicamente del Estado, con la mitad de la población pobre o en precarias condiciones laborales.

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Hijos de Salvador Muñoz S.A, o más conocida como "Salvita", es una de los mayores empleadoras de Salta, en una provincia donde la industrialización es muy baja y se vive básicamente del Estado, con la mitad de la población pobre o en precarias condiciones laborales.

Alejado de su Embarcación natal, Salvador Muñoz, presidente de la empresa, trabaja desde las nuevas oficinas que construyeron en la ciudad. "Pero voy y vengo" , aclara y recuerda las insistencias de su abuelo, que le advertía sobre la "tentación del escritorio". Cuando se vino a la ciudad con 17 años a estudiar para contador, su abuelo, también llamado Salvador y quién gestó la empresa, le advirtió que cuando se recibiera iba a querer estar en una oficina, pero "que en el campo había que estar y vivir". Antes de morir, su abuelo insistió con el pedido, y luego de que murió, "el 7 de noviembre de 1983", recuerda con precisión, le anunció a sus padres que cursando cuarto año dejaría la carrera. Decidido se volvió a su pueblo, donde tuvo a sus hijos.

"Me da mucha pena que el norte no sea lo que alguna vez fue", lamenta. Mientras, asegura que sus mejores años los vivió allí, donde a la escuela pública iban todos, desde los originarios hasta los "hijos de los finqueros", una dinámica de la que asegura, todos aprendían. "Pero era otra pobreza, ahora todo es diferente", resalta intentando poner en palabras lo que asegura, caló hondo en la comunidad de la zona que supo ser potente. "Hace muchos años Embarcación, con el ferrocarril, era el centro de distribución logística de comestibles, de hacienda, Tartagal con YPF, Orán se desarrolló con el Ingenio Tabacal. Todo ese desarrollo generaba mucho distribución de recursos. El norte siempre fue desarrollo, pero bueno, después desapareció el ferrocarril, YPF, y empezaron las crisis económicas donde algunas empresas comenzaron a decaer. En nuestro sector, el fructihortícola, habían empresas grandes, pero fue pasando el tiempo y hay empresas que se fueron desarticulando", reflexiona sobre cómo se fue configurando ese nuevo norte en que el Hijos de Salvador Muñoz fue una de las empresas que insistió, persistió y creció.

En la pared de la oficina cuelgan los rostros de tres generaciones del mismo nombre, abuelo, padre e hijo, pero un "hijo" que ahora ya tiene sus propios cuatro hijos y siete nietos. Los hijos de Salvador también trabajan en la empresa, "están en áreas donde se van desarrollando como cualquiera, sin coronita", aclara. "Acá buscamos profesionalismo y mérito, y yo no tengo la garantía de que me lo pueda dar un hijo mío, si no me lo da, lo designaré en otra persona", agrega.

Salvador agradece poder compartir con sus hijos el gusto por el trabajo de campo. Aunque asegura que es por decisión de ellos, porque es "respetuoso de lo que quieran hacer", y además porque también en esto recuerda las máximas del abuelo: "Decía que en la vida primero hay que tener respeto por los demás, en segundo lugar amor por lo que uno hace, y en tercer lugar, si tenés tiempo, estudiar".

Ese mismo "criterio y sentido común" son las guías con las que intenta administrar la empresa familiar día a día, y que excede los límites de las oficinas o los campos. Lo que cualquier otra empresa llamaría Responsabilidad Social Empresarial (RSE), él lo llama "coherencia, sentido común. No se puede esperar que el trabajador solo vaya a cumplir su trabajo cuando por ahí en su casa tiene necesidades", señala. En temporadas altas, la empresa llega a tener hasta 2300 empleados.

Salvador es de perfil bajo, le cuesta la exposición. Mediante funcionarios provinciales se supo que su empresa colaboró con apagar los incendios, una de las mayores catástrofes ambientales en los registros provinciales, y ahora también durante la crisis hídrica. Además contribuyó a la recuperación del cuartel de bomberos voluntarios de Embarcación. Consultado por estas decisiones explicó: "Son todas personas de la zona, mi empresa funciona con personas. No soy yo, es un montón de gente que cada uno cumple su función y vive generalmente cerca del lugar en el que se trabaja que es en Orán y San Martín. Nos interesa mucho que la gente que trabaja con nosotros esté contenida. No sé si llamarlo Responsabilidad Social Empresarial, estamos ahí y uno no puede estar al margen".

También, asegura, el beneficio que va hacia la comunidad y al trabajador que se capacita, vuelve a la empresa: "Si quiero que mi empresa perdure en el tiempo tengo que desarrollar recursos humanos. A su vez tengo que preocuparme para que ese recurso humano esté bien, porque si yo no me preocupo que la gente se arraigue en el lugar, algún día dirán 'me voy a capital, allá hay mejores colegios, mejor infraestructura, me busco un trabajo nuevo allá'. Hay que preparar a la gente, capacitarla, generarle oportunidades que estudien, eso implica crecimiento personal y todo eso vuelve después. Es todo un combo que hay que mirar, no solo lo que pasa en la empresa, sino alrededor. Sino lo hacés, algún día te darás cuenta que te equivocaste".

Más allá de las enseñanzas de las viejas generaciones, el empresario señala que son "bases", y que "hay nuevos paradigmas que implican un desafío de adaptación", a raíz de que "hay un cambio generacional muy grande, con una generación nueva muy inteligente y muy capaz. Se habla hoy de flexibilidad laboral, home office, cosas que no existían, y las empresas debemos ir aggionarnándonos".

Mientras la empresa crece y se transforma en un sustituidor de importaciones, como con las conservas de pimientos que provenían de Perú, o productor nacional en cuanto a producción de bananas, -el país produce el 20% de lo que consume, lo demás se importa-; Salvador intenta seguir manteniendo un bajo perfil empresarial. Sin embargo, a veces la cambiante realidad nacional interpela y tiene que sentar posturas públicas. Hace algunas semanas Salvador marcó la "incoherencia" de que mientras a los que traen bananas de afuera le daban facilidades para conseguir dólares, a él, que produce para el consumo interno, proyecto con el que además ganó el premio de oro a la excelencia agropecuaria por la innovación tecnológica, le cajonean hace meses un permiso para comprar de afuera bolsas para conservar la fruta. Consultado por si le faltó el lobby que, en cambio si hizo la Cámara de Importadores de Banana con la Secretaría de Comercio de Nación, aseguró poder decir las cosas tranquilo: "Tengo la frente en alto, mi forma es lo más natural y lo más genuina posible.Siempre fui para adelante con mis convicciones, y cuando me equivoqué cambié de camino, invertí mi dinero y si no me alcanzaba iba a un banco y lo pedía. Con lo cual, yo no le debo nada a nadie en cuanto a favores". Aunque a la par aclara que su perfil no es ir en contra de nadie, ya que busca que su empresa perdure en el tiempo, mientras que "esta medida que se tomó a nivel nacional, es dictada por funcionarios que algún día se irán y vendrán otros".

En tanto, el 2023 encontrará a una empresa que buscará continuar creciendo con diferentes productos, como con la ampliación de su feed lot y la fábrica de aceite vegetales, con la diversidad como norte y con la firme convicción que en "Salta podés hacer lo que quieras". Muñoz asegura que la amplitud climática y de suelos de la provincia, a diferencia de otras regiones, permite plantar "de todo". Aunque, para eso haya que tomar algunos riesgos y dejar atrás el tradicionalismo que, aseguró, prevalece en el productor local.

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