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19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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"Las guardiacárceles arengan enfrentamientos o medican a las presas"

Una mujer que trabajó en diferentes talleres con las internas del penal de Villa Las Rosas contó cómo es la dinámica de la cárcel y los maltratos a los que están expuestas.
Domingo, 27 de marzo de 2022 01:19

La muerte de Noelia Martell, ocurrida hace algunas semanas, hubiera sido una más de las tantas que quedan sin siquiera investigarse en el penal de Villa Las Rosas. Sin embargo, la existencia de una fiscalía especializada y el funcionamiento del Comité contra la Tortura lograron que el caso no pase desapercibido, se conociera y se mantuviera en la agenda pública.

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La muerte de Noelia Martell, ocurrida hace algunas semanas, hubiera sido una más de las tantas que quedan sin siquiera investigarse en el penal de Villa Las Rosas. Sin embargo, la existencia de una fiscalía especializada y el funcionamiento del Comité contra la Tortura lograron que el caso no pase desapercibido, se conociera y se mantuviera en la agenda pública.

Noelia murió el 9 de marzo, fue encontrada sin vida en la misma celda que compartía con su pareja, Yanina B. Según las primeras informaciones, se trataba de un suicidio. Sin embargo, con el correr de los días la familia planteó serias dudas de que se tratara de un suicidio y el caso fue derivado a la fiscalía especializada en femicidios a cargo de Mónica Poma.

También intervino el Comité contra la Tortura. Desde allí se realizaron diferentes entrevistas con allegados a Noelia. Una de las hipótesis que estudia el Comité es si no se trataría de un "suicidio inducido por el Servicio Penitenciario". El organismo que comenzó a funcionar hace 1 mes ya recibió cuatro denuncias contra el servicio penitenciario por diferentes motivos.

El caso de Noelia le recordó a Tania (nombre ficticio para evitar represalias contra la trabajadora) el caso de Carla Rodríguez, quien falleció por muerte cerebral a los 25 años. "Lo que pude ver que pasó es muy parecido a lo de esta compañera que trabajaba en estos talleres", indicó la joven, que realizaba propuestas didácticas para las internas del penal mediante un programa que ya no funciona.

En el 2015 Tania iba una vez por serrana a Villa Las Rosas junto a otras chicas para impartir diferentes propuestas, "sobre todo manualidades para que ellas pongan un poco la cabeza en otro lado", explicó. Carla, contó, las esperaba todos los viernes "con su bolso, lápiz y mate", comportamiento que con el paso del tiempo cambió. "Comenzamos a verla más despistada y abandonada en su forma de vestir. Cada viernes que volvíamos la veíamos peor, y ya no nos esperaba, se alejaba de nosotras. Les preguntábamos a las compañeras y nos decían: está en una. Ahí adentro se cambia por ejemplo tres rivotril por una yerba", precisó sobre la facilidad de conseguir psicofármacos dentro del penal. "La última semana que la vimos se había rapado el flequillo y nos comentan que un par de pibas le dijeron que se hiciera eso para que le dieran pastillas. Ya ella estaba totalmente dejada y la cagaban a pedo o la mandaban al rancho", continuó con su relato. Por las noticias, se enteró que Carla estaba con muerte cerebral por "haber sido derivada al Ragone y haber sido medicada para diabetes" cuando no padecía esa enfermedad. "Luego nos enteramos que Carla se mambeó, tuvo sobredosis y el Servicio Penitenciario nunca se hizo cargo de eso", advirtió.

Para Tania, el caso de Carla es uno más de tantos. "Hubo un montón de Carlas", indicó y contó otros episodios que tienen que ver con medicación irregular. "Una chica nos contó que durante 2 o 3 meses pidió ir al médico porque aseguraba que estaba embarazada. El tema es que la tuvieron esperando y un día, que decían que estaba nerviosa porque seguía insistiendo y cada vez peor, le dieron una pastilla para que se durmiera y tuvo pérdidas", indicó la trabajadora social. "Al ir al médico, la retó y le dijo que el aborto que había tenido era su responsabilidad, y que si hacía quilombo, la que perdía era ella. Así con situaciones de salud mental también, muchas no tienen visitas, ya muchas vienen siendo maltratadas y no pueden ni trabajarlo, y la forma de callarlas es llevarlas al chancho, que es la celda de castigo, un cuarto super pequeño donde están encerradas y tienen que hacer sus necesidades en un tacho y están 3 o 4 días encerradas todo el día", detalló Tania, que aseguró que la directiva es que "en última instancia son atendidas en el hospital".

La voluntaria recordó la dinámica de las "ranchadas" y explicó que "están en el patio, con su mesita y su grupo de gente conocida". Al visitar las ranchadas para invitar a las internas sumarse a las actividades, Tania fue aprendiendo la dinámica con la que funcionan: "La lógica de la cárcel es romper con las redes, los vínculos, por eso a veces las ranchadas están sobreincentivadas por las rivalidades que las mismas guardiacárceles fogonea", resaltó y puso como ejemplo lo que sucede con las chicas trans que llegan al penal luego de obtener su DNI con su nueva identidad de género. "En el 2016, luego de cambiar su DNI, llegó J. y tenía una celda para ella no más, y esa celda se cierra desde afuera. Lo que se comentó luego es que esa primera noche que pasó en el penal, las guardias le dejaron la puerta abierta para que las internas transfóbicas la golpea ran y abusaran de ella. Como una bienvenida", recordó.

Denunció maltratos durante 7 años

La madre de Noelia aseguró que advirtió que sacaría a su hija en un cajón.

La denuncia del 2015 que también se asentó en el Inadi. 

Teresa suelta algunas frases y llora por la muerte de su única hija mujer, Noelia Martell, con quien compartió un año y medio en la cárcel por cumplir una condena por el asesinato de un adolescente. “Yo respeté el dolor de esa madre durante todo este tiempo, pero ella ahora no respeta el mío, si ya ninguna de las dos tenemos a nuestros hijos”, asegura. 

Noelia cumplía una pena de 10 años y estaba a un año de terminarla. 

En la madrugada del 9 de marzo, los guardiacárceles “la encontraron sin vida”. Primero se habló de suicidio y ahora se investiga su muerte bajo otras circunstancias, que incluyen el “suicidio inducido”, motivo por el que Teresa desconfía de todos y apuntó a la pareja de su hija, Yanina B., que fue denunciada en reiteradas veces por su expareja. 

Pero también desconfía de las guardiacárceles, porque desde hace varios años denunció golpizas padecidas por su hija. Las denuncias fueron varias y comenzaron hace siete años, en el 2015. Ante la Fiscalía Penal 4 denunció que llegó al penal de Villa Las Rosas con su nieto, que por entonces tenía tres años, para dejarlo con su mamá unos días y que encontró a Noelia golpeada, y que las guardiacárceles se oponían a que su nieto se quedara con su madre en el penal. 

Por este motivo, asentó, no la dejaban retirarse y denunció también privación ilegítima de la libertad. Las denuncias también se asentaron ante el Inadi y en Derechos Humanos. “Antes de Navidad hice otra denuncia, les dije si estaban esperando a que sacara a mi hija en un cajón. ¿Por qué no me ayudaban?, ¿porque mi hija era adicta, porque tenía antecedentes?”, se preguntó y pidió que “así como ella pagó por lo que hizo, que ellos paguen por lo que le hicieron”.

Sobre los días de Noelia en el penal, indicó que “las golpizas eran disciplinarias. Creo que mi hija vivía más en una celda disciplinaria que en celdas normales, era un ensañamiento que tenían con ella”, indicó y recordó que mientras estuvo alojada con Noelia, también sufrió ataques. “Yo también era maltratada. A mí me golpeaban hasta desmayarme, yo no decía nada porque sabía que yo saldría libre y mi hija quedaba ahí”.

Teresa además aseguró que para proteger a su hija le pagaba a algunas internas las drogas que consumía su hija dentro del penal. “Acá en mi poder tengo las transferencias que debía hacer y quiénes son las que venden. Mi hija le compraba a una interna que le pagaba a la guardiacárcel. Yo con tal de que no le hagan nada a mi hija les daba”, argumentó sobre la situación.

En el maltrato que señaló de parte del Servicio Penitenciario contra Noelia, incluyó los diferentes traslados a los que la exponían cada vez que comenzaba algún tipo de tratamiento de rehabilitación toxicológica o psicológica que quedaban inconclusos. El último de los traslados a Noelia fue a Orán, del que, aseguran, volvió “muy flaca”. 

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