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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Dentro del FMI, todo; fuera del FMI, nada..!

Viernes, 08 de abril de 2022 02:36

Perón dixit... Una de las frases célebres de Perón, era: "dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada". El nuevo peronismo, al menos en lo que parecería ser su porción mayoritaria, podría "aggiornar" esta frase, proponiendo en su lugar: "dentro del FMI, todo; fuera del FMI, nada", habida cuenta del hegemónico voto, dentro del Frente de Todos, a favor del acuerdo recientemente firmado entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional mediante la aprobación de la respectiva ley.

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Perón dixit... Una de las frases célebres de Perón, era: "dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada". El nuevo peronismo, al menos en lo que parecería ser su porción mayoritaria, podría "aggiornar" esta frase, proponiendo en su lugar: "dentro del FMI, todo; fuera del FMI, nada", habida cuenta del hegemónico voto, dentro del Frente de Todos, a favor del acuerdo recientemente firmado entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional mediante la aprobación de la respectiva ley.

Cristina reluctant... Por su parte, un escuálido número de diputados y senadores peronistas alineados con la señora vicepresidenta votó en contra o se abstuvo, en desacuerdo con el programa y del propio FMI, el cual se considera "el vocero" del imperialismo, el neoliberalismo, y probablemente también de la masonería internacional, el sionismo y algunos otros "monstruos" que acechan a la Argentina...

Yo no he sido... Cuando éramos "changos", al ser reprendidos por parte de nuestros mayores por nuestras travesuras, solíamos decir, compungidos: "yo no he sido...". Tal vez, el FMI podría decir lo mismo cuando elevamos nuestras quejas por sus "ridículas recetas", como enojado también decía Alfonsín, y en este caso, parecería que, efectivamente, el Fondo tiene razón: él no ha sido: ­el "ajuste" es el resultado de que nosotros le pedimos su ayuda!...

Las "ridículas recetas"

¿Son ridículas las "recetas" que impone el FMI? En realidad, en cierto sentido, sí. Ocurre que, en la generalidad de naciones, estas mantienen sus economías razonablemente abiertas a la competencia internacional, con lo que no es muy creíble la hipótesis que propone que "la inflación tiene un origen multicausal", porque es poco probable que las empresas domésticas elijan cobrar el precio que mejor les parece por sus productos puesto que, de hacerlo así, la competencia externa las pondría en su lugar. La propia Argentina lo verificó muy bien durante la Convertibilidad, período durante el cual las "formadoras de precios" debían cobrar lo que la competencia les permitía.

Claramente, en estas circunstancias, lo único que podía explicar la inflación de las economías era la existencia de un elevado déficit fiscal, que al principio generaba una expansión de la demanda que era satisfecha con más importaciones en tanto la producción interna "no daba abasto".

No obstante, esa expansión de las importaciones evaporaba las reservas internacionales, y cuando se agotaban, con tipos de cambio libres, este aumentaba, elevando también el precio de las importaciones y los costos de estas en la producción doméstica.

En otras palabras, sobrevenía la inflación generada por el déficit fiscal. En la Argentina en cambio, la inflación, además de responder al déficit fiscal, también se debe a que muchas empresas, gracias al cierre hermético de la economía mediante elevados aranceles y prohibiciones directas, están en condiciones de fijar precios y trasladar a estos rápidamente los aumentos de costos (salarios, tarifas, combustibles, tipo de cambio).

Conforme lo anterior, si el programa antiinflacionario que propone el Fondo se concibe bajo los mismos términos que los que rigen para las economías "normales" (o sea, abiertas al comercio exterior), entonces la frase de Alfonsín tiene su lógica, porque por mucho que el déficit fiscal se reduzca, en tanto las empresas formadoras de precios puedan conservar esa potestad, los aumentos en las tarifas, tipo de cambio, etc. se trasladan directamente a los precios, y por más que el déficit se reduzca, la inflación, en cambio, no lo hace, y si el lector, con todo derecho, no está convencido, ahí tiene la experiencia del gobierno del período 2015-2019, que aplicó "las ridículas recetas", incluso antes de que acordara con el Fondo (recuérdense los aumentos de tarifas del Ministro Aranguren) sin que por esto bajara la inflación, pese al menor déficit logrado.

­Haga Patria: repudie la deuda!

La señora vicepresidenta, junto con su hijo y los diputados y senadores que votaron en contra, entre los que se incluye la izquierda marxista, consideran que el FMI, como se decía al principio, es el vocero del "imperio" y todos sus aliados ya mencionados, aunque, curiosamente, no se incluye a la Rusia de Putin, a quien, no obstante su conducta claramente imperial, se reconoce como un "líder progresista", deslizando sutilmente la izquierda marxista que la invadida Ucrania estaría pagando las consecuencias de su neoliberalismo y consecuente filiación con el FMI, lo que explicaría el porqué del ostensible romance de Cristina & Cía. con el señor Putin y el consiguiente rechazo al FMI ("­a ver si encima Putin nos invade..!").

A pesar de este planteamiento, en línea con el aplauso cerrado del Congreso que motivó la decisión del efímero presidente Rodríguez Saá de "entrar en default" en 2001, el Fondo, aun con sus "recetas ridículas", no va más allá de proponer un programa que, desde su perspectiva, le permita al país en crisis, resolverla, y devolverle los fondos recibidos, ­nada menos!... (¿­qué se cree el Fondo!?...).

Más aún: ­el programa del Fondo es el resultado de que nosotros lo llamamos! El organismo no "impone" planes, por ridículos que sean, sin que previamente la economía solicite su ayuda, que por otra parte se ofrece a las más bajas tasas de interés, ­mucho menores que las que nos cobraba el "socialismo bolivariano del siglo XXI"!

 ¿Y si no le pagamos al Fondo?... 

El mismo grupo “cristinista-camporista-marxista-populista”, propone, tácita o explícitamente, dejar de pagar la deuda. El problema es que hacerlo equivale justamente a entrar en el default largamente ovacionado, y que le generó a la Argentina el cierre del crédito internacional, el consiguiente pago al contado de las importaciones, el riesgo de embargo de nuestros activos y en suma, más decadencia y pobreza “progresista”.
 Adicionalmente, los supuestos pagos que se destinarían a la educación, salud y desarrollo, según los ovacionadores, en realidad no serían tales, no solo porque los acuerdos no suponen que la Argentina ceda recursos que emplearía para esos u otros fines, sino porque los “pagos” se materializan en renovaciones de créditos por otros de más largo plazo y, de ser posible, a tasas más reducidas, a ser pagados en el futuro en tanto la economía se recupera, a la vez que, entrando en default, hay que vivir “al contado” y al día, lo que supone, como le pasa a las empresas y a las familias, reducir la posibilidad de hacer verdaderos progresos.

¿Y entonces?...

Corresponde por lo tanto conformar un programa que, respetando lo acordado con el Fondo, apunte adicionalmente a corregir las deformaciones estructurales de nuestra economía, que incluyen, como uno de sus puntos principales y perentorios de ser resueltos, la apertura de la economía y la “liberación de las fuerzas productivas”, como les gusta decir a los marxistas, que no es otra cosa que levantar el pie de la asfixia impositiva al campo y demás sectores dinámicos, para incrementar así las inversiones y de su mano, el PBI y el empleo, que es la verdadera forma de reducir la pobreza.

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