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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Putin, Putin, ... ­qué pequeñín!...

Miércoles, 01 de junio de 2022 02:25

Se cuenta que Napoleón, frente al ofrecimiento de uno de sus acólitos o admiradores de acercarle algo que su corta estatura no le permitía alcanzar, quien le propuso: "Permítame: yo soy más grande", respondió: "Usted no es más grande; usted solo es más alto...". Aplicó así el refrán: "Las alturas se miden por el ingenio".

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Se cuenta que Napoleón, frente al ofrecimiento de uno de sus acólitos o admiradores de acercarle algo que su corta estatura no le permitía alcanzar, quien le propuso: "Permítame: yo soy más grande", respondió: "Usted no es más grande; usted solo es más alto...". Aplicó así el refrán: "Las alturas se miden por el ingenio".

No cabe duda de que Napoleón fue un genio, no solo en lo militar, sino también en la esfera política, lo que no quita que pueda ser calificado como el primer populista, o el más importante de los primeros al menos. Pero eso sí: un populista con un talento inmenso, lo que no caracteriza en general a los dictadores modernos, no menos violentos, pero sin duda infinitamente menos brillantes, como lo ilustra el pequeño dictador ruso, Vladimir Putin, pequeño por lo corto de talento, visión política y geoestratégica.

Con pies de barro

La guerra no se libra solo con armas. En una nota anterior, este columnista advertía sobre la "pólvora mojada" de Rusia, que, muy a pesar de la elevada autoestima de sus jerarcas, es un gigante con pies de barro, con perdón de lo de "gigante", que es mucho decir.

En esa nota, en uno de sus párrafos, se sostenía: "La ilusión de los populistas de encontrar en la Rusia neoimperial un soporte económico e incluso militar, es solamente eso, y la concepción de que ese alineamiento "contrarresta" la supuesta "sumisión al imperio yanky", es otro esperpento. El imperialismo ruso tiene poca vida y se apoya en cimientos endebles.

En efecto, y como también se señaló en notas anteriores, las dos guerras mundiales del siglo XX tuvieron motivaciones económicas profundas y lo que las detonó fue el esquema endeble de las potencias que se oponían a los aliados, principalmente Gran Bretaña y Estados Unidos, potencias aquellas que basaban su organización económica y el consiguiente aprovisionamiento de materias primas para su desenvolvimiento, en la ocupación territorial "manu militari".

Por cierto, el principal oponente de esas economías en la guerra, el Reino Unido, no se comportaba precisamente como una bailarina de ballet, contando con su Royal Navy (la marina real) para zanjar diferencias, pero el diseño colonial británico era amplia y claramente más eficaz y menos agresivo que el de Alemania, Italia y Japón, al punto que las posesiones y gobernaciones imperiales contribuyeron con pertrechos y soldados al esfuerzo bélico, destacándose Canadá, la India y Nueva Zelanda en particular.

¿Qué problemas exhibían las organizaciones nazi - fascistas durante la guerra? Claramente, al haber ocupado las fuentes de materias primas en forma violenta, enfrentaban resistencias formidables por parte de la población, a la vez que el mantenimiento de esas posesiones por vía militar distraía recursos bélicos para los frentes de batalla, al mismo tiempo que se perdían suministros por los sabotajes, lo que no era el caso de los países integrantes del Imperio Británico que no experimentaban en general estos problemas.

Como resultado, los países aliados ganaron la Segunda Guerra Mundial, no sin que el esquema británico haya estado libre de inconsistencias, al punto que su imperio se desarmó al final de la Segunda Guerra. Este desmembramiento, sin embargo, fue fruto, es cierto, de esas inconsistencias, pero también de la propia decisión británica y norteamericana de reemplazar el sistema neocolonial de organización económica, por la actual de economías libres, como parte del nuevo ordenamiento económico internacional pactado en los acuerdos de Bretton Woods de 1944, cuando el resultado de la guerra estaba ya definido.

La experiencia comunista

La Unión Soviética, el otro ganador de la guerra 1939-1945, se mantuvo firme en la organización compulsiva de su economía, al mismo tiempo que anexó luego de la guerra bajo su dominio ideológico y militar a las naciones del este europeo que había "liberado" en su avance contra los ejércitos de Hitler.

Como es sabido, la ex Unión Soviética colapsó en 1991 y la casi totalidad de su "imperio" adoptó las formas occidentales de organización política y económica. La propia Rusia, "socia mayor" de las repúblicas soviéticas, se organizó también bajo este esquema, si bien su capitalismo estuvo siempre asociado a esquemas semi - mafiosos y tutelados por el estado, esquema que se agudizó al llegar el actual presidente Putin al gobierno.

Si bien Putin logró modernizar bastante a Rusia, que siempre fue una economía muy frágil debido a las contradicciones formidables del comunismo ya analizadas en otras notas, su gobierno, al igual que el de las dictaduras comunistas anteriores, puso énfasis especial en la producción de armas, conservando el temor de las experiencias del pasado soviético de posibles enfrentamientos con Occidente, y esa obsesión tal vez explique, al menos en parte, la demencial decisión de Putin de invadir Ucrania.

Los juegos y la guerra

Una rama reciente de las Matemáticas, es la Teoría de los Juegos, creada en parte justamente durante la Segunda Guerra Mundial, teoría que analiza el comportamiento de los contendientes del "juego", el cual requiere tener muy en cuenta las posibles decisiones del contrincante antes de "jugar" las piezas. Pues bien, después de la agresión de Rusia sobre Crimea, en 2014, Occidente tomó debida nota de las “próximas jugadas” de Putin y tanto Ucrania como los países de la OTAN hicieron los preparativos para “cuando” (y no por “si”) la guerra llegara, lo que le representó a Putin una desagradable y trágica sorpresa al concretar su invasión, conforme los resultados desastrosos cosechados hasta el momento.
Es evidente que Putin no actuó conforme los “juegos” de guerra y fue sorprendido y derrotado, más allá de los resultados finales de esta guerra, porque su temor a la OTAN se transformó en una profecía autocumplida, condimentada por absurdas e infantiles amenazas, propias de los delincuentes, quienes se irritan sobremanera cuando sus víctimas se defienden de sus agresiones, lo que demuestra su conducta patológica e infantil, por muy agresiva que sea: ¿Putin espera que la OTAN y sus inmediatos nuevos socios, Finlandia y Suecia, “le pidan disculpas” por defenderse?
Por otra parte, e indudablemente, Putin no tiene “espaldas” para una guerra prolongada contra Occidente, y sus amenazas de “ganarla” con algunas bombas nucleares, no es menos infantil que sus otras bravuconadas: ¿Se imagina él que una agresión nuclear de su parte no tendrá respuestas? ¿Cuando plantea el daño que podría infligir a sus “enemigos”, no tiene en cuenta el autoinfligido? ¿Ignora acaso que cualquier emprendimiento, comercial o militar, debe ponderar de manera mucho más importante los costos “ciertos” de encararlo, que las ganancias desconocidas y tal vez inexistentes, cuando no solamente pérdidas? Pero además, y lo más importante, ¿Putin cree que puede, aislado y con una contundente inflación creciente y merma de su PBI, sostenerse indefinidamente en el poder, disponiendo solamente de una economía que es prácticamente inexistente frente a la de Occidente que se le opone.
Sin duda, Putin es un verdadero “enano fascista”, pero no por su corta estatura, que no hace al caso. Es un enano fascista por torpe, cruel e ignorante y por jugar al estadista sin estatura geopolítica, y sin medios suficientes.

¡Putin, Putin: ¡Qué pequeñín!...

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