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Maravillas de la vida animal: sentimientos familiares

Los lazos entre padres e hijos son una poderosa herramienta de supervivencia en los animales.
Sabado, 04 de febrero de 2023 19:23

La apariencia, el olor y el hecho de reconocer una voz ayudan a establecer uno de los poderosos lazos de la naturaleza: el que existe entre padre e hijo.

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La apariencia, el olor y el hecho de reconocer una voz ayudan a establecer uno de los poderosos lazos de la naturaleza: el que existe entre padre e hijo.

Lazos familiares que aseguran la supervivencia: la etapa más peligrosa para la vida de un animal es la de las primeras horas posteriores al nacimiento. El mundo está lleno de criaturas que ven al recién nacido como su almuerzo. Pero la cría cuenta con la ayuda de su madre que la defenderá de los peligros . En las primeras horas se forma un fuerte lazo entre ella y su hijo.

A menudo, esa vinculación la lleva a realizar cualquier sacrificio con tal de asegurar la vida de su hijo. La protección de la cría es, para ella, una pesada tarea de la que no se hará cargo a menos que se trate de sus propios hijos. Por lo tanto, para la madre y su hijo es muy importante reconocerse como tales.

La unión antes de nacer: el lazo que existe entre madre e hijo comienza, por lo general, antes de que ocurra el nacimiento de la cría. Mientras incuba sus huevos, el pato mandarín les "habla" a los embriones que están dentro de los huevos y éstos le responden. Cuando los polluelos nazcan solo responderán a la voz de su madre.

Otras aves, como los gansos, poseen un mecanismo innato que las une, inmediatamente después de nacer, al primer objeto en movimiento que vean (por lo regular es un ganso, pero puede ser cualquier otro ser, incluso una persona).

Los lazos visuales y los auditivos son determinantes para la supervivencia de las crías fuera del nido. Los bebés buscan instintivamente la protección de sus padres, pero si no la encuentran pueden seguir a un adulto de su propia especie, que los rechazará y, en algunos casos, los matará.

Maternidades abarrotadas a orillas del mar: en una colonia de osos marinos de la Antártida se les exige mucho a los padres. Al regresar a la costa, después de haberse alimentado en el mar, la hembra debe encontrar a su hijo entre todos los demás individuos de la colonia, por ello, cuando sale del mar llama a su vástago y espera su respuesta.

Desde el momento del parto la hembra es capaz de identificar a su cría por el olor que despide, pero pronto aprende a distinguir también su llanto entre el de los demás. Aunque es asediada por una docena de animales jóvenes en su camino a la playa, la hembra puede localizar sin equivocación a su propio hijo y después de confirmar mediante el olfato que realmente se trata de él, comienza a amamantarlo.

Para que un pingüino de Adelia halle a su hijo entre una multitud, necesita una gran concentración. Los pingüinos no poseen el sentido del olfato y dependen del oído para hallar a sus polluelos. Cuando sale del agua, el pingüino mira hacia el nido y llama a su hijo.

Éste, que está protegiéndose del frío entre otros jóvenes, reconoce la voz del padre y regresa al nido para comer.

Indestructibles lazos establecidos por el olor: entre los mamíferos es muy común que la hembra, cuando nace su hijo, lo limpie con la lengua. El primer acto de cuidado materno ayuda a la cría a romper las membranas fetales y a limpiar las fosas nasales para que pueda respirar. También seca la piel, lo que lo ayuda a conservar el calor, y dispersa los olores que puedan atraer a los depredadores. Lo más importante es que quizás este proceso une a madre e hijo por medio del olor.

Para las cabras, esta unión se lleva a cabo en 10 minutos, después de los cuales la hembra amamantará solo a su propio hijo. En el caso de las ovejas, se necesitan 20 minutos para adquirir ese lazo que establece el olor. Durante siglos, los pastores se han aprovechado de este comportamiento caprino cuando tienen una oveja huérfana y una oveja adulta cuya cría ha sido muerta. Si la madre adoptiva y la criatura huérfana se conocen inmediatamente después de que ésta haya tocado a la muerta, la huérfana será aceptada. Pero si han pasado varias horas después del parto, la hembra no aceptará hijos "postizos". En algunos casos, los pastores atan la piel de la oveja muerta a la oveja huérfana hasta asegurarse de que haya ocurrido el proceso de unión.

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