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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Cerrar es más fácil que gestionar bien

Martes, 05 de marzo de 2024 01:54

La tenacidad del presidente Javier Milei para honrar su promesa de aplicar la motosierra podría llevarlo a amputar "árboles no deseados", como ocurre cuando alguien esgrime sin pericia un aparato de esa naturaleza. El anuncio de cerrar la agencia Télam, que sería el preludio de decisiones parecidas con Radio Nacional y la TV Pública, podría ser el caso.

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La tenacidad del presidente Javier Milei para honrar su promesa de aplicar la motosierra podría llevarlo a amputar "árboles no deseados", como ocurre cuando alguien esgrime sin pericia un aparato de esa naturaleza. El anuncio de cerrar la agencia Télam, que sería el preludio de decisiones parecidas con Radio Nacional y la TV Pública, podría ser el caso.

El argumento (absolutamente creíble) de que funcionan como "cajas de la política" no explica la decisión del cierre. Recuerda más bien a la desafortunada frase "ramal que para, ramal que cierra", que resultó nefasta, especialmente en el norte argentino, una región para la que el transporte ferroviario sigue siendo indispensable.

En el caso de la agencia de noticias Télam, creada en abril de 1945, merecería una evaluación de los servicios que una fuente de información oficial presta a centenares de medios de todo el país. Es una fuente importante – no puede ser ni será la única - entre las que puede utilizar el periodismo.

Podría analizarse por qué Mariano Moreno, dos semanas después de la Revolución de Mayo, creó como prensa oficial el diario La Gazeta.

Si, como sostienen ahora, Télam representa un déficit de $ 6.000 millones - absolutamente creíble - un gobierno idóneo con concepción capitalista y sin interés en manipular la información tiene elementos de sobra para corregir las deficiencias. En asociación con empresas privadas para el financiamiento, con reglas precisas en la selección de profesionales y designación de directivos, y con reglas muy claras que la preserven de su desnaturalización: no se trata de una agencia o un medio del Gobierno de turno, sino del Estado.

Télam, Radio Nacional y la TV pública pueden ser valiosos aportes en un Estado democrático para ofrecer información, cultura y espacios de debate sobre infinidad de cuestiones que interesan a toda la sociedad.

Cerrarlos es el camino más fácil. Es cierto que, en los últimos tiempos, el manejo que se hizo de la información y de los medios públicos es vergonzoso. Nunca debió tomar el modelo de Pravda o Gramma.

Con o sin Télam, el Presidente debería analizar el estilo de comunicación oficial. El uso de mensajes por redes, de tono soez y lenguaje chabacano, así como el estilo prepotente que caracteriza al vocero Manuel Adorni no responden a una genuina vocación comunicativa.

Cerrar Télam, como se está haciendo ahora, o tomarla por asalto, como ocurrió con el kirchnerismo durante dos décadas, son dos manifestaciones de una misma mirada peyorativa hacia la información profesional. No es esta la única coincidencia entre las primeras semanas de gestión libertaria y sus antecesores.

La muletilla de "periodista ensobrado" para descalificar la mirada divergente demuestra la vocación por la manipulación típica de todos los populismos, desde Nicolás Maduro a Donald Trump.

Sin información no hay democracia, y de ese modo, la libertad se convierte en un rótulo.

 

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