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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La tataranieta del héroe gaucho que llora con los noticieros

Martes, 23 de octubre de 2012 17:06

Marieta, como le dicen los que la quieren, tuvo una vida atípica, distinta a la de la mayoría de los mortales. De chica la llevaban a jugar a los pies del monumento a Güemes, a quien los adultos que la acompañaban llamaban cariñosamente abuelo. Pero además de ser un pariente, ese hombre de bronce había sido un héroe y su apellido elevado a sinónimo de una provincia. Por eso, ella tuvo que aprender algo que no se enseña estudiando: honrar el nombre que inmortalizó su tatarabuelo. Solo había una manera de hacerlo y no se admitía errores, porque las consecuencias de sus actos podrían afectar mucho más que a su persona. Junto con esa responsabilidad, María Teresa Gemes de Lanusse heredó el secreto para poder sobrellevar ese mandato que pocos llevan. “Es un honor llamarse Gemes, pero es también un esfuerzo. Para llevar el nombre con dignidad hay que vivir con nobleza, austeridad y un profundo compromiso por esta tierra y su gente”, reveló la mujer de 85 años, que transmitió esa filosofía que con orgullo puede ver reflejada en sus nietos.

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Marieta, como le dicen los que la quieren, tuvo una vida atípica, distinta a la de la mayoría de los mortales. De chica la llevaban a jugar a los pies del monumento a Güemes, a quien los adultos que la acompañaban llamaban cariñosamente abuelo. Pero además de ser un pariente, ese hombre de bronce había sido un héroe y su apellido elevado a sinónimo de una provincia. Por eso, ella tuvo que aprender algo que no se enseña estudiando: honrar el nombre que inmortalizó su tatarabuelo. Solo había una manera de hacerlo y no se admitía errores, porque las consecuencias de sus actos podrían afectar mucho más que a su persona. Junto con esa responsabilidad, María Teresa Gemes de Lanusse heredó el secreto para poder sobrellevar ese mandato que pocos llevan. “Es un honor llamarse Gemes, pero es también un esfuerzo. Para llevar el nombre con dignidad hay que vivir con nobleza, austeridad y un profundo compromiso por esta tierra y su gente”, reveló la mujer de 85 años, que transmitió esa filosofía que con orgullo puede ver reflejada en sus nietos.

Salta y Güemes son dos palabras que van juntas. Ser Güemes en Salta puede ser el mayor de los honores, pero es también un compromiso con la historia. “No hay que vestirse con plumas ajenas. Uno no puede ser un Güemes y ser un desastre. Hay que ser lo mejor que pueda. Estoy orgullosa, pero no vanagloriándome”.

“Nos metieron en el inconsciente algo que no nos deja estar indiferentes ante los problemas del país. No nos patinan las cosas, ni nos da lo mismo. La gente tiene que vivir mejor y en otras condiciones, porque también por eso peleó Güemes”, dice Marieta.

Tal vez por eso, la tataranieta del héroe gaucho muchas veces llora frente al televisor viendo los noticieros. Prefiere no opinar sobre lo que hipotéticamente podría pensar Güemes si estuviera hoy con vida, pero por su cara se adivina que no estaría rebosante de alegría.

“Me pone muy mal ver cómo nos peleamos entre argentinos. Veo que cuando algo está mal se quieren agarrar todos contra todos y me desespera. Tenemos que salir adelante con la patria. Nos separaron en bandos. Hay que unirse más. No es buena tanta bandería, porque somos todos argentinos. Me acuerdo que éramos el séptimo país del mundo y ahora somos el ciento no se cuanto. Es muy triste”, explica.

Sin embargo piensa que en Salta, la situación es menos angustiante que en otras provincias. "Me parece que acá vivimos con menos agitación y con más principios morales. Todavía se puede vivir tranquilo. En Buenos Aires todo el mundo corre, todos están apurados, todos insultan”, opina. “Se desvalorizaron nuestros héroes. En los colegios da la impresión de que ya nadie sabe qué pasó en los días patrios. Desde el Gobierno corren las fechas si cae un martes para que sea feriado el viernes, pero no es todo lo mismo. Se perdió el amor a la patria. La globalización o como le llamen nos quitó un poco el valor del patriotismo, el orgullo por la tierra de uno”, analiza.

Esa distancia que percibe Marieta entre el pueblo y sus héroes se refleja en lo que para ella es una injusticia histórica. “Me parece pésimo que no se honre a Güemes con un feriado nacional. No me gusta que en los últimos años se lo trate de transformar en un prócer provincial, porque eso no es real. No solo hizo grande la patria, sino que fue un estandarte de la causa americana. No era un loco que peleaba solo por sus tierras, no era solo un defensor de la frontera Norte, como quieren hacer creer. Fue un héroe de la Argentina toda y por eso dio la vida por patria libre”, reclama.

Los gauchos, un  vínculo inmortal

María Teresa también es nieta de uno de los doctores más ilustre que tuvo Salta, Luis Gemes. “Mi abuelo era muy humilde y muy buena persona según se refleja en sus actos. Trabajaba todo el día desde las cinco de la mañana. No les cobraba ni a los salteños ni a los sacerdotes ni a los militares”, cuenta.

De la Salta de antes Marieta recuerda los burros que pasaban por la calle Alvarado cargados con kirusilla, choclos y leña que descargaban en los patios de las casas. “Ahora solo se ve de vez en cuando a la tamalera”, dice. Pero lo que más añora de esos años es la devoción que había entre los gauchos y su héroe.

Güemes era sus gauchos y sus gauchos eran Güemes. El vínculo resultó inmortal. Hoy, cuando le hablan de esos corajudos que con sus lanzas hicieron retroceder a una de las potencias militares de la época, a esta tataranieta de Gemes se le abren grandes los ojos y luego se le llenan de lágrimas. “Fueron hombres muy dignos, muy valientes, con un profundo amor por Güemes y que dieron la vida por la patria, cosa que no hicieron los demás. Destaco su amor por tener una patria grande, el amor por la libertad y el amor que tenían por esas cosas que tuvieron que dejar de lado por un interés más grande”, define María Teresa.

“Creo que ahora no se quiere tanto a los gauchos como en aquellas épocas. No veo muchos gauchos en los desfiles. Lo han separado un poco a Gemes de sus gauchos. No hay esa unión que había antes y no veo la misma devoción del gaucho por Güemes. Ahora los que desfilan no son todos gauchos. Hay gente de Salta, de clases altas que tienen sus caballos y los lustran para la ocasión, pero eso no es ser gaucho. Ser gaucho se lleva adentro”, opina.

 

 

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