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?El caos es un gran generador de todas las cosas nuevas?

Lunes, 08 de octubre de 2012 02:17

“La gente se asusta y hay que decirle "estese asustado, estese confuso' en el momento que hay que estar confuso. Y dentro de esa confusión ríanse”.

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“La gente se asusta y hay que decirle "estese asustado, estese confuso' en el momento que hay que estar confuso. Y dentro de esa confusión ríanse”.

“Nadie puede ser conservador, porque todo el mundo termina mirando lo que todos miran, sabe por dónde anda la gente. Y elige, bien o mal, algún pecado que todos eligen”

A fin de año Alfredo Casero cumplirá 50. Nació en Vicente López, en la zona norte del Gran Buenos Aires, en 1962. En 1987 comenzó a estudiar con Norman Brisky y en 1992 creó un programa bisagra para el humor de entonces: “De la cabeza”, que fue la semilla de “Cha, cha, cha”. Casero también se animó al drama y conmovió a muchos con sus interpretaciones en las tiras Vulnerables (1999), Culpables (2001) y Locas de amor (2004), y ese año también se lo vió en un papel breve, pero para el recuerdo, en “Dos más dos”, la película de Adrián Suar. En 2012, participó en “La dueña” en Telefé. Además tiene siete discos editados. La semana pasada estuvo en Salta con “Estese confuso versión 2.0. Antes de viajar para esta capital, conversó con El Tribuno en la Capital Federal.

El espectáculo nuevo se llama “Estese confuso versión 2.0. ¿La confusión o el caos marcan tu estilo al momento de actuar?

Este espectáculo se basa en perderle miedo al caos. La confusión es el caos. El orden -entre comillas- que la gente espera proviene de algún lugar, de alguna fuente y las fuentes ya no son confiables. Entonces la gente vive como en un estado de confusión, porque al no darle patrones, se confunde. Y la confusión es el caos, también la deflagración. Para mí, el caos es un gran generador de todas las nuevas cosas. O sea, si solamente tenemos que bancarnos el caos existencial, al lado de haberse bancado la Segunda Guerra Mundial , estas dos o tres generaciones tienen que salir a festejar a los corchazos, a destapar champagne por la calle. Porque, en realidad, el caos siempre ha sido movilizador: si no hubiera habido guerra, no se hubiera inventado la ambulancia. Tenés la posibilidad del caos que es la conflagración. El humano de a poco, busca otros tipos de caos más complejos, más dañinos, sin la cosa humana de por medio. Eso es el caos hoy. Entonces la gente se asusta y hay que decirle “estese asustado, estese confuso en el momento que hay que estar confuso. Y dentro de esa confusión ríanse”. Porque yo soy un artista que trato de hacer reír a la gente, hacerla reír con cosas que no provengan de la bronca, sino de la idiotez.

¿Y cómo hacés reír?

Mi humor nunca tuvo tendencia de ser político ni mucho menos . Me parece tocar notas bajas que la gente no se merece. Realmente, el humor político siempre sirve a alguien. O sea, tiene que provenir en realidad de un libre pensador que se supone que piensa como la gente que lo está escuchando, y eso es lo que temen también. La verdad es que yo no puedo más que agradecer todo este caos. Si me pusiera a ordenarlo, empezaría a hacer agua por muchos lados. Ponerse a ordenar el caos es como tratar de parar el mar con la mano. Imposible. Hay que surfearlo, hay que meterse adentro, hay que divertirse haciéndolo.

Hablás de navegar el caos ¿eso tiene relación con la sobreinformación actual que se da, por ejemplo, con Internet?

Sí, por supuesto. Y la gente se regodea. Forma parte de mostrar cuando se quiebra las piernas un pibe que se cae de un skate en YouTube , ponerse a ver lo más oscuro pura y exclusivamente por morbo. Es más, había una cosa que pasaba con Japón. Decían “Japón no muestra nada de lo que fue el tsunami”. Y en realidad por una cuestión humana primero y después por dignidad, ni en pedo van a levantar una cosa que muestre la debilidad, donde otro pueda regodearse mirándolo. Eso se llama buen gusto.

¿Cómo manejás ese concepto sobre el escenario?

En el teatro puedo destruir el buen gusto. Puedo tener buen gusto para elegir, por ejemplo, Schubert. Puedo tener mal gusto, por ejemplo, para hablar. Pero también es lo que a la gente más le gusta. Después te dicen “tenga cuidado con tal público porque es muy conservador” entonces yo salgo y les digo “sus abuelos eran conservadores, pero ustedes no pueden serlo”. Nadie puede ser conservador, porque todo el mundo termina mirando lo que todos miran, sabe por dónde anda la gente. Y elige, bien o mal, algún pecado que todos eligen. Somos lo mismo. Me decían “Cuidado con Mendoza” ­Y nos divertimos como locos! La gente cuando entra en eso de entregar y aflojarse empieza a reírse y a reírse. Y me encanta que la gente se ría profundamente, verlos disfrutar mucho y sorprender a los que no te conocen y que piensan que trabajabas en “Locas de amor”. Y a la tercera vez que digo la palabra “poronga” o algún vocablo de ese tipo, cuando empiezo a sentir que hay alguien que está descolocado, ahí es cuando me empiezo a reír yo. Me río mucho cuando la gente queda totalmente descolocada ante lo que digo.

Este año se cumplieron dos décadas de “De la cabeza”. ¿Cuál es tu balance?

Yo estoy absolutamente agradecido de haber tenido toda esa locura en la cabeza y de haber respondido de una manera creativa a todo el daño que me hicieron todos los gobiernos que me hicieron vivir tan mal. “De la cabeza” fue lo único que yo pude dar como fruto de haber tenido miedo a los militares, a Isabelita, a mis padres, a todo lo malo que pasé durante toda la primera etapa de mi vida. Cuando muestro una forma de no creer lo que está dicho, de una manera tan segura. Después, todo lo demás fue una cadena de alegrías inesperadas que hizo mella en muchos corazones de chicos jóvenes, que entendían una forma de hacer las cosas que los dignificaba en su propia locura. Ese es mi más grande orgullo. Tengo un público que entiende que lo que le voy a dar es para que nos riamos.

 Para argentinos en Londres, mensaje

El humorista, actor, músico y cantante presentará, por primera vez en Londres, su espectáculo “Estese Confuso” celebrando los 10 años de ARenIN (Argentinos en Inglaterra). Será el domingo 4 de noviembre, a las 7 pm, en el Clapham Grand.

Para esos argentinos, Casero escribió: “Con la alegría a flor de tolete, les hago saber a todos los amigos, los enemigos, las locas, los asesinos, los cobardes, los vivos y los muertos, que el show está por empezar”. Les anticipó, además, que hablará de “la gamuza y del terciopelo azul o rojo sangre de toro; del viento; de las madres-Venus; de los saturnos, y de los anticuarios y de las hortensias; de los desvelos, de los estudiantes”.

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