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"Más agrandado que sorete en kerosene"

Viernes, 23 de noviembre de 2012 00:58

 A veces la ciencia se va a la mierda. Ejemplo: indagar el fundamento del dicho “agrandado como sorete en kerosene”. Estuve hurgando el tema -toda pregunta es interesante- y llegué a una conclusión provisoria.

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 A veces la ciencia se va a la mierda. Ejemplo: indagar el fundamento del dicho “agrandado como sorete en kerosene”. Estuve hurgando el tema -toda pregunta es interesante- y llegué a una conclusión provisoria.

Por un lado está la verosimilitud del dicho; por otro, su razón científica. Al principio di por hecho lo primero (basado incluso en evidencia anecdótica) y me centré en lo segundo. Consulté a un químico, a un biólogo molecular y a un físico (suena al comienzo de un chiste pero es en serio). Traducir el dicho al inglés fue un desafío pero me di maña. Y recibí varias especulaciones.

Las teorías giraban alrededor de la solubilidad: la caca es material graso, no es tan soluble en agua, mientras el kerosene es solvente, penetra la muestra y la expande. Eso es más o menos lo que me dijo el físico. El químico dio vueltas alrededor de la emulsificación, de que el kerosene es hidrofóbico (no le gusta el agua), más o menos en acuerdo con el físico. El biólogo molecular acotó que el kerosene y sus derivados suelen ser usados como detergentes. Estos detergentes pueden penetrar y disolver las componentes fecales dilatándolas. Incluso mencionó recetas populares (creo que en India) que prescriben kerosene purificado (no más de una cucharita) como laxante y se lo dan a los gatos atragantados con bolas de pelo.

Mis colegas aceptaron teorizar pero noté un mínimo desdén. O fue mi propio prejuicio hacia lo descartable, quizá a la manera de Juan Villoro, que no anda a caballo porque no le gustan los transportes que cagan. Pero lo que A descarta puede codiciar B. Cito el caso del Kopi Luwak, el café el más caro del mundo (kopi es café en indonesio), que adquiere su aroma y sutil y su reducida acidez en su tránsito por el sistema digestivo del “luwak”, una especie de gato hermafrodita que se come el fruto del café porque le gusta la pulpa, pero no lo digiere del todo. Imaginate a los indonesios manguereando soretes de luwak y juntá la imagen con una taza de un café que puede costar 600 dólares el kilo. Una juxtaposición loca, que disuade de discriminaciones escatoloógicas.

Volviendo al dicho, escéptico de las teorías de mis colegas y siendo la física una ciencia fáctica, hice el experimento, con muestras propias. Del mismo lote separé dos partes, una fue al agua y otra al kerosene. Al cabo de 30 horas no hubo expansión apreciable (tengo fotos). Quizá falte refinar el ensayo con más estadística -invito a aventureros y aventureras a mandarme sus resultados- pero mi conclusión es que el dicho es un mito.

Por Alberto Rojo

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