“Toda la noche y la madrugada esperamos el agua para llenar los baldes. Pero nada, ni una gota”. El relato es de un vendedor ambulante que reside en el barrio Tomás Ryan, al este de la ciudad de Tartagal. El hospital zonal es un claro reflejo del problema, que recibe a diario a decenas de niños y adultos con golpes de calor agravado por la carencia de agua, según señalan los médicos.
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“Toda la noche y la madrugada esperamos el agua para llenar los baldes. Pero nada, ni una gota”. El relato es de un vendedor ambulante que reside en el barrio Tomás Ryan, al este de la ciudad de Tartagal. El hospital zonal es un claro reflejo del problema, que recibe a diario a decenas de niños y adultos con golpes de calor agravado por la carencia de agua, según señalan los médicos.
En Tartagal la situación llegó a tal nivel de escasez que afecta a todos los barrios y solo están favorecidos los que residen en el centro, que disfrutan de un “hilo” de agua.
En el norte, donde los últimos siete días se registran temperaturas que ascendieron a los 48 grados, la falta del líquido sumada al pésimo servicio de energía está provocando múltiples inconvenientes.
Pero esta vez la culpa no la tiene la naturaleza, porque el embalse El Limón, en el dique Itiyuro y principal fuente de provisión de agua del departamento San Martín, está con reserva suficiente para hacer frente a la demanda de los 150.000 pobladores que residen en Aguaray, Salvador Mazza, Tartagal y General Mosconi.
Faltan obras
“La última información oficial de Aguas del Norte es que el agua de los embalses es suficiente. Lo que no es suficiente es la infraestructura, con obras que no se han hecho pese a que nadie desconoce la situación de la zona en los meses de verano”, explicó el diputado por San Martín, Darío Valenzuela.
Para el legislador, el problema seguirá profundizándose porque el Gobierno provincial no licitó una obra fundamental, prevista en el Fondo de Reparación Histórica, valuada en 50 millones de pesos.
El acueducto
Valenzuela explicó que “hay un tramo de 300 metros del acueducto que parte desde el Itiyuro hasta Tartagal, que pertenece al sistema de captación que colapsó en la década del '80 en una de las tantas crecidas del río Caraparí (fuente de agua del dique). Años más tarde, la empresa Refinor, por un gesto de buena voluntad reemplazó ese tramo, pero con caños de menor diámetro.
“Esa parte nunca fue reparada, pero la obra está dentro del Fondo de Reparación y si los responsables la hubieran priorizado se evitaba tanto mal momento para los vecinos de este departamento”.
Valenzuela consideró que, por lo expresado por el senador Santiago Payo, presidente de la Comisión de seguimiento del Fondo, los vecinos de Tartagal y otras localidades tendrán que levantar firmas para que se haga esa obra. Según Payo, en declaraciones realizadas a El Tribuno, las obras se eligen de acuerdo a los pedidos de la gente, “lo que habla a las claras de una total improvisación y la carencia de un plan integral de inversiones”, consideró.
Más población que utiliza una misma red de agua
Hacía varios años que Tartagal no padecía la falta de agua como sucede este año, aunque siempre se atribuyó a la naturaleza y al retraso de la temporada de grandes lluvias.
Pese a que en la zona ya se registraron dos tormentas, la situación es muy preocupante. La demanda aumentó con el crecimiento de población, pero no hay nueva infraestructura. A la misma red se incorporó el barrio 411 Viviendas y el acueducto Tartagal-Tonono debe llevar el agua a través de 30 kilómetros a las comunidades aborígenes, sobre la ruta 86. En ambos casos, la provisión desde el dique Itiyuro es la misma. “No solo los nuevos barrios sino sectores antiguos han sido incorporados a la red; la demanda es muy grande y todo esto resiente la normal provisión”, explicó el intendente de Tartagal, Sergio Leavy.