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12 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Miceli fue condenada a 4 años de prisión, pero seguirá libre

Jueves, 27 de diciembre de 2012 21:46
“En la peor hora creo que Miceli es una buena y honesta persona. Le pusieron 100 lucas, 4 años de condena”, aseguró Luis D"Elía.

Fue un baldazo de agua fría. La exministra de Economía Felisa Miceli fue condenada ayer a cuatro años de prisión por el escándalo del hallazgo de una bolsa de papel con 100 mil pesos y 31.670 dólares en el armario del baño privado de su despacho en el Palacio de Hacienda, en otoño de 2007. Así, se convirtió en la primera exfuncionaria kirchnerista sentenciada por una maniobra ilícita.

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“En la peor hora creo que Miceli es una buena y honesta persona. Le pusieron 100 lucas, 4 años de condena”, aseguró Luis D"Elía.

Fue un baldazo de agua fría. La exministra de Economía Felisa Miceli fue condenada ayer a cuatro años de prisión por el escándalo del hallazgo de una bolsa de papel con 100 mil pesos y 31.670 dólares en el armario del baño privado de su despacho en el Palacio de Hacienda, en otoño de 2007. Así, se convirtió en la primera exfuncionaria kirchnerista sentenciada por una maniobra ilícita.

Lo cierto es que el Tribunal Oral Federal N§ 2, y tal como lo había solicitado la Fiscalía, condenó a la exfuncionaria de Néstor Kirchner por los delitos de “encubrimiento agravado” de una supuesta maniobra financiera ilícita y la “sustracción y ocultamiento de documento público”, por la desaparición del acta policial que daba cuenta del hallazgo, el 5 de junio de 2007, por bomberos de la Policía Federal.

De todos modos, hasta que la sentencia contra la exfuncionaria que debió renunciar tras el escándalo no quede firme, permanecerá en libertad.

Cabe destacar que el tribunal ordenó además el embargo de los $100.000 “actualizados” bajo las pautas que correspondan, que habían sido encontrados con un envoltorio termosellado y una etiqueta del logo del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

Si esta incautación no se realiza, se procederá a la ejecución del bien oportunamente embargado, o sea su casa en la calle porteña Amenábar al 3900, en el barrio de Saavedra, según en fallo.

“Hijos y entenados”

Al salir de la sala de audiencias, Miceli reaccionó exclamando que fue condenada pese a que “no hay ninguna certeza ni prueba contundente” y aseguró que va a apelar el veredicto en “todas las instancias que pueda para demostrar mi inocencia”.

“En el Poder Judicial hay hijos y entenados. Hubo casos gravísimos (de corrupción) que nunca llegaron a juicio oral y, eso es una cosa que no puedo entender (me condenan) por 100 mil pesos”, disparó.

Y sostuvo que cuando arribó al Ministerio de Economía “no tenía una estructura de poder propia” y ahora “lo estoy pagando” en contraposición, dijo, con “muchos otros ministros que sí la han tenido”.

Previamente, al pronunciar su último alegato defensivo antes de la condena, Miceli había reiterado su inocencia y afirmado que el dinero encontrado en su despacho se lo habían prestado su hermano y una amiga.

“Dejé ese dinero ahí, en el Ministerio de Economía, porque no lo pude llevar al banco. Me pareció un lugar seguro pues estaba en un área privada”, concluyó la exfuncionaria.

Un fallo que reabre el debate (Por HUGO KRASNOBRODA)

La corrupción política es uno de los temas que había desaparecido de las preocupaciones centrales de la población y que este año, según varias encuestas, volvió a asomar la cabeza al compás de un enlentecimiento sostenido de la economía.

Que haya un exfuncionario condenado, sea del gobierno que sea, es una señal auspiciosa en un país acostumbrado a la impunidad de sus dirigentes. La pregunta que surge tras el fallo se cae de madura: ¿por qué no avanzan otras causas que parecen tan probadas y graves como esta? Felisa Miceli dijo, sin pelos en la lengua, que es por no tener un aparato político detrás y seguramente está en lo cierto. ¿Habrá sido una amenaza con prender el ventilador como hizo Sergio Schoklender? Difícil, ya que aún le quedan instancias judiciales a las que apelar y hacer una cosa así profundizaría su aislamiento.

Sus palabras sonaron más a resignación que a advertencia.

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