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En el dique, la basura es responsabilidad de todos

Viernes, 24 de febrero de 2012 01:12

El dique es un escape para los salteños, una salida momentánea de la vida cotidiana, un lugar que se visita para encarar con más fuerzas la semana. Miles de familias lo visitan y ya son muchos los que llevan a sus hijos, como alguna vez los llevaron a ellos sus padres. Pero esa magia está amenazada. Las mismas manos que levantaron ese paraíso ahora se empeñan silenciosamente en llenarlo de basura. El hombre es el único ser que puede hacer cosas hermosas, amarlas y aún así destruirlas. Eso es lo que le está pasando al Cabra Corral desde 1973. Los creadores de la Presa General Belgrano calcularon que duraría 100 años antes de cubrirse de sedimentos. Antes puede llegar a ser un inmenso basural.

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El dique es un escape para los salteños, una salida momentánea de la vida cotidiana, un lugar que se visita para encarar con más fuerzas la semana. Miles de familias lo visitan y ya son muchos los que llevan a sus hijos, como alguna vez los llevaron a ellos sus padres. Pero esa magia está amenazada. Las mismas manos que levantaron ese paraíso ahora se empeñan silenciosamente en llenarlo de basura. El hombre es el único ser que puede hacer cosas hermosas, amarlas y aún así destruirlas. Eso es lo que le está pasando al Cabra Corral desde 1973. Los creadores de la Presa General Belgrano calcularon que duraría 100 años antes de cubrirse de sedimentos. Antes puede llegar a ser un inmenso basural.

Todos los días, en el puerto de la División de la Policía Lacustre del dique tienen que limpiar los deshechos que arrastra la corriente. “Depende del viento y la correntada, pero constantemente estamos limpiando el puerto de residuos para que esté presentable. Hasta la costa llega de todo, principalmente plásticos”, dijo el comisario Bautista Díaz, encargado del organismo que depende del departamento de Bomberos. Desde el municipio recogen la basura de los sitios más populares los martes y sábados. Según los vecinos y comerciantes “limpian solo el camping, pero la costa es muy grande y la gente es sucia”.

Como había adelantado El Tribuno en publicaciones anteriores, la mayor fuente de contaminación llega serpenteando cristalina desde cientos de kilómetros y en el contacto con las márgenes de los centros urbanos se transforma en una verdadera cloaca. Se trata de los ríos Arenales y Guachipas, que desembocan sucios en el dique y lo van llenando de basura.

“Hasta antes de la crecida se mantuvo bastante limpio, pero ahora se nota mucho y cuando baje el agua será peor. En estos días se pueden ver unos manchones negros, son como una borra que flota, hechos de troncos, pero también de basura”, contó el comisario.

Los ríos no son los únicos responsables. Para los pescadores y amantes de la farra, “el Cabra” es la propuesta siempre impostergable. A la emoción de los preparativos se le suma el rápido escape, con su pico de esplendor en la ruta, donde los teléfonos se vuelven obsoletos por los motivos más variados e improbables. Claro que la llegada al espejo de agua es casi inigualable, solo comparable con llevar a los amigos “al mejor lugar del dique”. Estos visitantes asiduos u ocasionales son, después de los ríos que alimentan el embalse, los grandes productores de basura del Cabra Corral.

Según los testimonios, los turistas más responsables son las familias que circulan por los circuitos tradicionales, sobre todo llegados de otras provincias o países. Cerca de 200 personas trabajan en el dique en la temporada.

En una de las principales alternativas turísticas hay pocos servicios y emprendimientos privados. Muchas familias no encuentran lugar donde hospedarse en esta época del año. El principal camping está desbordado los fines de semana. Los baños públicos están saturados y hay dos pozos ciegos abiertos que liberan un olor cloacal que desentona con el paisaje.

“El turismo local es muy sucio. Tira todo al agua o lo desparrama por las costas. Los visitantes que llegan de afuera tienen más conciencia y no ensucian. Además, andan por los circuitos principales y siempre es más fácil auxiliarlos en alguna eventualidad”, explicó Bautista Díaz.

Otra fuente de contaminación son las embarcaciones. La Policía Lacustre cuenta con 5 naves para controlar a las 150 registradas, de las cuales, cerca de 60 son catamaranes. Los sábados y domingos operan cerca de 50 embarcaciones. Los baños químicos son condición necesaria para que los catamaranes reciban el “certificado de seguridad”, aunque muchos no los tienen. La Policía controla los certificados y que estén registrados en la Municipalidad de Moldes. El timonel de cada embarcación es el responsable de que no se arroje basura al dique.

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